Besos que matan I

07/12/2012 - 12:03 am

Besos que matan, pero de risa.

Los primeros besos son fantásticos… maravillosos. Esos que te hacen volar, que ansías, que esperas con mariposas en la panza. Húmedos, secos, castos, apasionados, clásicos, modernos… da igual: cuando los labios chocan, la vida se inflama.

Saber de qué se tratan los besos de Casablanca; Cinema Paradiso; Ghost, la sombra del amor; La Dama y el Vagabundo; el de Jack Black (Brad Pitt y todos sus besos), así como los hermosos y cachondos besos de las películas de Cruel Intentions, Wild things, Mulholland Drive.

Pues mi primer beso no se pareció a ninguno, ni heterosexual ni lésbico cachondo. Mi primer beso fue saliendo de un antro, y después de la adolescencia. Tenía curiosidad. El tipo en cuestión era mi ensoñación juvenil. Cada vez que regresaba de vacaciones, bronceado y pavoneándose por los pasillos de la escuela yo sentía que me mareaba.

Ahora que lo veo, no es precisamente como los vinos, que mejoran con la edad, pero sigue siendo simpático y coqueto.

Total, yo no sabía besar. Salimos del lugar en cuestión y me llevó a casa de mi amiga, que muy prudente se había ido a dormir a las 12, tiempos aquellos –pensar que ahora me toca ver amaneceres con cerveza en mano– y yo llegué un par de horas después. La música que sonaba en el coche de fondo era Moenia. De hecho era la de “No dices más”. Ni siquiera pongo el link al video porque me da vergüenza el recuerdo. El tipo era un galán y un sinvergüenza adorable.

Y que llegamos. Él ya sabía que yo era una virgen de besos. Y que se me acerca y que me planta un beso que me supo a saliva, me llenó de babas, era como si un caracol caminara lentamente por mi cara y me dejara rastros de gelatina líquida alrededor de la boca, en la punta de la nariz y en las mejillas.

– ¡Guácala! – exclamé, bastante imprudente.

Acto seguido y muy indignada, me salí del coche, azoté la puerta y me metí a la casa. Desperté a mi amiga y le dije que no sabía qué demonios le veían todas a los besos, los primeros o los décimos, pero que había sido la peor experiencia de mi vida. Me mató el apetito de besos, pero no la curiosidad.

De todas formas, para mí, fue beso memorable. En estos días, tanto él como yo nos reímos y lo recuerdo con cariño, y claro, con un poquito de asco.

Pero para besos apasionados, dolorosos, desgarradores, quién sabe qué tipo de besos tendrán en mente, sugiero que lean a mis queridas Bibiana Faulkner y Alma Delia Murillo, aquí en Sin Embargo MX, hoy en punto de las doce de la noche, justo cuando el carruaje de Cenicienta se revienta en calabaza.

 

@mariagpalacios

http://marianagallardopalacios.wordpress.com/

en Sinembargo al Aire

Opinión

más leídas

más leídas