El último paciente y Una sonrisa a la vida: Truman

07/05/2016 - 12:00 am
Foto: especial.
En Chronic: El último paciente atestiguamos la dedicación sin medida que brinda el enfermero David (Tim Roth) a sus pacientes. Foto: especial.

Antes de partir. Coinciden en cartelera comercial dos películas cuyo eje es la enfermedad terminal, Chronic: El último paciente del mexicano Michel Franco (Después de Lucía, 2012) y Una sonrisa a la vida -de título original Truman-, del barcelonés Cesc Gay (Una pistola en cada mano, 2012). Ambos filmes eluden los lugares comunes y las fórmulas lacrimógenas en su indagatoria sobre la condición humana camino al último aliento de vida.

En Chronic: El último paciente atestiguamos la dedicación sin medida que brinda el enfermero David (Tim Roth) a sus pacientes, enfermos desahuciados que esperan penosamente y en absoluta dependencia sus últimos días. La cámara, a respetuosa distancia, nos da acceso a la intimidad de un baño donde David restriega con delicadeza y respeto las pieles de cuerpos vencidos. Seguimos la proeza que supone ayudar al enfermo a ponerse en pie, alimentarlo pacientemente, paliar su dolor. Lo vemos ser cómplice en paseos y escasos divertimentos, ser mudo compañero durante la postración, escuchar solidario los lamentos y ser su apoyo en el camino de tristeza ante lo inevitable.

Acompañamos al compasivo David durante su asistencia a diferentes pacientes, entre ellos, un anciano que ha sufrido una embolia y una mujer a quien le han diagnosticado cáncer. Detectamos que David se involucra demasiado, a veces más que la propia familia. Con la velocidad a la que gotea un suero intravenoso, Michel Franco va develando la personalidad de David, la tragedia que motiva su apasionada entrega, el grado de sufrimiento de un espíritu en estado terminal. Se desgrana su pasado, el evento gestor de la agonía que ha hecho metástasis en su alma y que alteró para siempre su vida.

Los temas banales e insípidos no entran en los terrenos de Michel Franco, en Daniel y Ana (2009), narraba la tragedia de dos hermanos obligados a una relación incestuosa. En Después de Lucía (2012), indaga en la devastación emocional del acoso escolar y la perturbadora venganza de un padre. En A los ojos (2013), sigue el agobio de una madre cuyo hijo perderá la vista y la atroz alternativa que ha elegido para remediarlo. En Chronic: El último paciente, aquilata al peso del dolor ajeno- como reza el cartel de la película- y alude al espinoso tema de la necesidad de una muerta digna. Gestada a partir de una vivencia familiar, cuando la abuela del director era asistida por una dedicada enfermera, la película obtuvo el premio al mejor guion en el pasado Festival de Cannes. Tim Roth conmueve con su interpretación contenida, por su entrega incondicional, por la aflicción que comunica en cada mirada, en cada gesto, por ese andar encorvado de quien carga a cuestas el dolor del mundo.

Por su parte, Una sonrisa a la vida es un viaje con fecha de caducidad por las regiones insondables de la amistad. Tomás (Javier Cámara), es un profesor madrileño que ha labrado una existencia apacible y sólida junto con su familia en Canadá. Se trasladará a Madrid en donde radica un amigo de la infancia, Julián (Ricardo Darín), un actor teatral argentino de mediano éxito, divorciado y recién desahuciado en su batalla contra el cáncer.

El encuentro entre ambos se aparta de territorios lastimeros, filosofía barata o la manida aventura fantástica del último vuelo, en donde el personaje en situación terminal ejecuta actividades temerarias mientras ríe sin cesar por experimentar los mejores momentos de su vida. En las manos del también guionista Cesc Gay, el acercamiento entre los amigos es más sobrio, real y racional. Julián ha comenzado a tomar decisiones que no son del agrado de todos pero acordes a su lógica ante la insoslayable y prematura partida. Organiza su propia despedida a la vida, concluyendo asuntos pendientes, aceptando errores pasados, disculpándose ante quienes ha ofendido, rechazando la autocompasión y la conmiseración ajena; limando asperezas con su ex esposa, reuniéndose con su hijo emigrado en Ámsterdam e incluso preparando su propio funeral. Uno de sus pendientes principales: con quién se quedará Truman, el tierno mastín que da nombre a la película y que ha sido su compañía por años.

Reunir a dos de los mejores actores internacionales de habla hispana, Javier Cámara (Hable con ella, Torremolinos 73) y Ricardo Darín (El hijo de la novia, El secreto de sus ojos), no es un desafío menor. El resultado es entrañable por la química entre ambos, el aplomo y la naturalidad de sus actuaciones en el recorrido de una amistad imperfecta, o justo eso: perfecta, en donde caben los reproches, los enojos y las diferencias reconciliables. Espacio para la fraternidad, las sonrisas compartidas y la compañía solidaria memorable antes de la última gran despedida.

Rosalina Piñera
Periodista egresada de la UNAM. En su pesquisa sobre el cine ha recorrido radio, televisión y publicaciones como El Universal. Fue titular del programa Música de fondo en Código DF Radio y, actualmente, conduce Cine Congreso en el Canal del Congreso.
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