Starve the beast

07/09/2013 - 12:01 am

En prácticamente todos los ámbitos de la economía de México, este año ha sido de vacas flacas. “No hay dinero”, se escucha cada vez más. El gobierno ha frenado el circulante reteniendo participaciones a los estados, reteniendo pagos, etc. ¿Casual o intencional?

Charles Edward Barnes usó la frase “Starving the beast” (hambreando a la bestia) en The Washington Post, en 1907, para referirse a la acción de provocar hambre intencionalmente a un animal. “En el relato de Barnes, un indio atrapó un tigre en una fosa y necesitaba meterlo en una jaula para poder transportarlo y venderlo. El tigre no tenía deseos de entrar en la jaula, así que el indio simplemente lo hambreó hasta que entró a la jaula para comer el alimento que se había puesto ahí.” (Bruce Bartlett, The Independent Review, 2007).

En la política económica norteamericana, la metáfora “Starve the beast” (hambrea a la bestia) se refiere a recortar el gasto público para obligar a la sociedad o al gobierno a que hagan algo empujados por esa presión. Esos ajustes presupuestales se dan siempre en salud pública, asistencia y seguridad social, nunca en gasto militar, sistema penitenciario ni procuración de justicia.

Durante tres décadas los mexicanos hemos comprobado que las promesas no sólo quedan sin cumplirse, sino que resultan al revés. El campo está abandonado al grado de que ahora importamos los alimentos básicos que antes exportábamos; los precios son cada vez más inalcanzables; el desempleo sigue aumentando y el poder adquisitivo sigue disminuyendo. La banca y las telecomunicaciones pasaron a manos del Estado, se hundieron, regresaron a manos privadas y ahora sí son los gigantescos negocios que deberían haber sido.

La traducción de esto es sencilla: el dinero de nuestros impuestos, nuestro dinero social, se hace humo. Y con él, nuestro futuro. ¿A cambio de qué, a favor de qué? De nada que nos importe más que nuestro bienestar. Pero los intereses económicos nacionales y extranjeros dominan la toma de decisiones políticas, aceitadas por la corrupción creciente. Y si los intereses de la sociedad mexicana se contraponen a los intereses de los poderes económicos globales, adivine usted cuáles se imponen.

Una forma de doblegar a la opinión pública es asfixiar la economía. Si se retira circulante se detiene la actividad industrial, comercial, el empleo, etc. El gobierno deja de pagar a sus acreedores, congela las participaciones a los estados, no gasta y todo se detiene: obra pública, vivienda, inversión productiva, etc., más los programas asistenciales. La presión, el hambre impuesta y la inseguridad social se sienten fuerte a nivel banqueta y la inquietud aumenta.

En esta circunstancia es muy fácil vender el espejismo de que, como estamos tan mal, atraer inversión privada y ceder las utilidades de Pemex es la solución; así podremos aceptar la reforma energética tal como la quierEEUUn vecino nuestro. Esto es “Starve the beast”: hambrea a la bestia (a la sociedad) para que entre a la jaula.

Recordemos que fue falso que Estados Unidos hubiera encontrado armas químicas en Irak, pero la mentira fue usada para acallar las protestas por su intervención militar para controlar su petróleo. Detengámonos a pensar en el ahora, en la situación Siria y cómo se están desarrollando los acontecimientos. Y entonces veremos nuestro absurdo nacional:

A nivel mundial hay permanentes amenazas de guerras por el petróleo; en México, en cambio, los poderes cupulares hambrean a nuestro pueblo para que no estorbe mientras entregamos el nuestro.

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