PRD-PRI-EPN: EL PRECIO DE LAS SONRISAS

06/03/2014 - 12:00 am
Zambrano y Peña Nieto. Foto: Cuartoscuro
Zambrano y Peña Nieto. Foto: Cuartoscuro

Ciudad de México, 6 de marzo (SinEmbargo).– El primer año del regreso del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a la Presidencia de la República marcó de una forma muy peculiar al partido de izquierda más numeroso del país: el Partido de la Revolución Democrática (PRD). No sólo sumó a sus filas a una ex militante de renombre como Secretaria de Desarrollo Social, Rosario Robles Berlanga, sino también consiguió la cooperación de los dirigentes de la fuerza política que recién lo había acusado de fraude electoral en los comicios de 2012.

Mientras Andrés Manuel López Obrador, el candidato de las izquierdas que obtuvo el segundo lugar con más de 15 millones de votos en las elecciones de ese año, luchaba por demostrar que el priista Enrique Peña Nieto cometió fraude, compró el sufragio y superó los gastos de campaña, los líderes del principal partido que lo postuló negociaban y luego anunciaban la firma del Pacto por México, un instrumento donde participaron priistas, perredistas, panistas y el gobierno federal.

El triunfo del PRI entonces se consolidó: no sólo obtuvo la Presidencia de la República, sino que sumó a la oposición, al Partido Acción Nacional (PAN) y al PRD, a un acuerdo que para muchos especialistas y detractores fue la legitimización del proyecto político y económico del priista Peña Nieto.

Rosario Robles, quien sirvió a las filas de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, fue Jefa de Gobierno del Distrito Federal y ocupó la presidencia nacional del Sol Azteca. Recibió múltiples acusaciones por utilizar los programas sociales del gobierno para beneficiar al PRI en las elecciones del 7 de julio de 2013 y de ser una de las principales operadoras electorales de Peña Nieto.

Jesús Zambrano Grijalva, actual presidente nacional del PRD y una buena parte de los líderes, senadores, diputados, gobernadores y dirigentes estatales, apoyaron varias de las reformas estructurales contenidas en el Pacto por México, aunque el precio político a pagar fuera una división interna que convirtió a la fuerza política en un campo de batalla entre las “tribus” o corrientes que no estaban de acuerdo con la participación de los perredistas en la mesa de la negociación con el PRI.

“Ya no es el PRD de que se fundó en 1989. Si se leen los documentos de su fundación y lo que se planteaba y se ve la práctica de hoy, la lucha por una democratización del país hace rato que se dejó y no solo son ‘Los Chuchos’ y los bejaranistas, todos andan tras el billete, los elevados salarios, el glamour del poder. A ellos no les interesa que el partido elabore un programa para llevar al pueblo a la lucha para cambiar la situación que significa el PRI”, dijo Telésforo Nava, profesor de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), quien por muchos años participó en la vida política del Sol Azteca.

Nava fue fundador del PRD y recordó que si bien el partido se erigió gracias a varias figuras detractoras del proyecto priista como Cárdenas Solórzano, Porfirio Muñoz Ledo y la maestra Ifigenia Martínez y Hernández, quienes provenían de la vertiente nacionalista de Lázaro Cárdenas del Río, la nueva fuerza política se nutrió de partidos socialistas y movimientos sociales que buscaban democracia para el país.

“El PRI como partido impuso un régimen político autoritario y vertical donde determinaba la vida política. Ya se sabía que los candidatos del PRI a la presidencia de la república, eran los que ganaban, mientras que al resto de los partidos se les deban pequeñas tajaditas. Los priistas no permitían que se desarrollara ninguna oposición y a la que surgía la cooptaba, encarcelaba o asesinaba, hasta que surge una vertiente detractora a su interior, que luego forma al PRD”, recordó.

El líder del PRD, Jesús Zambrano, permitió el acercamiento del partido con el PRI. Foto: Antonio Cruz, SinEmbargo
El líder del PRD, Jesús Zambrano, permitió el acercamiento del partido con el PRI. Foto: Antonio Cruz, SinEmbargo

Pero para Nava aquel espíritu de los fundadores del Sol Azteca murió y 2013 fue el año donde el PRI conquistó por fin al partido que alguna vez significó una oposición real.

“El ejemplo más claro es Rosario Robles, pero este PRD está descompuesto, está bastante podrido. Vemos que la dirección del partido ha estado en el Pacto por México, luego simulan que se rompe, se desligan, pero ahí están que el pacto en el Senado, están avalando todas las propuestas del PRI. Esta cosa que se dice de izquierda, es la izquierda de Peña Nieto”, dijo.

