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Alejandro De la Garza

05/02/2022 - 12:03 am

La crítica vuelve a Ítaca

“El Ulises de Joyce incluye en sus páginas todas las lecturas anteriores y se reescribe a sí mismo en la mente del lector con los comentarios, reflexiones, críticas y glosas surgidas en torno a él”.

Fotos cedidas por el servicio de correos de Irlanda, An Post, de los sellos conmemorativos de centenario de la publicación de la novela de James Joyce, Ulises. Foto: EFE

El sino del escorpión se une a la celebración del centenario de la innovadora novela Ulises, de James Joyce, en especial porque el festejo ha producido en México una buena cantidad de comentarios, glosas y notas críticas, mientras en el mundo se multiplican también el ejercicio de la crítica y el análisis de la transformadora apuesta narrativa del autor irlandés, y, en consecuencia, todo ello parece reimpulsar la pervivencia, contra todo pronóstico, de la crítica literaria como un trabajo honesto (Borges, dixit).

La crítica literaria parece entonces volver a Ítaca, insiste el alacrán, aún contra su relegamiento por parte de la mercadotécnica promoción editorial y el “bestsellerismo”, impulsados por las editoriales globales (¿globeras?) en los últimos quince años. “Hoy no es la censura lo que mata la literatura: es el despotismo del mercado y los acicates del estrellato comercializado”, escribió George Steiner.

Incluso la crítica literaria parece sobrevivir al banal fenómeno del “booktuberismo” y los influencers, observa el venenoso, así como a la absoluta manipulación mediática, capaz de promover a un clásico irrefutable con los mismos recursos publicitarios con los cuales promueve a un escritor inepto y complaciente para lograrle entrevistas, agente literario, contrato, tirajes elevados, reconocimiento y hasta algún premio jugoso y envidiable. Entre tanto, el empeño literario verídico, el afán estético, el apego al esfuerzo, la perseverancia y la honestidad intelectual de una obra no garantizan nada a su autor.

El Ulises de Joyce incluye en sus páginas todas las lecturas anteriores y se reescribe a sí mismo en la mente del lector con los comentarios, reflexiones, críticas y glosas surgidas en torno a él. De la misma forma, por ejemplo, leemos la tragedia de Hamlet tal como fue leída en los tiempos isabelinos, como la leyeron los góticos y los victorianos, los románticos y los lectores antes y después de Freud, los modernistas, posmodernistas, decoloniales y subsecuentes.

De las primeras lecturas gótico fantasmagóricas a la percepción del príncipe como un loco; de la centralidad del conflicto cortesano-político a los enfoques sobre el crimen, el Derecho y la justicia, y de las interpretaciones psicológicas del conflicto interior y la orfandad del “dulce príncipe” hasta su transformación en un héroe romántico, leemos un Hamlet a la altura justa de nuestra capacidad lectora, profesional o de estudio, como mero entretenimiento o como distracción. Pero la crítica del libro estará presente en el comentario escuchado o leído, en quien sugiere o desdeña su lectura, y también suscitará en nosotros una reflexión, una glosa o un comentario porque “algo huele mal en Dinamarca”.

Un ejemplo memorable del ejercicio literario crítico es también el de Cervantes y su Alonso Quijano, quien trastornado por la lectura de novelas de caballería encarna en el Quijote para convertirse en caballero andante y “desfacer entuertos”. El de la triste figura “vendió muchas fanegas de tierra de sembradura para comprara libros de caballería en que leer”, nos informa Cervantes en el primer capítulo de El Ingenioso Hidalgo, para luego, como al descuido, pasar dura revista crítica de estas novelas: de Palmerín de Inglaterra al Amadís de Gaula, de Galaor a Roldán y del Cid Ruy Díaz a Bernardo de Carpio.

Ante la locura de Quijano, su confusión entre la realidad y la ficción, y las primeras heridas ocasionadas por su necedad guerrera, su amigo, el barbero maese Nicolás, junto con el cura de su pueblo de La Mancha, expurgan en “donoso y grande escrutinio” la biblioteca de Alonso “donde hallaron más de cien cuerpos de libros grandes”. El ama de llaves exige entonces al cura rociar el aposento con agua bendita para exorcizar de allí “algún encantador de los muchos que tienen estos libros”, dice temerosa, y junto con la sobrina del enfermo Alonso pide al cura y al barbero hacer un gran fuego con todos los libros “dañadores”.

El cura opta por revisar uno a uno todos los títulos; arroja entonces algunos al fuego y otros los salva según distintas ocurrencias y ponderaciones “críticas” (la encuadernación, la portada, el supuesto tema de la aventura, la fama del autor). El barbero se topa entonces con el libro La Galatea, del propio Cervantes, de quien el cura afirma ser amigo de muchos años y por lo cual recomienda “salvar el libro” para esperar su segunda parte.

En el juego sonriente entre la realidad, la ficción, el hipertexto, la crítica literaria y el guiño de la autorreferencia cervantina, está el viaje literario múltiple mediante el cual el lector ha quedado ya inmerso en el genio magnífico de Cervantes.

El alacrán celebra entonces a James Joyce al revivirlo en la relectura fragmentaria de su Ulises, y lo entusiasma también el retorno de la crítica suscitado por su genio. “La crítica es la cabeza de la Victoria de Samotracia en brazos de la Venus de Milo”, escribió Luis Cardoza y Aragón, mientras José Joaquín Blanco precisa: “La crítica es la conciencia que la literatura tiene de sí misma”. El escorpión no ha leído nada mejor sobre el tema.

@Aladelagarza

Alejandro De la Garza
Alejandro de la Garza. Periodista cultural, crítico literario y escritor. Autor del libro Espejo de agua. Ensayos de literatura mexicana (Cal y Arena, 2011). Desde los años ochenta ha escrito ensayos de crítica literaria y cultural en revistas (La Cultura en México, Nexos, Replicante) y en los suplementos culturales de los principales diarios (La Jornada, El Nacional, El Universal, Milenio, La Razón). En el suplemento El Cultural de La Razón publicó durante seis años la columna semanal de crítica cultural “El sino del escorpión”. A partir de mayo de 2021 esta columna es publicada por Sinembargo.mx

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