Para darle forma y “acomodar” cientos de miles de metros cuadros de construcción, alrededor de 900 militares están encargados del control de ejecución la magna obra en la que laboran más de 22 mil 200 trabajadores.
México, 5 sep (EFE).- A pesar de las controversias, las obras del nuevo aeropuerto internacional de la Ciudad de México avanzan y su apertura está programada para marzo de 2022, tras una cancelación del megaproyecto del Gobierno de Enrique Peña Nieto, hoy considerado un nido de corrupción por muchos.
Rebasada la capacidad del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México desde hace casi 15 años, pasó de 20 millones en 2006 a casi 50 millones en 2019, era obligada una nueva terminal. El proyecto se analizaba desde el Gobierno de Vicente Fox (2000-2006), hasta que comenzó en 2014 con Peña Nieto (2012-2018).
Sobre este proyecto planeaba la sombra de la corrupción porque de los 120 mil millones de pesos (unos 5 mil 565 millones de dólares) originales, subió en cuatro años a 300 mil millones de pesos (unos 13 mil 930 millones de dólares).
Los expertos estimaron que su costo final sería de casi 400 mil millones de pesos (18 mil 548 millones de dólares) y estaría listo en 2024.
Andrés Manuel López Obrador, su principal crítico, canceló la obra al llegar a la Presidencia de México, apoyado en una consulta ciudadana y como alternativa presentó a la Base Aérea Militar de Santa Lucía, Estado de México, para construir el aeropuerto.
A finales de septiembre de 2019, López Obrador declaró esa construcción como tema de “seguridad nacional” y la misma se inició a mediados de octubre de 2019 con un presupuesto de unos 75 mil millones de pesos (unos 3 mil 485 millones de dólares).
ROMPECABEZAS COLOSAL
La construcción del aeropuerto en Santa Lucía se asemeja a un rompecabezas kilométrico, que debe ser resuelto a contrarreloj y que la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), encargada de la obra, busca solucionar.
Para darle forma y “acomodar” cientos de miles de metros cuadros de construcción, alrededor de 900 militares están encargados del control de ejecución la magna obra en la que laboran más de 22 mil 200 trabajadores.
La dificultad del monumental reto comenzó el mismo día que las obras, el 17 de octubre de 2019, cuando López Obrador estableció como fecha de apertura el 21 de marzo de 2022, es decir, 26 meses de trabajo.
“El avance de la obra se encuentra en un 30.34 por ciento y está por encima de la programación que tenemos prevista”, dijo en entrevista con Efe, el ingeniero constructor José Juan Marín Solís. “El 21 de marzo de 2022 entregaremos el aeropuerto operando”, agregó durante un recorrido de Efe para comprobar los avances.
UN EJÉRCITO A CARGO Y OTRO TRABAJANDO
El desfile de camiones de carga y de volteo en la obra, y de personas, es incesante. Los vehículos trasladan miles de toneladas de materiales de construcción, mientras que otros llegan del aeropuerto que se iba a construir en Texcoco.
A lo lejos cientos de trabajadores parecen hormigas cumpliendo cada uno con su tarea. Ellos representan una fuerza laboral sin par que cumple jornadas de ocho horas y en algunas zonas, donde el trabajo no para, se reparten en tres turnos.
Otros que también se esfuerzan día con día, entre constantes y pesadas nubes de polvo, son los técnicos a cargo de las excavadoras, grúas y montacargas, quienes hacen maniobras constantes sin detenerse en sus turnos.
Según el Ejército mexicano en los casi 11 meses de construcción, la obra ha generado unos 39 mil 500 empleos.
PISTAS, TORRE DE CONTROL Y TERMINAL
Una amplia calle de 45 metros de ancho y 4.5 kilómetros de largo, ha sido rematada en concreto hidráulico y solo le restan 800 metros de ese material para perfilarse como la pista central.
“Tenemos prácticamente terminada la pista central y otra pista que está prácticamente terminada es la militar, el complejo de instalaciones militares, reubicado, y el edificio terminal tiene un avance sustancial en su estructura”, explicó el también vocero de los ingenieros en Santa Lucía.
Mientras que la torre de control “ya rebasa los 64 metros de altura (de los 88 metros que tiene proyectados)”.
Para cumplir con la fecha límite, Marín Solís, ingeniero residente del Frente 9, dijo que en la obra se han implementado varias estrategias para los avances, entre ellas, los bancos de préstamo de material interno.
“Aprovechamos esas áreas en la base militar para la extracción de material que nos permite tener una dinámica de construcción muy rápida además de abatir costos en el traslado de los materiales”, contó.
Dijo que, tras casi 11 meses de trabajos, “prácticamente todos los materiales pétreos que se han utilizado en el lugar se han obtenido del mismo interior de la base militar y del material que se encontraba en Texcoco”.
De la construcción cancelada se aprovechan materiales como basalto, tezontle, material eléctrico, tubería, drenajes, acero y material estructural para edificaciones que no representan un costo en el presupuesto de la construcción que es de 79 mil millones de pesos (unos 3 mil 645 millones de dólares).
MILITARES Y TRANSPARENCIA
Con la participación de la Sedena en el proyecto, el Gobierno de México evita ese pago ya que los militares prestan un servicio a la nación.
Bajo la herramienta del Modelado de Información de la Construcción (MIC), retomado del Building Information Modeling (BIM en inglés), el Ejército busca hacer eficiente la planeación, disminuir sobretiempos y sobrecostos y privilegiar la transparencia y la rendición de cuentas.
El MIC contempla, entre otras ventajas, una representación virtual de la obra y tiempos y costos reales.
Marín Solís recordó que el aeropuerto en su primera etapa contara con tres pistas, dos para operaciones comerciales y una para militares.
El proyecto inicial comprendía 2 mil 300 hectáreas, pero se adquirieron mil 400 hectáreas para un total de 3 mil 700, más de cinco veces la extensión del actual Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México que es de 750 hectáreas.
El futuro aeropuerto mexicano tendrá capacidad para unos 20,5 millones de usuarios al año y espera recibir unos 85 millones en varias etapas de construcción que se cumplirán en las próximas tres décadas 2030, 2040 y 2050.
Santa Lucía operará a la par del actual Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) y con el de Toluca, también en el Estado de México, y entre los todos tendrán disponibles seis pistas.