Parcial y subjetivo | Todos esos monstruos

05/10/2012 - 11:00 am

Las criaturas fantásticas siempre han llamado la atención. Tanto, que durante la Edad Media se elaboró una cantidad importante de bestiarios. En ellos se daba cuenta de las características de diversos monstruos a partir de registros en los que se les trataba como animales existentes. Esto resulta interesante desde varias perspectivas. La primera, porque es un claro antecedente del espíritu enciclopedista. La segunda, porque confería existencia real a bestias que, por fortuna o desgracia, no la tenían. Sin embargo, este movimiento ha permitido que la humanidad se rodee de seres sorprendentes, maravillosos y temibles sin la mediación de lo biológico.

Para construir estos bestiarios se recurría a la tradición oral. Es común escuchar a personas jurando haber visto a tal o cual ser. También se ha abrevado de las mitologías y cosmogonías. En este punto el interés se multiplica. Ya no basta con la descripción de los seres. Ahora se debe construir un mundo para ellos y, por qué no, permitirles que se relacionen entre sí y con los humanos. De pronto se establecen esquemas jerárquicos, dependencias, intencionalidades y formas de convivencia. En otras palabras, lo que era una simple descripción fantástica se va convirtiendo en literatura.

Tal vez por estas conversiones sea que la idea del bestiario ha llamado tanto la atención de los escritores. El último siglo nos ha regalado varios de ellos. Ya sea que se apeguen al modelo medieval para describir monstruos, ya que lo utilicen como punto de partida para construcciones simbólicas, el asunto radica en que el bestiario como género literario está vivo. La razón es simple: la delectación morbosa nos impulsa a buscar monstruos, a conocerlos, a saberlos lejanos y, al mismo tiempo, a permitirnos entusiasmarnos por sus capacidades. De qué otra forma podría explicarse, si no, esa forma de bestiario en tarjetas impresas con la que los niños y adolescentes han jugado durante varias décadas.

Hoy la selección obedece a diferencias, a estilos, a lo que me resulta cercano. Como siempre, sé que me quedaré corto. Prometo monstruos aterradores como compensación.

Bestiario

La narrativa llega a un nuevo nivel cuando la lírica se suma a su causa. Tal es el caso de este bestiario. Juan José Arreola no necesita encontrar seres inusitados ni inventar monstruos terribles. Al contrario, se basa en animales conocidos. Así, es posible encontrar en sus páginas desde el rinoceronte hasta las aves marinas; desde los felinos hasta la hiena. Sin embargo, encontrarlos no implica toparse con algo común. Arreola los encapsula y los acerca a lo humano, los carga de intenciones y, sobre todo, de lirismo. Así las descripciones conducen al lector a un estadio exuberante y poético al mismo tiempo. Por si no bastara la caricia de su prosa, algunas de sus bestias se insertan en historias con carga simbólica en las que es posible encontrar la belleza oculta tras la bestialidad. Sin lugar a dudas, un manual de estilo casi irrefutable.

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Supernaturalia

Para nadie es un secreto que nuestro país es tierra fértil para los mitos y leyendas. De éstos se desprenden seres sobrenaturales con los que resulta inevitable relacionarse. La mayoría de ellos son perversos, perniciosos y más vale no topárselos pese a que, para la mayoría, existen antídotos con los que se contrarresta el daño que pueden hacer. Estructurado a partir de la idea de una novela, este libro es varios libros. La idea originaria de Norma Muñoz Ledo se convierte, en efecto, en un relato epistolar en el que se juega con la idea de la existencia de estos seres. Más tarde, es una extensa y nutrida enciclopedia en la que se da cuenta de una gran parte de esos seres que habitan nuestro territorio. Así pues, no es extraño toparse con nahuales, duendes y brujas. Cada uno de los nueve capítulos agrupa a criaturas con las que no desearíamos toparnos. Más aún, también las clasifica en varias categorías. Un libro, pues, que hace crónica de la idea del bestiario original.

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El señor de los anillos

La imaginación de J. R. R. Tolkien es una de las más fértiles dentro de los escritores del género fantástico. No conforme con inventar seres maravillosos, también se dio a la tarea de diseñar mundos en los que habitaran. Más aún, tras agruparlas en grupos poblacionales, se vio en la necesidad de inventarles lenguajes propios. De esta manera hizo casi lo imposible: creó un mundo completo, con reglas propias, idiomas, geografías y relaciones entre los habitantes del mismo. Incluso hizo bocetos y dibujos de muchos de estos seres. Sus libros han inspirado la fantasía de un sinnúmero de lectores fascinados por la idea de habitar un universo diferente al propio. Ha sido tal su relevancia que muchos se han dado a la tarea de sistematizar su creación. Así, es común toparse con bestiarios ilustrados inspirados en su obra. Es, entonces, uno de esos prodigios literarios que generan tanto lecturas como nuevos libros.

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Bestiario

Es común asociar a las bestias con monstruos: seres perversos que, además, tienen una fisonomía espeluznante. Las representaciones gráficas han dado rienda suelta a la imaginación en este terreno. Sin embargo, también existen monstruos de otros tipos. De los que habitan en el terreno de lo imaginario, de los que parten de una pequeña obsesión que se hace grande, de los que surgen a causa de la culpa. Aun cuando éste es su primer libro de cuentos, no le pide nada a los que vendrán. Con la precisión que lo caracteriza, Julio Cortázar consigue adentrarse a la zona en la que habitan los demonios que nos acechan. Entonces es común encontrar múltiples, diversas y variadas interpretaciones sobre cada uno de los ocho cuentos. Por fortuna, nadie tiene la razón. Si acaso, esas interpretaciones no son sino la manifestación de nuestros propios miedos. De ahí que, algunos de ellos, se hayan vuelto clásicos, una referencia ineludible a la hora de hablar del cuento.

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El libro de los seres imaginarios

La erudición de Jorge Luis Borges está fuera de toda duda. Prueba de ello es este libro (o libros) que escribió junto con Margarita Guerrero. Originalmente se llamaba Manual de zoología fantástica. En él era posible encontrar textos en torno a animales fantásticos, salidos de la imaginación humana. Lo interesante es que estas criaturas provenían de diferentes tradiciones. Así, era posible toparse con seres mitológicos, religiosos y literarios. Una década después, los autores decidieron incorporar una treintena de entradas más, entre las que se incluía a seres antropomórficos; de ahí que haya sido necesario cambiar el nombre. Cualquiera que sea la edición que se consiga, el lector podrá asomarse al mundo de las obsesiones de Borges. Su inconfundible prosa es capaz de darle un valor extra a la existencia de cada una de estas criaturas. Visto desde cierta perspectiva, es el bestiario en el que habitan todos sus monstruos.

Como se puede ver, los monstruos pueden provenir de cualquier parte: Desde el miedo infantil hasta la tradición más arraigada; desde los animales reales hasta las bestias más extraordinarias; desde lo cotidiano hasta lo insólito; de lo real a lo legendario. Cada uno de los autores ya citado ha poblado su universo personal con criaturas que trascienden lo humano. Hacer literatura a partir de ellos resulta casi inevitable.

Jorge Alberto Gudiño Hernández
Jorge Alberto Gudiño Hernández es escritor. Recientemente ha publicado la serie policiaca del excomandante Zuzunaga: “Tus dos muertos”, “Siete son tus razones” y “La velocidad de tu sombra”. Estas novelas se suman a “Los trenes nunca van hacia el este”, “Con amor, tu hija”, “Instrucciones para mudar un pueblo” y “Justo después del miedo”.
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