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Francisco Ortiz Pinchetti

05/08/2022 - 12:03 am

Mentiras voladoras

Mentira que la entrada en servicio del nuevo Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles aliviaría la saturación que padece el viejo aeropuerto capitalino.

La nueva mentira es el hundimiento de la T2 del aeropuerto Benito Juárez. Foto: Galo Cañas, Cuartoscuro.

El tema aeroportuario de la capital del país ha resultado una historia de mentiras. Una tras otra. A ella se suma ahora el supuesto hundimiento de la Terminal 2 del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM).

Primero fue la cancelación del Nuevo Aeropuerto  de Texcoco, el NAICM, que habría puesto a nuestro país entre las potencias aeronáuticas del mundo. Un capricho y una aberración histórica, que nos va a costar muy cara. Las razones para detener su construcción fueron absolutamente mentirosas. Empezando por la afirmación de que se trataba de un monumental fraude y que había ahí un enjambre de corrupción entre funcionarios y empresarios. No se presentó sin embargo una sola denuncia en ese sentido. En cambio, se mintió con el costo que tendría dicha cancelación, incluyendo indemnizaciones, multas y bonos a los afectados: la suma acabó por triplicarse y superar los 300 mil millones de pesos.

La integración de un Sistema Aeroportuario Metropolitano (SAM) en lugar del desechado NAICM  ha resultado otra vacilada. En marzo de 2021 se propuso una reconfiguración del espacio aéreo en el Valle de México para el funcionamiento simultáneo del Aeropuerto Internacional Benito Juárez (AICM), el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) y el Aeropuerto de Toluca.

En los hechos, el AICM sigue saturado por sus deficiencias y falta de mantenimiento ha sido degradado a categoría 2 por parte de la Administración Federal de Aviación (FAA, por su sigla en inglés) del Gobierno de Estados Unidos. Su situación era crítica cuando se planeó la construcción del NAICM para sustituirlo. Tiene 70 años de funcionar (fue inaugurado oficialmente en 1952) y es absolutamente obsoleto. En los últimos años ha sufrido un acelerado deterioro por la falta de mantenimiento. Es un desastre, en suma.

Mentira que la entrada en servicio del nuevo Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) aliviaría la saturación que padece el viejo aeropuerto capitalino. Se dijo que el número de operaciones iría en aumento en las semanas siguientes a su inauguración, el pasado 21 de marzo, y que pronto absorbería un 20 por ciento de las operaciones del AICM. Por el contrario, a pesar de las presiones sobre las línea aéreas, cada vez se usa menos. Registró menor número de viajeros en junio pasado que en mayo y que en abril. En sus primeros tres meses, el aeródromo de Santa Lucia ha transportado 116 mil pasajeros en total… cifra que equivale a lo que el AICM transporta en un solo día. Hoy tiene 11 vuelos redondos al día.

Además, resultó también falso el costo que tendría el aeródromo de Santa Lucía, según lo anunció el propio Presidente de la República el 17 de octubre de 2019. Dijo que la erogación máxima sería de 75 mil millones de pesos y que la inversión sería mixta. Acabó por encargarle la construcción al Ejército Mexicano y su gasto final, que se maneja con opacidad, se estima casi el doble (133 mil millones) erogados totalmente por el erario público.

El supuesto funcionamiento simultáneo de los tres aeropuertos integrados al SAM implicó una reconfiguración del espacio aéreo del Valle de México. A juicio del piloto José Suárez Valdez, analista de aviación, capitán de Boeing 737NG/MAX, especialista en manejo de crisis y vocero de la Asociación Sindical de Pilotos Aviadores de México (ASPA) la nueva configuración puede parecer correcta, pero “sólo en el papel”. Escribió hace unas semanas en The Washington Post: “Sin embargo, no toma en cuenta las particularidades de Ciudad de México: vientos cambiantes e inestables, fuertes lluvias, exhalación del volcán Popocatépetl y, muy importante, que en algún momento el número de operaciones aéreas regresaría a los niveles prepandemia”.

La tal reconfiguración ha sido además fuertemente cuestionada por ambientalistas, vecinos de zonas afectadas por el ruido y controladores aéreos que han advertido la imposibilidad técnica de una operación simultánea del AICM y el AIFA. Es decir, si éste aumentara como se pretende su tráfico cotidiano, llegaría el momento en que no sería factible que ambos aeropuertos operaran sus vuelos.

Por lo demás, la nueva reconfiguración, que ha modificado las rutas de ascenso y descenso de las aeronaves, ha provocado una ampliación de los trayectos con el consiguiente consumo adicional de combustible… y el aumento de los costos. Aparte están los riegos crecientes de un accidente, como ya se avisó ante los incidentes registrados en el AICM con varias aeronaves.

Tampoco es cierto que el Aeropuerto de Toluca funcione. Aunque formalmente reinició operaciones en julio pasado, luego de la desbandada de línea aéreas que sufrió en años anteriores, su aportación no pinta para desahogar en algo la saturación del AICM. Está más bien dedicado a la aviación privada, corporativa. Tiene una infraestructura muy limitada, además del descuido en que se ha estado por mucho tiempo. Apenas opera a la fecha una docena de vuelos al día.

La nueva mentira es el hundimiento de la T2 del aeropuerto Benito Juárez. El Presidente López Obrador salió el pasado 26 de julio con que existe un hundimiento en la zona, acusando que hay una falla estructural grave. “Lo que tenemos que resolver es cómo evitamos que se derrumbe y que haya desgracias, una posibilidad es que se hiciera de nuevo, porque sí hay una falla estructural grave. Hay hundimientos diferenciados”, dijo muy en serio.

Es falso.

La Terminal 2 del AICM no se está hundiendo, lo que se hunde es la ciudad. Lo aseguró nada menos que el Colegio de Ingenieros Mexicanos en Aeronáutica A.C. (CIMA) hace tres días. Jesús Navarro Parada, su presidente, precisó en entrevista con Reforma que la T2 está perfectamente cimentada y no se ha hundido ni un milímetro, ya que fue construida con una técnica de cimentación con pilas a roca madre, lo que implica que sea sostenida con pilas de aproximadamente 50 metros de profundidad.

Explicó que tanto el edificio terminal de la T2 como el soporte del tren que conecta con la T1 fueron construidos con dicha técnica, en la que se excava y perfora hasta llegar a la roca madre, una capa de tierra que es firme y dura. Para cada pila que sostiene la Terminal se hizo un hoyo hasta llegar a la roca madre, a los cuales les colocaron tubos de acero que fueron rellenados de concreto. "Quiere decir que el edificio está perfectamente anclado al suelo, no se mueve. Ahora, hay que recordar que la ciudad se hunde 10 a 12 centímetros por año y todas las colonias aledañas. La terminal está en su lugar", dijo.

Mentiras ¡a volar! Válgame.

DE LA LIBRE-TA

ADELANTOS. Lo que vimos el pasado fin de semana en la elección de congresistas de Morena es un anticipo de lo que nos espera en la lucha por suceder a AMLO. Lo que vimos este jueves con el dedazo a favor de Delfina en el Estado de México es una probadita de la forma en que se definirá finalmente la candidatura presidencial. 

@fopinchetti

Francisco Ortiz Pinchetti
Fue reportero de Excélsior. Fundador del semanario Proceso, donde fue reportero, editor de asuntos especiales y codirector. Es director del periódico Libre en el Sur y del sitio www.libreenelsur.mx. Autor de De pueblo en pueblo (Océano, 2000) y coautor de El Fenómeno Fox (Planeta, 2001).

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