David Byrne o cuando sólo podemos cantar y bailar

07/04/2018 - 12:00 am

Cantó “Here”, vestido de gris, como todos sus músicos (unos 11 que a veces parecían bailarines). Como una ceremonia gitana, con el cerebro en las manos y preguntándose las cosas que están a su alrededor.

Es el último tema de su disco American Utopia: “Aquí hay demasiados sonidos para que tu cerebro los comprenda / Aquí el sonido está organizado en cosas que tienen algún sentido / Aquí hay algo que llamamos alucinación / ¿Es la verdad o simplemente una descripción?”, se pregunta analíticamente en un álbum imprescindible. Ese hombre que es escocés pero más que nada es estadounidense y como tal se pregunta por el estado de un país que parece desintegrarse en la mente de alguien que debería estar sino en un manicomio, al menos retirado plantando bonsái o contando sus memorias.

La propuesta de David Byrne en el Metropolitan no tiene nada que ver con la edad. No da para decir es que él antes bailaba así y ahora baila igual, lo que él hizo del escenario en que se convirtió en amo y señor fue un intento desesperado por saber qué pasa en su país y en el mundo.

Siguió con un tema que no está en ninguno de sus discos, “Lazy”, realizada por la banda británica X-Press 2 y cuyo video dirigió Spike Jonze y en el que muestra a un hombre demasiado flojo o vago incluso para ir a mear a un inodoro que está en el baño, a pocos pasos de ahí.

Todos los temas tuvieron un por qué y que los músicos refrendaron, en una carrera donde David siempre se ha valido de grandes colaboradores, desde Chris Frantz, Tina Weymouth y Jerry Harrison de la banda Talking Heads, su amistad de cuatro décadas con el productor Brian Eno y, recientemente, con los artistas St Vincent y Fatboy Slim.

“¡Estoy muy contento, emocionado y orgulloso de contribuir al trabajo de este gran artista! ¡David Byrne es tan generoso con los músicos y todo el equipo que nos hemos convertido en una gran familia! ¡Estoy seguro que el público se divertirá con este hermoso espectáculo!”, había escrito ese día en twitter el percusionista Gustavo Di Dalva.

Yo había ido sólo para escuchar “I Zimbra”, el tema de Talking Heads del disco Fear of Music, adaptación de un poema del dadaísta alemán Hugo Ball y en este punto, tocado como si lo hubiera hecho mañana, es que todos los sonidos del mundo y de su mundo confluyen para crear una nueva era sonora. Es cierto que este tema corresponde a cuando Byrne escuchaba música africana, pero hoy también podría estar escuchando música africana, tal como lo expresó en su libro Cómo funciona la música (Sexto Piso).

David Byrne y sus músicos. Foto: Facebook

¿Cómo la tecnología ha afectado la forma en que escuchamos música? ¿Qué elementos, además del cantante o la banda, conforman un concierto en vivo? ¿Cómo se crea una escena musical? ¿Qué papel tienen las grandes compañías en la manera en que escuchamos música? ¿Cuánto dura una canción?, son las preguntas que David se contestó en ese libro imprescindible para una etapa (con reggaetón incluido) en donde la música resulta un acto de divertimento pasajero y nunca un camino por dónde descubrirse y explicarse a uno mismo.

“Slippery People”, de Talking Heads, del álbum Speaking in Tongues, cuando exhorta a bailar y “a girar como una rueda dentro de una rueda” y “I should watch tv”, el tema que hizo con St.Vincens (razón para que hubiera muchos hipsters en el concierto), nos puso a todos en su órbita, tratando de borrar la tristeza y la desorientación, exhortándonos a bailar y a volver a ser en la creatividad impulsivos y románticos.

Como en una clase de yoga al terminar, como en una sesión de rehabilitación cuando todos se despiden, como en un fogón al pie del mar, ¿cuándo estábamos allí y creíamos que una canción nos contenía y nos expulsaba al mundo?

Iba a escuchar “Everybody coming to my house” (“sólo somos turistas en esta vida”) y de pronto me sentí invadida por su American Utopía, ese álbum iniciado con las canciones de Brian Eno, hasta crecer y transformarse con otros colaboradores y músicos: el productor Rodaidh McDonald (The xx, King Krule, Adele), el productor Patrick Dillett (Nile Rogers, Sufjan Stevens), el baterista Joey Waronker (Atoms for Peace, Beck), Isaiah Barr en saxofón (Onyx Collective), Thomas Bartlett (alias Doveman) en mellotrón…con muchos más protagonistas en canciones que tienen las letras honestas de David Byrne, como “Every Day Is A Miracle”, cuando mira el mundo a través de los ojos de un pollo.

Para nosotros los de aquí, los mexicanos, los dolientes amantes de este país absurdo y por momentos genial, tuvo especial ceremonia la interpretación de “Bullet”, ese tema donde David habla desde la bala:

La bala entró en él
Su piel se separó en dos
Piel que las mujeres habían tocado
La bala atravesó

La bala entró en él
Siguió su camino feliz
Como un viejo perro gris
En un rastro de zorro

La bala entró en él
Su estómago lleno de comida
Muchas comidas finas que probó allí
Pero la bala atravesó

La bala entró en él
A través de su corazón con pensamientos sobre ti
Donde tus besos inhaló
Las mentiras y la verdad,

la bala entró en él,
viajó hasta su cabeza
A través de pensamientos de amor y odio
Los vivos y los muertos

Brillante, David Byrne. Lúdico y sincero, lo que es mucho en esta época de final, como todas esas balas que están entrando en nosotros, separándonos en dos y sólo podemos -cuando podemos- cantar y bailar hasta que la realidad diga basta.

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
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