El partido se convirtió en un botín que las diferentes “tribus” pelean y se reparten y donde hoy el PRI juega un papel importante.

“Se instituyo la frase ‘acuerdo mata estatuto’, la ley en el PRD no sirve para nada, las bandas se ponen de acuerdo, pasan sobre el estatuto e imponen la ley de las bandas. La dinámica del partido es de subordinación absoluta a la política de Peña Nieto”, dijo.

El investigador de la UAM prosiguió: “es un PRD muy deteriorado, disminuido, no tiene trabajo político, tiene trabajo electoral, pero trabajo popular, como hacíamos en la izquierda no. Su votación va cayendo, las campaña de López Obrador, hay que reconocer, logró traer muy buena votación al PRD y de eso ha seguido vegetando”.

Nava asegura que la política actual del PRD y su papel ante el PRI, no es privativo de “Los Chuchos” o Nueva Izquierda, corriente liderada por Jesús Ortega y Jesús Zambrano Grijalva.

“Es toda una política que traen las bandas del PRD. Si estuviera dirigiendo Bejarano, haría lo mismo. María de los Dolores Padierna [Senadora de la República], no hizo escándalo sobre el Pacto por México porque le preocupara el papel de la izquierda, sino porque ella no estaba en el negocio. Ya vimos a su marido con la cara de placer tomando los dólares en los video escándalos”, dijo.

NUEVA RELACIÓN DEL PRD CON EL PODER

Foto: Cuartoscuro
Graco Ramírez, Ángel Aguirre y Miguel Mancera, los tres del PRD en sanas relaciones con el PRI. Foto: Cuartoscuro

En varias ocasiones durante el 2013, Jesús Zambrano defendió al Pacto por México en cada oportunidad que tuvo, incluso en algunas más apasionadamente que César Camacho Quiroz, presidente nacional del PRI.

A mediados de año, cuando el Pacto por México estaba en todo su apogeo, con la Reforma Energética en puerta y todavía con un PRD apostándole al diálogo, César Camacho Quiroz se jactó después de instalar la mesa de negociación de la Reforma Política-Electoral en el Hotel Hilton de la Ciudad de México, del éxito del acuerdo, con la complacencia de sus firmantes.

“A ocho meses de su firma el Pacto por México es eficaz, de los 95 compromisos, 55 están en avance o cumplidos y 33 esperan. El Pacto crece y se hace grande. Crece, porque las reformas constitucionales aprobadas se desarrollan en legislaciones secundarias y si el Pacto crece significa que madura y se engrandece. Esto acredita su capacidad transformadora”, dijo.

El priista prosiguió: “Muestra un potencial que atemoriza a los reaccionarios y conservadores y acredita la eficacia de la política. El Pacto se ha hecho más complejo…el Pacto va por más reformas”.

Ese mismo día, Jesús Zambrano Grijalva dijo estar convencido de que con la propuesta energética del PRD, la izquierda tendría con qué debatir con las propuestas del PAN y del PRI en el seno del Pacto.

“Vamos a presentar nuestra propuesta y ojalá y se convenzan de que lo mejor que puede hacer es que sea la gente sea la que decida. Voy a tratar de convérselos de que no es necesario reformar la constitución para modernizar a Pemex”, dijo en agosto.

Pero la voz de Zambrano y la del PRD no se escuchó ni dentro del Pacto por México, ni en los recintos legislativos, donde la Reforma Energética se aprobó al vapor, antes de concluir 2013.

Jesús Zambrano defendió el Pacto hasta el final. Lo defendió en el Congreso Nacional del partido en Oaxtepec, Morelos en noviembre, unos días antes de que el acuerdo concluyera y logró que 80 por ciento de los consejeros perredistas votaran a favor de mantenerse dentro del pacto.

El argumento de la dirigencia del PRD fue el ser “progresistas” y colocar a la izquierda en otra posición que hasta entonces no había tenido: un PRD colaborativo, participativo y que lograra incidir con sus propuestas en los planes de los priistas.

El año pasado en entrevista con SinEmbargo, Jesús Ortega, líder de la corriente Nueva Izquierda o de “Los Chuchos”, dijo que la idea del Pacto por México fue del PRD.

“Nuestra estrategia de presentar la propuesta del Pacto, porque fue iniciativa nuestra no fue del Presidente ni del PRI. La presentamos no como una ocurrencia, ya veníamos viendo años atrás que se requería un gran acuerdo nacional para resolver los grandes problemas bajo la siguiente hipótesis: nadie por sí solo en la Presidencia de la República va a poder resolver los grandes problemas del país y de la gente”.

