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Jorge Alberto Gudiño Hernández

07/06/2015 - 12:00 am

Votar

Cuando me enteré de la tragedia de la guardería ABC yo aún no tenía hijos. De cualquier modo me pareció horrible. Ahora que los tengo, no se me ocurre nada peor. Ignoro de dónde sacan fuerzas tantos padres para seguir adelante. Yo me habría hundido. Pensaré en eso cuando mañana vaya a votar. Todas las […]

Cuando me enteré de la tragedia de la guardería ABC yo aún no tenía hijos. De cualquier modo me pareció horrible. Ahora que los tengo, no se me ocurre nada peor. Ignoro de dónde sacan fuerzas tantos padres para seguir adelante. Yo me habría hundido. Pensaré en eso cuando mañana vaya a votar.
Todas las veces que he escuchado escándalos de corrupción siento coraje. Profundo. Sobre todo cuando recuerdo todas las carencias que hay en el país. Ya no estamos dentro de esa burbuja de ingenuidad que permitía sostener que el dinero no nos lo robaban a nosotros. Pensaré en eso cuando mañana vaya a votar.

Cada que me entero de la cantidad de delitos que quedan impunes, sobre todo aquéllos relacionados con la clase gobernante, con los poderosos, siento una profunda indignación. Sobre todo porque me muestran que el pacto implícito entre quienes nos han gobernado durante décadas, alternancias mediantes, tiene el nivel de los códigos de honor. De deshonor. Pensaré en eso cuando mañana vaya a votar.

Todos los días me encuentro niños en la calle, mendigando. A su lado familias enteras, mendigando. Los semáforos están atestados, las manitas extendidas. Me hacen sentir una impotencia mayúscula y me dan una certeza: somos muchos más los que estamos mal en este país que los privilegiados. Pensaré en eso cuando mañana vaya a votar.

Si hago un recuento de las promesas de campaña de las últimas décadas me da risa. Una risa nerviosa, por lo ridículo de los planteamientos, sin importar los partidos. La risa pronto se vuelve enojo. Cuando al recuento lo acompaño con datos duros: nadie cumple las promesas de campaña. Pensaré en eso cuando mañana vaya a votar.

Prender el radio o la televisión para ser inundado de spots insulsos, sin sustancia, en cantidades abrumadoras, es un ejercicio que he suspendido en estos días. Son demasiados, son absurdos y, pese a que no nos cuestan en teoría, bastan para alterar el ánimo del más entusiasta. Pensaré en eso cuando mañana vaya a votar.

A veces hago cuentas. Intento comprender el presupuesto anual. Los miles de millones de pesos que sirven de poco. Tirados a la basura. Peor, repartidos en los bolsillos de unos cuantos. Pensaré en eso cuando mañana vaya a votar.

Hay muchas posturas encontradas alrededor del voto. De personas que respeto. Con argumentos sólidos que parecen irrebatibles. Voto nulo, abstención, por el menos malo, para generar un equilibrio, voto útil. Mis intenciones dan bandazos. Es síntoma de mi indecisión. Conozco a mis candidatos. Sé qué proponen y cuáles son sus plataformas. Creo poco en ellos. Casi nada. En verdad, es difícil saber por quién votaré. Me he propuesto ir mañana a la casilla, recibir mis papeletas, encerrarme tras las mamparas y pensar. En todos los argumentos, en lo que podría ser mejor para mí, para la ciudad, para el país. Y también, por supuesto, en todas las cosas que me han provocado enojo e indignación durante todos estos años. Entonces votaré. Con la tenue esperanza de que eso sirva de algo. Iluso que soy.

Jorge Alberto Gudiño Hernández
Jorge Alberto Gudiño Hernández es escritor. Recientemente ha publicado la serie policiaca del excomandante Zuzunaga: “Tus dos muertos”, “Siete son tus razones” y “La velocidad de tu sombra”. Estas novelas se suman a “Los trenes nunca van hacia el este”, “Con amor, tu hija”, “Instrucciones para mudar un pueblo” y “Justo después del miedo”.

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