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Antonio Calera

06/07/2019 - 12:04 am

Credo al cerdo

El cerdo es, entonces, nuestra pura y real pasión. ¿Acaso ha defraudado a algún seguidor?

¡Cuántas virtudes se funden en tu naturaleza, querido Cerdo! Foto: EFE.

Bulle la carne en el aceite.
Dentro de poco tragaré como un cerdo.
José Emilio Pacheco.

Señoras y señores del mundo entero, solicito su atención y su respeto. Nos hemos reunido para cantar juntos, luego de tantas dádivas recibidas, luego de tanto tiempo, a nuestro querido hermano, el Cerdo.  A ti hermano, pues, este canto, desde muy del fondo del pecho, como agradecimiento no sólo por la maravilla de tu ser perfecto, sino por tu sacrificio eterno en aras del placer nuestro.

¡Cuántas virtudes se funden en tu naturaleza, querido Cerdo! ¡Cuántos hemos perdido hasta el juicio por el sabor de tus lomos, tu panza, tu buche, tu cuero! ¡Y es que pareces no provenir de la tierra sino de los cielos! ¡Cuánta alquimia hasta en tu sagrada manteca, por poner un ejemplo, que torna en oro todo cuanto impregna! ¿Qué perfecto hechizo te dio la luz, majestuoso cochinillo, qué magos de que mundos te dieron realidad nuestro divino porcino, a ti que, para beneplácito de nuestro vicio, tu grandeza no tiene desperdicio? Alabados sean, pues, aquellos que te hicieron, alabados sean por los siglos de los siglos, quienes te regalaron a nosotros, tan malos bichos!

Y es que no hay pierde contigo y lo sabes bien, querido amigo. Cerdo como chicharrón prensado retacado en gorditas, bendito manjar venido del cielo, como pepitas de oro, obleas benditas. Cerdo como tocino ahumado, poema ubicuo, lajas preciosas sabroseadoras de lo nimio, que hacen circular por doquier la belleza de lo porcino ¡Y el jamón, por dios o por el diablo, el subidón del jamón, que junto con las chuletas y costillas nunca sabremos si hacen de viandas benditas o las veces de ritual para la extremaunción!

Y vaya que nos importa un bledo lo que digan el kashrut judío o el halal musulmán. Nada como una torta de lomo adobado, unos tacos de cochinita, nada como unas manitas, el resabio de unos tacos de buche aferrado al paladar. Por eso, señoras y señores, habrá que decir las cosas como son: que el Cerdo es el nuevo credo, el Cerdo es nuestro nuevo pastor, porque sin Cerdo parece que no hay juego, no haber círculo gastronómico perfecto. El cerdo es, entonces, nuestra pura y real pasión. ¿Acaso ha defraudado a algún seguidor?

Por eso Cerdo nuestro, porque tú sabor parece haber venido de los cielos, santificado sea tu cuerpo. Que tu belleza cunda por el mundo entero. ¿Para los picnics? Los áspics. ¿Parra la farra? La butifarra ¿Para el enfermizo? Un chorizo. ¿Para el mamón? Trozo de jamón ¿Para los colegas? Las paletas. ¿Para el más plomo? El lomo. ¿Para las lindas? Morcillas. ¿Los fortachones? Lechones. ¿Y las doncellas? Las mortadelas ¿Para la siesta en el canapé? Un poco de paté. ¿Y para las hadas? ¡Pues un kilo de sobrasada!

Así es, cerdito querido, que te lazamos todas las porras: oda al Sus scrofa, alaridos al divino porcino: nuestro Chancho, nuestro Chon, nuestro Chiro, nuestro Coche, Cochino, Cochinillo. Nuestro Cocho, nuestro Cuche, nuestro Cuchi. Nuestro Macho, Tunco, nuestro Porco, mucho más y mejor conocido  no como verraco o gorrino, no como marrano, cuino o lechón: sino como puerco, marrano o cerdo, que es como le dice todo el montón.  ¡Y piensa, hermano, cada vez que te halles frente al verdugo, piensa: que no mueres como un paria, en vano, mueres para convertirte en poema, en placer para tu hermano humano!

A ti hermano, pues, este canto, desde muy del fondo del pecho, en agradecimiento a la maravilla que es tu ser perfecto, por tu sacrificio eterno en aras del placer nuestro. Gracias, compadre, por los valores que son tus jamones, por los perfectos que son tus sesos, lo perrones que son tus chicharrones. Gracias por tu sangre que nos apaga el hambre, gracias por la calma con que nos regala tu grasa. Te estaremos eternamente agradecidos por haber “aligerado” nuestra existencia: ten seguro nos sentiríamos un tanto cuanto deprimidos, de no ser por el regio regalo de tu grandeza.

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