Ortega enfatizó: “frente a un planteamiento de un acuerdo político nacional para resolver los grandes problemas de México usted me pregunta ¿qué gana el PRD? ¿Qué gano de qué? Votos, posiciones, alguna secretaría, alguna posición en alguna dirección. Ese es el cambio que no se entiende ¿fueron al Pacto y qué negociaron en el viejo estilo? Fuimos al Pacto para garantizar el crecimiento de la economía, para terminar con el control que tenía Elba Esther Gordillo sobre la educación; fuimos para terminar con el monopolio que quieren unos pocos bancos, para terminar con el monopolio de las televisoras, para lograr un programa nacional de combate a la pobreza que no sea asistencialista. Fuimos al Pacto para resolver uno y otro de los 95 grandes problemas del país”.

Para Jesús Ortega firmar el Pacto por México con el PRI, no significó esa “traición” el alejamiento de las bases de izquierda y tampoco los convirtió en un partido “satélite”, como acusó el mismo López Obrador y líderes perredistas como el Senador Alejandro Encinas Rodríguez o el ex Jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard Casaubón.

“La clave está en que los políticos de izquierda no sólo se planteen la solución de los problemas, sino que solucionen los problemas. Porque el Pacto es para solucionar los problemas del país. Nosotros gobernamos la mitad del territorio nacional, no somos oposición por oposición ni somos oposición eterna. Somos oposición en algunas políticas del gobierno, pero al mismo tiempo tenemos responsabilidades. Lo más fácil es gritar y pensar que gritando y exigiendo y firmando desplegados se van a solucionar los problemas del país”, dijo.

El viejo PRI es el enemigo y al PRD le corresponde la tarea de velar que Peña Nieto no regrese al viejo sistema.

“Hoy el mayor riesgo para el país es la regresión hacia el viejo partido de Estado y la izquierda tiene que hacer todo lo necesario para evitar que Peña Nieto en la Presidencia haga todo lo necesario para regresar al viejo sistema del carro completo, del fraude electoral, manipulación de los votos, represión y autoritarismo, ese es el mayor riesgo ¿cómo lo evitamos?, a través de una gran reforma político-electoral que termine de manera definitiva con ese riesgo y llegar a la transición democrática”, dijo.

Reforma Política que aún está en discusión y elecciones limpias que quedaron muy lejos el pasado 7 de julio, cuando a pesar de que el PRD firmó con el PRI y con el PAN un Adéndum al Pacto por México para garantizar la transparencia de los comicios, los perredistas denunciaron múltiples prácticas de fraude electoral, violencia y hasta la intromisión del crimen organizado en beneficio de candidatos del PRI en algunos estados.

Hubo muertos, autos incendiados, sedes del PRD asaltadas, amenazas, intimidaciones, la utilización de miembros de la organización delictiva Mara Salva trucha, quema de urnas y compro de votos y aun así, los perredistas continuaron aferrados al Pacto por México, hasta que en diciembre, unos días antes de que el PRI y el PAN votaran en bloque por la modificación de los artículos 27 y 28 de la Carta Magna, decidieron abandonarlo.

LOS GOBERNADORES DEL PRD Y EL PRI

Peña Nieto y Rosario Robles. La transformación consumada. Foto: Cuartoscuro
Rosario Robles, el principio del acercamiento. Foto: Cuartoscuro

Uno de los gobernadores del PRD más afines a Peña Nieto, al menos públicamente y abiertamente, es Graco Ramírez Garrido Abreu, Gobernador de Morelos, miembro de la corriente del presidente Zambrano, Nueva Izquierda y quien apoyó por completo a la Reforma Energética del PRI.

El lunes 11 de marzo en Xochitepec, Morelos, Graco Ramírez Garrido se reunió con un grupo de mujeres encabezadas por Rosario Robles y en esa ocasión le contó una anécdota que tuvo con Peña Nieto a la titular de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) : “Me dijo: ‘Voy a pedirle a Rosario Robles que vaya en mi representación’. Me preguntó: ‘Y, ¿cómo te llevas con Rosario Robles?’ Le dije: ‘Presidente, antes, durante y ahora, me llevo muy bien con Rosario Robles’”.

El gobernador de Morelos prosiguió con su anécdota con Peña Nieto: “Dice: ‘Porque ya no está en el PRD y muchos no la quieren’ y le digo, ‘no, yo no tengo querencias por partido. Yo valoro a la gente por lo que es y por eso quiero a Rosario Robles’. El Presidente me dijo: ‘Pues voy a pedirle que vaya en mi lugar’ y le dije: ‘Mejor imposible, este es un acto de mujeres y queremos a Rosario porque es una mujer que ha salido adelante’”.

