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Adela Navarro Bello

07/08/2012 - 12:00 am

Pacto de ensueño entre Felipe Calderón y Enrique Peña

“Línea de ensueño”, así bautizó la Boeing su avión más moderno, mejor equipado, con mayores avances tecnológicos en su estructuración, de pocas, ligeras y resistentes piezas, lo mejor de lo mejor a un precio de lista que inició en los 120 millones de dólares y hoy alcanza los 189 millones. Se trata del Boeing Dreamliner […]

“Línea de ensueño”, así bautizó la Boeing su avión más moderno, mejor equipado, con mayores avances tecnológicos en su estructuración, de pocas, ligeras y resistentes piezas, lo mejor de lo mejor a un precio de lista que inició en los 120 millones de dólares y hoy alcanza los 189 millones.

Se trata del Boeing Dreamliner el avión “súper eficiente” que a diferencia de los aviones tradicionales no fue construido a partir de una sola fuente, sino con la colaboración de los mejores en cada una de las áreas de fabricación de componentes de naves aéreas –turbinas y motores por ejemplo de GE y Rolls-Royce Trent 1000-, y muchas piezas optimizadas y compuestas.

El objetivo de la más importante compañía de fabricación de aviones fue presentar una nave de menor dimensión, con mayor capacidad, reducción en la utilización de combustible –un 20 por ciento-, y con lo más avanzado en términos de diseño, comodidad y entretenimiento.

Es un avión éste “Línea de Ensueño” de tecnología avanzada, en la página oficial de Boeing lo presentan así, “la clave para el desarrollo excepcional del 787 Dreamliner es la utilización de tecnología que fue desarrollada y aplicada en éste avión. Materiales compuestos se utilizaron en el 50 por ciento de la estructura primaria del 787 incluido el fuselaje y las alas”, además cuanta con un sistema de monitoreo automático que reporta cualquier evento a un sistema de cómputo en tierra. Es pues un avión seguro en todo momento.

Pero además Boeing desarrolló un programa de mantenimiento para el avión llamado “Cuidado de Oro” que provee a los clientes atención las 24 horas del día los siete días de la semana, obvio previo pago de la membresía. Es un avión de última generación cuyo programa inició en 2004 y dos años después comenzó el ensamblaje para contar con el primer vuelo en el año 2009. Siendo ésta una nave tan eficiente como costosa, los primeros clientes fueron aerolíneas orientales, árabes y una latinoamericana. Aeroméxico anunció hace unos días una compra de dos 787 adicionales a los cinco que solicitó en 2006, los cuales arribarán a partir de 2013 y hasta el 2015, y será utilizados para las rutas internacionales, Paris, Barcelona, Narita, entre otros, debido a su capacidad para 250 pasajeros con comodidades excepcionales y la reducción del 20 por ciento del combustible en rutas arriba de los 14 mil 200 kilómetros y debajo de los 15 mil 200 kilómetros.

Existen aunque se desconocen sus nombres, compradores privados. No es una locura pensar que se trata de jeques, sultanes, dictadores, petroleros y empresarios de mucho éxito y más dinero, provenientes de países árabes en su mayoría o como en nuestro caso, de países en desarrollo.

En 2015 el Presidente de los Estados Unidos Mexicanos estrenará un 787 Dreamliner. Así lo acordó la administración de Felipe Calderón Hinojosa que comenzó el papeleo para la adquisición de la nave que de acuerdo a datos oficiales, tendrá un costo por arriba de los 750 millones de pesos. Ahora ¿Porqué Calderón compraría un avión que él ya no utilizará? El todavía Presidente no se ha distinguido por su generosidad, tampoco por su visión, menos por la planeación a largo plazo, de otra manera en estos momentos de su administración estarían resolviéndose problemas que hace seis años cuando tomó protesta requerían de soluciones integrales y no de obras o programas de relumbrón.

Es muy probable que en cualquier momento de la bipolaridad del Presidente hacia Enrique Peña Nieto, que primero lo felicitó, después cuestionó la compra de votos y más tarde se reunión con él, seguramente hayan llegado a un acuerdo. Antes de que Alejandro Poiré el Secretario de Gobernación de Calderón haya salido a informar de la multimillonaria compra del avión presidencial para Peña –si es que el Tribunal le valida la elección-, es evidente que ya existía un pacto entre saliente y entrante para la compra de la nave aérea. O sea, Peña aún no llega y ya se está gastando el presupuesto.

No se escucha –ni se lee- extraño suponer que entre los dos, Calderón y Peña hayan acordado repartirse el costo político, y económico en términos presupuestales, de adquirir un avión de primer mundo para un presidente de un país que no termina de salir del escalafón de desarrollo y cuya economía no está en las primeras del orbe. Compartir los efectos de tan vergonzante adquisición resulta más fácil para el que se va que para el que llega. Si bien de Felipe Calderón ya no se esperan resultados favorable, sensatos o beneficios para los mexicanos todos, de Enrique Peña sí, sobre todo considerando que deberá iniciar su camino a la legitimización –en caso que la elección sea validada en todas sus etapas- desde el día cero del arranque del equipo de transición, y es justo en ese momento cuando deberá sopesar si finaliza o no la compra del avioncito por arriba de los 750 millones de pesos.

El último presidente que compró una nave aérea para uso exclusivo del mandatario nacional fue, precisamente, Carlos Salinas de Gortari, de quien en innumerables ocasiones se ha dicho está tras las decisiones de Enrique Peña Nieto. 24 años después, de confirmar el equipo de peña la compra del exclusivo avión, el siguiente priísta hará lo propio al estrenar un avión de ricos y famosos en un país de pobres.

No es pues nada raro pensar que el pacto entre Felipe Calderón y Enrique Peña incluyó la compra del 787 Dreamliner… entre otras cosas. Lo que asombra es ver como los políticos y gobernantes mexicanos gastan el presupuesto en frivolidades, para beneficio personal y no para el bien de las mayorías. Porque eso sí, con este modernísimo avión, se disminuye también –debido a un nuevo sistema de presurización- la fatiga causada por los viajes largos. Para que el presidente viaje literalmente en primera clase.

Abusivos.

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