La confirmación de que uno de los 43 está muerto pone en pie de guerra a las familias

07/12/2014 - 12:04 am
Una vez más, un grupo de padres de los normalistas desaparecidos viajaron al Distrito Federal para exigir la aparición con vida de sus hijos. Foto: Sandra Rodríguez, SinEmbargo
Una vez más, un grupo de padres de los normalistas desaparecidos viajaron al Distrito Federal para exigir la aparición con vida de sus hijos. Foto: Sandra Rodríguez, SinEmbargo

Ciudad de México, 7 de diciembre (SinEmbargo).– La confirmación de que parte de los restos encontrados en el basurero de Cocula pertenecen a uno de los estudiantes normalistas fue tomada por los padres de las víctimas como un motivo más para mantener viva la exigencia de justicia y de castigo a los culpables de este crimen que ha sacudido a México y al mundo.

Y, también, para anunciar su repudio al gobierno “asesino” del Presidente Enrique Peña Nieto.

“Para nosotros, este crimen de Estado no quedará impune, queremos decir que a partir de hoy desconocemos al gobierno de Peña Nieto, por asesino”, dijo Felipe de la Cruz, padre de un estudiante y quien se ha convertido en vocero de las 43 familias de los normalistas.

“Si piensan esos asesinos que por el hecho de haber coincidido el ADN nos vamos a quedar a llorar, se equivocan: esta jornada de lucha seguirá hasta encontrarlos a todos con vida”, agregó.

Vestido con mezclilla, huaraches y con la misma playera de rayas azul y blanca con la que se le vio en un video exigirle la renuncia a Peña Nieto en Los Pinos, De la Cruz habló desde el micrófono en el templete instalado en el Monumento a la Revolución donde ayer por la tarde –y ante el cierre del Zócalo por la colocación de una pista de hielo- culminó otra marcha multitudinaria en solidaridad con los normalistas.

Horas antes, en los medios de comunicación había empezado a circular la información de que al menos una de las pruebas de ADN realizadas en los restos hallados en Cocula coincidían con los del estudiante Alexander Mora Venancio.

Los padres de la víctima, que venían al Distrito Federal para participar en la movilización, regresaron a Guerrero “destrozados” al recibir la información, según narraron otros familiares.

“Cuando Ezequiel supo que Alexander Mora estaba entre los resultados de los argentinos, lo único que dijo es que quería justicia”, dijo Omar García, estudiante normalista que también habló desde el templete.

La movilización de ayer fue convocada por la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) y, como en ocasiones anteriores, sumó a estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México, de la Autónoma de la Ciudad de México, de la Autónoma Metropolitana y del Instituto Politécnico Nacional, además de integrantes de la Convención Campesina Indígena, del Frente Popular de la Ciudad de México, pobladores de San Salvador Atenco, a integrantes del desaparecido Sindicato Mexicano de Electricistas y a miles de ciudadanos de diversas organizaciones populares y campesinas.

Y sumó, también, a miles de personas más que dijeron no pertenecer a alguna agrupación sino acudir a mostrar su repudio y su hartazgo por la situación de inseguridad, corrupción e impunidad que afecta a todo México.

“A mi hijo Cristopher lo desaparecieron en 2012, en el Estado de México. Lo último que supimos fue que estuvo también aquí, en la delegación Venustiano Carranza… es parte de toda esta vorágine de las desapariciones, de que no hay justicia, de que estamos desesperados y de que el Gobierno está rebasado”, dijo Georgette Jiménez, madre de familia entrevistada ayer sobre Reforma. “Y por eso me uno, porque entiendo este dolor”, agregó.

En el mismo sentido se expresó Ana Maya, una diseñadora industrial de 31 años que ayer avanzaba sobre Plaza de la República con las manos en alto, formando un cuatro con los dedos de la derecha y un tres con los de la izquierda.

“Vengo porque no puede serte indiferente el dolor, el tener un Gobierno fallido. Porque tienes que luchar por tu país, porque si lo que pasa no te duele como mexicano, te tiene que doler como ser humano”, dijo la joven mientras se aproximaba al Monumento a la Revolución.