Sobre este pasaje existe una versión estenográfica publicada en el portal del Gobierno del Estado de Morelos.

De acuerdo con representantes de la sociedad civil de esa entidad, Graco Ramírez dista mucho de encabezar un gobierno de izquierda.

Lo mismo sucede con Ángel Aguirre Rivero, Gobernador de Guerrero, quien también apoyó al PRI y a Enrique Peña Nieto en su Reforma Energética, ante los ojos de una dirigencia que no reaccionó.

“No puede ser que el grupo dirigente que estuvo en contra de la Reforma Energética, guardara silencio cuando Graco Ramírez apoyó a Peña Nieto en la reforma y cuando nosotros lo criticamos, su opinión fue que nosotros somos unos intolerantes. Cuando Peña hizo su ceremonia para anunciar a la reforma energética a un lado estuvo Graco y al otro Ángel Aguirre, los dos gobernadores del PRD. Zambrano y Jesús Ortega guardaron silencio, no dijeron nada, son silencios cómplices, son señales preocupantes; quizá significa que Graco y Aguirre expresan lo que ellos piensan”, criticó hace unos días Carlos Sotelo García, candidato de Movimiento Patria Digna a la dirigencia del PRD.

Graco y Aguirre no son los únicos gobernadores del PRD vinculados al PRI. En el caso del Distrito Federal con el Jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera –que aunque no está afiliado al Sol Azteca, llegó al poder postulado por el partido– hay analistas que colocan más cargado a la derecha que a la ideología de izquierda.

“Mancera viene del equipo jurídico de López Obrador, desde la academia, pero se ha cargado demasiado a la derecha de manera inexplicable. Lejos de asumir un papel de un gobernante líder opositor al gobierno de Peña Nieto, parece que está más cerca del Presidente”, dijo Héctor Quintanar; especialista Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Para Quintanar el Jefe de Gobierno ni siquiera muestra con claridad cuál es su apuesta: lo postuló la izquierda, no está afiliado a ningún partido político, pero tampoco comulga abiertamente con el Partido Acción Nacional (PAN), ni con el Revolucionario Institucional (PRI).

“En la política se deben de definir la afinidad política de forma clara. Los arranques de gobierno también son muy importantes y el de Mancera es opaco, gris, podría enderezar el camino, le quedan cinco años, pero pareciera que como su primer año, será el resto. Ojalá que rectifique, porque pese a los vicios del partido que han gobernado durante los últimos años el Distrito Federal, la ciudad es un espacio de mayores libertades políticas que el resto”, dijo.

Luis Miguel Pérez Juárez, profesor Investigador de la Escuela de Graduados en Administración Pública y Política Pública del Tecnológico de Monterrey, opinó que Mancera desilusionó a los electores y a los liderazgos que lo apoyaron.

Muy lejos quedó aquella fotografía que se tomó sonriendo con López Obrador durante un juego de beisbol y muy cerca su deseo de que “el PRD rectifique y reconsidere el Pacto por México”, cuando los perredista decidieron abandonarlo, antes de que se aprobara la Reforma Energética.

Mancera se volvió un costo político elevado para López Obrador y para la izquierda más radical que lo apoyó.

“La izquierda está desilusionada, les confirma que no comulgaba directamente con sus principios. Si se traslada la brújula política hay un acercamiento con la derecha y los apoyos de la izquierda hacia Mancera van a ir disminuyendo como el precio que tiene que pagar por su buena relación con el gobierno federal. Andrés Manuel lucha por el registro de Morena y se tiene que afianzar en posiciones de izquierda, Mancera lo deslegitima”, detalló.

Pérez Juárez no ve un retorno de Miguel Ángel Mancera a las posiciones de los liderazgos que lo impulsaron, sino que su posición centro-derecha será el común denominador de su gestión durante los próximos años.

“Ese será el tenor que se verá durante todo su gobierno. Eso lo van a aprovechar el PRI y el PAN para intentar recuperar a la ciudad”, dijo.

Para algunos analistas Mancera busca “servirle la mesa” al PRI para que retome el gobierno del GDF en 2018, para otros, aún es prematuro conocer cómo se desenvolverá durante los próximos años y perredistas como Carlos Navarrete Ruíz, candidato a la presidencia nacional del PRD, lo ven pronto en las filas del Sol Azteca.

Sobre la relación del PRI y del PRD que se dio durante el último año, varios liderazgos perredistas opinan que debe cambiar y erigirse como un “partido claro de oposición al régimen”, mientras que el ala de la dirigencia actual, asegura que lo que el país necesita es un perredismo abierto al diálogo, negociador e inmerso en la toma de decisiones de México.

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