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Julieta Cardona

07/02/2015 - 12:00 am

Mujeres en entrevistas de trabajo

¿Será que la equidad de género es inalcanzable viviendo el año 2015, donde el fin del mundo ya vino y ya se fue? (Esta es una columna satírica haciendo alusión a las mujeres en entrevistas de trabajo). Tengo un trabajo bonito, en serio; me gusta y me hace sentir feliz, además de estar en el […]

¿Será que la equidad de género es inalcanzable viviendo el año 2015, donde el fin del mundo ya vino y ya se fue? (Esta es una columna satírica haciendo alusión a las mujeres en entrevistas de trabajo).

Tengo un trabajo bonito, en serio; me gusta y me hace sentir feliz, además de estar en el diccionario y reglas ortográficas casi todo el tiempo —y los errores que encuentren de aquí en adelante, échenmelos, que para eso estoy además de beber brandy—. La cosa es que me gradué de un instituto con una deuda un tanto grande y me obligué a buscar todavía más trabajo.

Y allá voy, de una entrevista a otra, comenzando por esta en una de las grandes trasnacionales:

—A ver dibújeme aquí a una persona.

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—Pero esas son unas tetas.

—Pues por eso.

—Mire, nosotros le llamamos.

Pero el entrevistador no entendía nada porque lo que no sabe es que no importa qué esté sucediendo, yo siempre dibujo un par de tetas. Tal vez me hubiera ido mejor si dibujaba unas bragas y un falo medio asomado, o un dibujo bien hecho de una mujer bien peinada porque el test de Machover.

La cosa es que el “mire, nosotros le llamamos” se convirtió en una de las frases que más detesto desde que tengo consciencia. Por expectante. Por falsa.

Cambio de escenario; entonces, ahí voy de nuevo, pero ahora en un grupo editorial:

            —Y dígame, ¿tiene novio?, ¿piensa casarse?, ¿sus padres se llevan bien con el novio?

            —Soy gay y no pienso casarme. Si usted sigue asumiendo que todos son heterosexuales, yo asumiré que usted no entiende nada de nada y que le ha de gustar que le den por el culo— pienso en decirle, pero me reprimo y le contesto: no, soltera.

Enseguida, noto nervioso al entrevistador y mirando hacia mis senos –pequeños, por cierto–, hace a un lado el par de hojas donde iba anotando mis respuestas (que tenía sobre su escritorio), y comienza a preguntarme que qué es lo que más me gusta hacer y, sin dejarme contestar, me pregunta que si me he visto futuramente teniendo alguna aventura con un hombre mayor, como de su edad. No, le contesto muy serena e, inmediatamente, me dice: pues se me hace que te quedas en la empresa. El muy pinche. El muy ingrato. El prepotente. Él.

Pero, cambiemos nuevamente de escenario a una institución gubernamental:

            —Cuénteme, ¿cuál fue su promedio final de la carrera?

            —88

            —¿88 para haber sido una licenciatura?

            —¿Dije 88? Perdón: 98.

            —A mí me parece que usted está mintiendo.

            —Y a mí que usted no entiende nada.

            —Señorita, usted tiene serios problemas con la autoridad.

            —Y usted con la vida. Fuck this shit!

No nos queda de otra: seguimos interesadas en los trabajos; primero, porque no tenemos muchas opciones, porque el sistema es así: culero, y segundo, porque mínimo se espera que el entrevistador no sea un incompetente, en serio de lo serio. También, y en tercera, porque esperamos que nos den una respuesta para no alimentar la esperanza de los días posteriores en los que la resolución nunca llega. Si dicen que no, está bien, ni modo, en serio ya qué, pero al menos lo dijeron; si dicen que sí, bueno, a ver qué chigados sigue.

Las estadísticas de la discriminación y acoso a las mujeres en el ámbito laboral es una carpeta que no se desinfla, es por eso que alzar la voz te suma a la lucha constante por la equidad de género. Que el incendio no se apague nunca por guardar silencio.

 

Acá les dejo un par de datos duros para pensar otro poco más en el tema:

ü  “Dar prioridad a la justicia para las mujeres es una parte esencial en la  reconstrucción de la confianza en las instituciones del Estado y la consecución de una paz duradera”[1].

ü  Las mujeres consideran que los principales problemas que tienen en la actualidad están relacionados con el empleo (21.2%) (Enadis, 2010)[2]

ü  Sobre acoso laboral en las mujeres: 42% fueron acosadas sexualmente siendo humilladas o denigradas; 31% fueron ignoradas o las hicieron sentir menos por ser mujeres[3].


[3] Idem.

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