Desde las cuatro de la tarde, los participantes en esta jornada de acción por Ayotzinapa empezaron a llenar los dos carriles de Avenida Paseo de la Reforma, desde el Ángel de la Independencia y hasta la Glorieta de la Palma.

Las consignas, ya recurrentes, de “Vivos se los llevaron, vivos los queremos” y de “Fuera Peña” fueron fondo de la espera de miles de personas que acudieron portando mensajes con todo tipo de reclamos, como la manta rojinegra del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra de San Salvador Atenco que decía “queremos a los 43”, o “el gobierno nos está declarando una guerra perversa” escrito en la cartulina que llevaba una mujer disfrazada de charra y con la cara pintada como la catrina de Posadas.

El grito más fuerte, sin embargo, era el del conteo del 1 al 43, al que invariablemente, al ir avanzando el número de víctimas, se sumaban decenas, cientos de personas, desde quienes caminaban dentro del cordón de seguridad hasta los ciudadanos que, a las orillas, sobre los acotamientos de Reforma, veían pasar la manifestación. “¡Justicia!”, exclamaban al unísono.

Los padres de los normalistas se integraron a la movilización por el carril norte de Reforma, poco antes de llegar a la esquina con Niza, alrededor de las cinco de la tarde. Resguardados en todo momento por integrantes del colectivo Marabunta y del SME, su presencia fue notoria porque portaban las grandes fotografías de sus hijos desaparecidos impresas a blanco y negro.

Con un generalizado y repetido “¡no están solos!” fueron recibidos por el resto de los participantes.

“Nuestra esperanza nos mantiene de pie y nuestra fe dice que pronto regresarán”, decía la playera de una mujer que marchaba entre ellos.

El contingente viró a la izquierda sobre Plaza de la República para llegar hasta el templete instalado al pie del Monumento a la Revolución y que en la parte superior de la estructura metálica tenía una manta con el mensaje “#Nos faltan 43” y “#Ayotzinapa somos todos”.

Alrededor de las siete de la tarde, y cuando los cientos de metros que hay entre el monumento y la esquina con Reforma estaban totalmente llenos, De la Cruz inició el mitin anunciando el repudio de los familiares al Gobierno federal y llamándolo Gobierno asesino.

“¡Fuera Peña-fuera Peña!”, le respondieron miles de voces.

Detrás de De la Cruz, portando las fotos de sus hijos desaparecidos, algunos padres coreaban también a las consignas. Algunos otros, como una mujer de la tercera edad que sostenía la fotografía de Cristian Tomás Colón, sólo mantenían la mirada, triste, al frente.

A De la Cruz le siguieron en el micrófono estudiantes, compañeros de las víctimas de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos. Uno de ellos fue Omar García, vestido de negro y con una playera en la que se leía la ya popularizada frase de “quisieron enterrarnos, pero no sabían que éramos semilla” y quien agradeció a los asistentes la solidaridad con las víctimas.

También, advirtió que en Guerrero empezarán a relatar toda la información que tienen, como el hecho de que los elementos del Ejército destacamentados en Iguala han sido removidos o premiados, y que tienen la consigna, dijo, de reiniciar una guerra sucia en la entidad.

“Pero no nos vamos a dejar. Ya no nos vamos a tapar la boca”, dijo, para luego pedir a los asistentes no dejarlos solos.

También habló Bernardo Campos, padre del normalista desaparecido José Ángel Campos: “Van ya meses de que no nos dan resultado”, dijo. “A veces, al despertar se me rodan las lágrimas… ¿Qué ha pasado con Ángel Aguirre, por qué no lo agarran?”, agregó.

De tenis, camisa desfajada y sombrero de paja, Campos cerró su participación enviando un mensaje a su hijo desaparecido: “Hijo, donde quiera que estés, quiero decirte que tengo mi corazón sangrando”.

Sandra Rodríguez Nieto
Periodista en El Diario de Ciudad Juárez. Autora de La Fábrica del Crimen (Temas de hoy, 2012), ex reportera en SinEmbargo
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