Gary Payton llega al Salón de la Fama. El “Guante”, rey del Trash-talk

07/09/2013 - 1:30 am
Foto: Twitter
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Ciudad de México, 7 de septiembre (SinEmbargo).– “Me pagan tanto dinero que compré un Ferrari para venir al juego”, le dijo Gary Payton a Michael Jordan en medio de un partido en 1996. El Guante, uno de los mejores bases en la historia de la NBA, tenía esa particularidad de llevar el juego a otra dimensión. El “Trash-Talking” que salía de su boca se convirtió en leyenda entre los miembros de toda la liga. El juego de palabras sucias es un ritual en la vida del basquetbol norteamericano. Los duelos que tuvo con el mejor jugador de la historia, mientras la rivalidad Chicago-Seattle se acrecentaba, marcaron a una generación. “Tú los compras, a mí me los regalan”, le contesto Air Jordan.

Sentado en un sillón, en medio de un programa de la NBA TV, se le cuestionó sobre los tres mejores jugadores en la historia. “Para mí son Wilt Chamberlain, Magic Johnson y Bill Russell”, contestó. El resto del panel le preguntaba sorprendido si Jordan quedaba fuera de su lista. “Me gusta la vieja escuela”, respondió sonriente como siempre. Su historia con Michael lo puso en un lugar donde solo los grandes basquetbolistas acceden. Capaz de hacerlo sacar de sus casillas, Payton se quedó cerca de ganarle un campeonato a los Bulls. Algo que es digno de reconocer sabiendo la grandeza de la dinastía que construyeron Michael y compañía

“Gary Payton era el mejor, simplemente no le importaba, le daba igual”. Shaquille O´Neal no duda cuando le preguntan quién era el mejor “Trash Talker” en la liga. “Jugué con y contra él. Lo más sorprendente es que él era igual dentro de la cancha como fuera. Le daba igual todo”, reafirma Shaq recordando aquella vez que le anotó en su cara mientras Gary entonaba: “No puede ser que seas un tipo tan grande y tan malo”. Un código con el que crecen los basquetbolistas jugando en el barrio, se perfeccionaba en el ámbito profesional. Payton se volvió artista del lenguaje mientras se consolidaba en la mejor liga del mundo.

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Jugó 17 años en la NBA con una ferocidad defensa y un cuerpo atlético que lo hacía letal en el contragolpe mientras su visión panorámica lo encumbró como uno de los mejores pasadores. Delgado y largo, Payton no fue nunca el más fuerte ni el más alto, pero se adaptó perfecto leyendo los tiempos en los que se involucraba su equipo. Un tipo capaz de ponerse sobre sus hombros a una joven plantilla para dominar el oeste a mediados de los años 90. El guante fue el mote que le pusieron por esa clase para defender sin perder la agresividad de un competidor nato que solo quería ganar.

“Ese era mi juego. Podíamos ser amigos fuera de la cancha, pero una vez dentro te iba a fastidiar, así lo entendía e iba a hacer todo para vencerte”, dice en medio de risas con su acento de barrio una vez retirado. La Universidad Estatal de Oregon lo considera como el mejor basquetbolista que ha pasado por sus instalaciones. Con un primer año para el olvido, la llegada de George Karl al banco de los Supersonics de Seattle le quitó de la cabeza la idea de retirarse al no sentirse feliz. Payton ha sido el único base en la historia que gana el premio de mejor jugador defensivo del año.

Se retiró en 2007, un año antes ganaría el único campeonato en su palmarés con el Miami Heat de Shaq. Miembro de una generación que vio frustrada su carrera debido a los Toros de Chicago comandados por Jordan, Payton encumbró su legado haciéndole frente al mejor de todos los tiempos y maestro del Trash Talk como él. 20,000 puntos, nueve veces llamado al juego de estrellas, dos medallas de oro olímpicas además de una innumerable cantidad de imágenes calentando el oído de sus rivales, son razones suficientes para que su ingreso al salón de la fama sea justo. “Tal vez voy a llorar”, declaró Payton al enterarse. El guante tiene lo que se merece.

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