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Hilda García

06/04/2012 - 12:01 am

Hablar no es suficiente… hay que actuar

¿A qué le teme el presidente Felipe Calderón cuando habla de llamado a frenar el tráfico legal de armas de Estados Unidos a México? Mientras en redes sociales y medios se pone énfasis en la salud de Josefina Vázquez Mota, en la mano tendida de Andrés Manuel López Obrador al Ejército Zapatista o en los […]

¿A qué le teme el presidente Felipe Calderón cuando habla de llamado a frenar el tráfico legal de armas de Estados Unidos a México?

Mientras en redes sociales y medios se pone énfasis en la salud de Josefina Vázquez Mota, en la mano tendida de Andrés Manuel López Obrador al Ejército Zapatista o en los errores de Enrique Peña Nieto, uno de los puntos de reclamo en la política bilateral entre México y Estados Unidos ha quedado opacada.

En repetidos foros y oportunidades, cuando el mandatario se ha reunido con su homólogo Barack Obama, el tema de las armas ligado a la operación “Rápido y Furioso” y otras similares, ha quedado diluido, matizado, sin fuerza. Pasó en esta última ocasión en la reunión trilateral de Norteamérica que, aunque se habló de las armas, no hubo una propuesta de acción concreta. Sólo declaraciones diplomáticas. Y esto ya pasó también durante su visita a Washington, DC, el año pasado.

Apenas a horas de que se revelara el tema en la prensa estadounidense sobre el operativo “Rápido y Furioso” Calderón no tocó el tema con Obama y poco después, en una entrevista que dio al New York Times señaló que no había insistido en el tema porque consideraba que era un debate politizado de los republicanos contra la administración del presidente de origen demócrata.

Desde que se supo del operativo, el Senado mexicano exigió respuestas, hizo declaraciones y ninguna autoridad hizo un reclamo formal y aunque se hable del tráfico de armas en manera genérica, no se ha insistido en el hecho de que Estados Unidos haya hecho operaciones fracasadas que armaron a los grupos criminales en México.

Reportes de Estados Unidos y México han señalado que prácticamente un 87% de las armas utilizadas por el narcotráfico provienen del vecino del norte. Y han entrado a nuestro país por la venta que hacen las armerías estadounidenses hacia individuos que practican actividades criminales. Hasta ahí se ha puesto el dedo en la llaga sin que se hayan tomado muchas medidas al respecto.

El peor problema es que a esas actividades de venta se suman los operativos fallidos que de manera “legal” se hicieron por parte de agentes oficiales de Estados Unidos. Y apenas de manera velada el mandatario mexicano lo reclamó en la última reunión de los líderes de Norteamérica (México, Estados Unidos y Canadá) que sin referirse de manera abierta al operativo, habló de que no aceptaría el tráfico de armas ni de manera ilegal o ni aunque fuera dentro de una operación oficial.

Entre octubre de 2009 y septiembre del 2010, la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos en Estados Unidos vendió armas a presuntos criminales dejándolas pasar hacia la frontera con México y Centroamérica con el fin de rastrearlas y darles seguimiento esperando identificar a los responsables que trafican el armamento.

Se calcula que se traficaron unas 2 mil 500 armas que ingresaron al territorio mexicano de manera ilegal, y de las cuales sólo 797 fueron recuperadas en eses periodo. Todo este operativo, se ha insistido, ocurrió sin que las autoridades de Estados Unidos informaran o alertaran al gobierno mexicano. Hasta ahora, según sabemos, ha habido seis operativos de este tipo desde 2006, año de inicio de la administración de Felipe Calderón.

Aún no se confirma la gran duda. Si el gobierno mexicano no lo sabía, ¿por qué su reclamo no ha sido más contundente ante uno de los más graves orígenes de la violencia en México que ya ha dejado unas 60 mil víctimas mortales durante el sexenio del presidente Calderón?

Ahora bien, si sí lo sabía, como han indicado algunos agentes de la DEA en Estados Unidos, ¿cómo es que se permiten este tipo de operativos que podrían contradecir la política de combate contra el narcotráfico?

Puede ser que el obispo de Morelia, Alberto Suárez Inda, absuelva a Felipe Calderón de la muerte de las 60 mil víctimas durante su sexenio, pero eso no lo exime en el plano civil de su responsabilidad como mandatario de hacer los reclamos formales sobre este tan delicado tema que agrede la soberanía nacional, los sistemas de seguridad en México y, por si fuera poco, catalizando la violencia.

El mandatario cuenta con el apoyo del Senado e incluso del reconocimiento de la secretaria de Estado, Hillary Clinton, sobre el fenómeno de las armas, pero nos hemos quedado tibios.

Ante fenómenos como el del operativo “Rápido y Furioso”, el Senado mexicano pidió a Calderón que promueva con países que considere necesarios un Tratado Internacional Sobre el Comercio de Armas.

Hace apenas tres semanas, el pleno del Senado aprobó por unanimidad un punto de acuerdo con exhorto al mandatario para que participe activamente durante las negociaciones del Tratado sobre Comercio de Armas a fin de que se incluya una cobertura exhaustiva de todo tipo de armas y equipamiento conexo, así como todo tipo de transferencias y transacción de las mismas con sistemas periódicos de registro y evaluación para evitar el desvío de las armas hacia actividades prohibidas por el Derecho Internacional.

A nivel internacional, quizá uno de los logros de la administración de Calderón es el que Estados Unidos reconozca oficialmente su responsabilidad en el tema del narcotráfico. Durante su visita a México en marzo del 2009, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, aceptó que tanto el consumo de drogas en Estados Unidos, como la venta ilegal de armas eran los catalizadores de la violencia del narcotráfico en México.

Bajo este contexto es que durante la reunión trilateral de los líderes de Norteamérica, Calderón hizo un nuevo llamado a frenar el tráfico ilegal de armas de Estados Unidos hacia México y advirtió que si no restablecen mecanismos para evitarlo “no sólo será imposible que la violencia termine en México, sino incluso puede amenazar en el futuro a la sociedad americana”.

Al término de la Cumbre de Líderes de América del Norte, ante sus homólogos de Estados Unidos, Barack Obama, y el primer ministro de Canadá, Stephen Joseph Harper, Calderón se refirió, sin mencionarlo una vez más, al operativo “Rápido y Furioso”: “Estoy en contra del tráfico de armas de manera ilegal; también lo estoy del tráfico de armas, así sea dentro de un operativo legal. El gobierno de México no acepta, ni lo puede aceptar bajo ninguna circunstancia un trasiego, aún controlado, de armas”, declaró Calderón.

Por su parte, Obama hizo un reconocimiento público a nuestro Presidente y puso énfasis tanto en la Iniciativa Mérida como en la necesidad de reducir el consumo de drogas y un compromiso compartido, pero poco habló de medidas concretas sobre la venta de armas.

Tenemos que ser más contundentes en el reclamo y en la acción. No podemos solamente hablar y dar discursos que suenen a que estamos molestos, tenemos que ser claros, directos y hacer exigencias que si bien respeten la política interna de Estados Unidos, también hagamos que se respeten nuestras políticas internas.

Hilda García
Estudio Periodismo en la Universidad Nacional Autónoma de México, obtuvo el grado de Maestría en la Univ. de Miami con el tema de los “Weblogs y la mediamorfosis periodística”.

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