Nostalgia. Un dejo de tristeza.

Un montón de calor en el corazón.

Sudor en los sobacos.

Se me va el tiempo. Se fue.

Se queda en el asfalto de Guadalajara.

Ciudad Coche, Ciudad Buganvilia, Ciudad Jacaranda, Ciudad Lluvia, Ciudad Tormenta, Ciudad Tropical, Ciudad Birote, Ciudad Tequila, Ciudad Pitaya, Ciudad Hospicio, Ciudad Lafayette, Ciudad Analco, Ciudad Santa Tere.

Ciudad, sobre todo ciudad.

Jamás pensé escribir sobre Guadalajara, tristemente sentada en el aeropuerto.

Y si, documenté tortas ahogadas. Les pedí que le pusieran una etiqueta que indicara que el paquete era frágil. Con sus cebollitas, sus salsa picante, su salsa de jitomate, sus frijoles. Empacadas al vacío. De carnaza, de buche, de panza y de algo más que no recuerdo el nombre.

Ciudad Estadio, Ciudad Chiva, Ciudad Atlas, Ciudad de la Calzada para Allá y de la Calzada para Acá.

Ciudad, sobre todo ciudad.

Y me quedé un sábado suspendida en un puente, entre el Acá y el Allá. Y luego me fui a La Fuente, pero no me gustó porque hacía calor. Solo me tomé una Coca Cola.

El día más largo del año se acerca, así que yo caminé despacio, por las banquetas de cuadros, pasé las nueve esquinas, compré pitayas a cuatro pesos cada una, le tomé una foto al antigua Cine Tonallan y me fui al Bar Martín. Estaba cerrado.

Caminé de regreso.

Un señor subido en una calandria me preguntó que si quería un paseo.

Siempre he querido un paseo en Calandria, le contesté.

Y me seguí caminando, con los ojos arrasados en lágrimas. Me senté en la rotonda de los hombres ilustres. Ahí, yo sola, una mujer demasiado ordinaria, demasiado insignificante, sentada en una banca al lado de una pareja que se besaba con pasión. Me dieron envidia.

Ciudad Zapopan, Ciudad Tonalá, Ciudad Tlaquepaque, Ciudad Artesana, Ciudad Agave, Ciudad Mural. Ciudad pretenciosa, ciudad pueblo, ciudad perla, ciudad cultural. Ciudad ciclista, ciudad activa, ciudad mocha.

Ciudad, sobre todo ciudad.

Me paré de la banca y seguí caminando por Av. Juárez hacia la Minerva, tan oronda. No quise voltear a ver el Rojo, demasiados recuerdos que junto con los churros de chocolate podían hacer mella en mi corazón de por si abochornado.

Caminé y me fijé en el cercenado edificio de la Universidad de Guadalajara, junto al antiguo Cine del Estudiante, hasta que por fin, por fin llegué al Templo del Expiatorio, tan barroco, tan horrible, tan hermoso, tan equipal.

Pedí un agua de horchata rosa con muchos hielos. Momentos después, recordé que mi sabor favorito es el agua de lima, así que pedí un segundo litro  mientras veía las clases de danzón. El sol seguía brillando y yo seguía cubierta de perlitas de sudor. El pelo húmedo, desastroso, la piel pegajosa.

Ciudad Libertad, Ciudad Concha Acústica, Ciudad El Fresno, Ciudad Chapultepec, Ciudad Niños Héroes, Ciudad Tacos Mexicaltzingo, Ciudad Bananas. Ciudad Colomos, Ciudad Primavera. Ciudad Barragán, Ciudad Galeón, Ciudad Mónicas, Ciudad Lonchecito bañado. Ciudad Guasana.

Ciudad, sobre todo ciudad.

Extrañaba Guadalajara.

Nada más no sabía cuanto.

Quizá porque el viento no se mueve ahí. Se queda en el mismo espacio, entre mosquitos.

Quizá porque llevo un buen rato fuera.

Quizá porque había algo que sanar.

Quizá, quizá, quizá.

 

@mariagpalacios