John O’Keefe y el matrimonio Moser, Premio Nobel de Medicina por el “GPS cerebral”

07/10/2014 - 12:00 am
John O'Keefe (izq), y los noruegos May-Britt Moser (dcha) y Edvard I. Moser. Foto: EFE
John O’Keefe (izquierda), y los noruegos May-Britt Moser (derecha) y Edvard I. Moser. Foto: EFE

Ciudad de México, 7 de octubre (SinEmbargo).– Un británico-estadounidense y dos científicos noruegos resultaron galardonados el día de ayer con el Premio Nobel de Fisiología o Medicina por su descubrimiento del “GPS interno” en el cerebro humano, el cual le permite tener posicionamiento en el espacio, es decir, para estar conscientes de en dónde estamos y a dónde queremos ir, y abre un nuevo campo de investigación para comprender mejor enfermedades neurológicas como el Alzheimer.

John O’Keefe, un experimentado doctor en psicología física nacido en Nueva York, Estados Unidos en 1939, y el matrimonio formado por May-Britt y Edvard I. Moser, de 51 y 52 años, respectivamente, conjuntaron sus esfuerzos para rastrear las células que constituyen el sistema de posicionamiento del cerebro, el cual responde a preguntas como las siguientes: “¿Cómo sabemos en dónde estamos? ¿Cómo podemos encontrar el camino de un sitio a otro?, ¿cómo podemos almacenar esta información, de tal manera que la próxima ocasión es posible trazar el mismo recorrido inmediatamente?”.

“El descubrimiento del sistema de posición del cerebro representa un cambio de paradigma en nuestra comprensión de cómo los conjuntos de células especializadas trabajan juntos para ejecutar altas funciones cognitivas. Esto ha abierto nuevas vías para la comprensión de otros procesos cognitivos, como la memoria, el pensamiento y la planificación “, cita el documento de la Asamblea Nobel del Instituto Karolinska.

O’Keefe, quien además posee la nacionalidad británica, pues ha trabajado durante más de 40 años en la University College de Londres y actualmente es el director del Centro Sainsbury Wellcome en Circuitos Neuronales y Comportamiento de dicha institución, comenzó sus estudios al respecto a finales de la década de los 60’s, y en 1971 descubrió el primer componente del sistema navegacional interno en ratas de laboratorio que se movían libremente en una habitación, pues identificó las células nerviosas en la región del hipocampo que estaban siempre activadas cuando los animales estaban en determinada locación, las cuales llamó “células de lugar”, que no sólo registraban lo que se veía si no que eran capaces de construir mapas mentales de distintos entornos cuando trabajaban en conjunto.

 “Estoy en la luna, en realidad”.

John O’Keefe, en entrevista con Nobelprize.org tras enterarse de su premio

John O'Keefe inició sus investigaciones en los años 60's. Foto: Wikimedia Commons
John O’Keefe inició sus investigaciones en los años 60 del siglo pasado. Foto: Wikimedia Commons

Han pasado 43 años desde que el estadounidense puso en el ojo de la comunidad científica la idea de que era posible estudiar las áreas más profundas del cerebro y su relación con los aspectos ambientales, ante la incredulidad de muchos, “pienso que tengo una reputación por ser paciente […] la gente estaba un poco sorprendida y escéptica acerca de ello. Creo que ha tomado un tiempo, pero hubo algunas personas que lo aceptaron desde el principio,  estoy agradecido y por supuesto, el campo ha florecido”, dijo el doctor en entrevista para el sitio del Premio Nobel.

El hombre de 75 años, quien se encontraba en su hogar cuando recibió la llamada ganadora, explicó posteriormente al diario británico The Independent más datos sobre sus estudios: “Este sistema nos permite movernos con flexibilidad. Cuando un taxista está planeando una ruta , esta parte de su cerebro se prende y se mantiene activa, cuando tienen que seguir una ruta simple, no se necesita esta parte del cerebro […] Se usa no sólo para el trazado de rutas, sino para recordar lo que hiciste en determinados lugares en diferentes momentos y planear a futuro”.

Pero el neoyorquino no se lleva el mérito por sí sólo, pues compartirá la mitad de su premio de 8 millones de coronas suecas (1.1 millones de dólares) con el matrimonio Moser, a quienes dijo conocer desde hace muchos años, “los conocí cuando eran estudiantes de Per Anderson (un reconocido neuropsicólogo) en Oslo, y estaban claramente destinados a ser estrellas, y yo estuve encantado cuando quisieron venir a pasar tiempo en mi laboratorio para aprender algunas de nuestras técnicas. Y pienso que les dieron un muy uso”, dijo en su entrevista con Adam Smith, Director Científico de Nobel Media.

La pareja de noruegos que continuaron con los estudios sobre el "GPS cerebral". Foto: Wikimedia Commons
La pareja de noruegos que continuaron con los estudios sobre el “GPS cerebral”. Foto: Wikimedia Commons

Poco más de tres décadas después del descubrimiento de O’Keefe, en 2005, la dupla formada por los esposos May-Britt y Edvard Moser encontraron otro componente clave de este “GPS interno”, que identificaron como “células de cuadrícula”, las cuales generan un sistema de coordinadas que permite un posicionamiento preciso y encontrar caminos. Su hallazgo demostró que estas células junto con las “de lugar” hacen posible determinar una posición y navegar.

Al igual que el iniciador de esta serie de investigaciones, los Moser estudiaban a ratas que se movían dentro de una habitación, cuando descubrieron un patrón en una zona del cerebro llamada corteza entorrinal, área en la que se activaban células en un patrón espacial único, que en conjunto con otras que reconocen la dirección de la cabeza y los límites de la habitación y los circuitos que forman con las “células de lugar” del hipocampo, permiten completar este circuito que le da al cerebro su propio GPS interno.

May-Britt Moser nació en Fosnavåg, Noruega, y realizó estudios de Psicología en la Universidad de Oslo, al igual que su esposo Edvard, originario de Ålesund, posteriormente ambos recibieron su doctorado en Neuropsicología en 1995.

“Estaba en shock y sigo en shock. Esto es genial”.

May-Britt Moser, en entrevista después de ser avisada del triunfo.

La pareja, nacida y criada en un área rural del país y lejos de toda actividad académica y científica, es ahora el segundo matrimonio en ganar el Premio Nobel de Medicina, la mitad del cual se repartirán en partes iguales, y probablemente entre sus dos hijas.

Durante una entrevista realizada en abril de 2013 por el diario The New York Times, el doctor Moser dijo: “Tenemos un proyecto y una meta común y dependemos el uno del otro para tener éxito. La mayoría de las parejas se organiza para cooperar en la crianza de sus hijos, para nosotros, el proyecto del cerebro es nuestro tercer hijo, así que nada es diferente, realmente”.

Ahora, más de un año después, el hombre se encontraba en un avión cuando el premio fue anunciado y cientos de llamadas y mensajes lo esperaban a su llegada a Munich, lejos de su esposa y colega. “Hubiera sido fantástico compartir este momento juntos. Pero, como sea, lo más importante es que ocurrió y es fantástico para nosotros, para el laboratorio y para todos los que nos apoyaron, que es mucha gente”, dijo en su entrevista al porte del Premio Nobel.

Su esposa estaba en una reunión en Noruega cuando fue avisada de su triunfo, y aún cuando estaba lejos de su compañero, lo recordó compartiendo su “secreto” para llegar tan lejos juntos en la ciencia. “Pienso que tenemos la misma visión. Amamos entender y lo hacemos hablando entre nosotros, hablando con más personas, y luego tratar de abordar las cuestiones que nos interesan, de la mejor manera que podemos imaginar. Y ser capaces de discutir esto cuando se tiene una idea en el mismo punto en vez de planear una reunión en una o dos o tres semanas, hace una gran diferencia”, dijo a Adam Smith.

Debido a que lo encontrado por los tres científicos se centra en el hipotálamo o se conecta con esta área, una de las primeras partes que se ven afectadas por el Alzheimer, O’Keefe tiene sus investigaciones, y esperanzas, puestas en que el conocimiento básico de esta parte del cerebro ayude a resolver lo que ocurre con estas células en las primeras etapas de la enfermedad, debido a que gracias a las técnicas de imagen cerebral y estudios en pacientes que requieren cirugía en el encéfalo, ha quedado demostrado en estudios recientes que los seres humanos también poseen dicho sistema.

Así, estos estudio dejan abierta la posibilidad de que la manera en que el cerebro registra y recuerda el movimiento en el espacio puede ser la base de toda memoria.

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