NOVAK DJOKOVIC: EL HÉROE DE LOS BALCANES

05/02/2012 - 12:00 am


Son pocas las cosas que Novak Djokovic no ha hecho en una cancha de tenis. Bueno, no ha llevado un plato de spaghettis, por ejemplo, disponiéndose al sagrado alimento frente a las multitudes que aúllan de placer en sus partidos. Por las dudas, no le demos ideas.

Puesto a expresar sentimientos en el escenario que más conoce, el tenista serbio nacido el 22 de mayo de 1987 en Belgrado, no suele medirse y su pericia deportiva es a menudo condimentada con acciones absurdas, casi siempre cómicas, muchas de las cuales lo han llevado a ganarse un lugar extra en el corazón de los aficionados al deporte blanco.

Cómico es, por ejemplo, que se ponga una peluca rubia y para promover una de sus nuevas raquetas, imite a la tenista rusa Maria Sharapova, con quien en un momento, breve por cierto, la prensa lo ligó sentimentalmente.

Es hilarante cuando se arregla los calzones en plena pista, imitando el gesto habitual de su máximo rival, el español Rafa Nadal. O cuando hace los gestos de autista de John McEnroe o ensaya una reverencia frente al mejor jugador de futbol del mundo, Diego Maradona, quien dibuja fintas de balompié con la pelotita amarilla de tenis en el encuentro que ambos fenómenos deportivos mantuvieron en Dubai.

“Diego juega mejor al futbol que yo al tenis”, escribirá un rato más tarde en su cuenta de Twitter, quedando la mar de simpático con el astro sudamericano, aunque todos sepamos que esa aseveración no es del todo cierta. Probablemente, Novak sea al tenis contemporáneo lo que fue Maradona al futbol del pasado reciente.

Claro que Novak, esa tromba de sentimientos sin cortapisas que fluye como un huracán en los courts del mundo, a veces llora. Y cuando lo hace es por motivos tan serios como la polémica independencia de Kosovo.

Fue durante su participación en un torneo en Dubai, cuando el número uno del mundo reaccionó con emoción desbordada ante la toma de la ciudad serbia por parte de los albaneses, hecho acontecido el 17 de febrero de 2008.

“Nos quitan todo lo que tenemos”, dijo el apodado “Nole”.

“Mi padre nació ahí, mi tío nació ahí, la mayoría de mi familia vivió durante 30 años allí. Estuve allí visitando muchas veces las iglesias. No puedes imaginar la cantidad de iglesias, monumentos y sitios históricos que hay allí. No puedo pensar en Kosovo siendo otro país que no sea Serbia”, remató Novak.

Y al decir “Kosovo es Serbia” se unió a las voces de muchas de las figuras de la cultura de esa región, como el afamado cineasta Emir Kusturica y el basquetbolista Dejan Bodiroga, para quienes la ciudad separatista tarde o temprano volverá a “su origen natural: Serbia”.

Con 24 años recién cumplidos, el deportista que este lunes 6 de febrero dirimirá su premio como mejor del año frente al futbolista argentino Lionel Messi, no es un hombre particularmente interesado por la política, pero si naciste en Los Balcanes, la política es algo que en tu vida será referencia inevitable.
¿Cómo no serlo cuando eres niño, entrenas para convertirte algún día en tenista profesional y a tu alrededor silban las balas, tu país está en llamas y en el horizonte sólo puedes ver avanzar decenas de tanques de guerra?

Este lunes, entonces, Novak Djokovic estará en Londres, nueva sede de la ceremonia de los Premios Laureus que se celebrará en el Central Hall Westminster.

Los demás candidatos a mejor deportista masculino del año son Usain Bolt (Jamaica, atletismo), Cadel Evans (Australia, ciclismo), Dirk Nowitzki (Alemania, baloncesto), Sebastian Vettel (Alemania, Fórmula 1), aunque el rival que se iguala con Nole es, obviamente, el jugador del Barcelona, Lionel Messi.

LAS BOMBAS DE LA OTAN

Las bombas que las fuerzas de la OTAN hicieron estallar en Belgrado en aquel marzo fatídico de 1999 fueron la mise en scène donde el olor a pólvora, las manchas de sangre y los edificios desmoronados marcaron la infancia del que hoy es considerado uno de los mejores deportistas del mundo.

Hijo de pasteleros y pizzeros, el mayor de tres hermanos varones, Novak no quiso ser como su padre, un eximio esquiador y a los cuatro años ya despuntaba su vicio mayor en el Tennis Club de Belgrado, al tiempo que a aquellos que le preguntaban qué iba a ser cuando grande, respondía: “El número uno del mundo”.

Fue su familia la que hizo uno de los mayores sacrificios al dejarlo partir de la Serbia ensangrentada rumbo a Munich, Alemania, para que comenzara a cumplir sus sueños de tenista. Comenzó a entrenarse allí con Niki Pilic, el ex tenista croata que fue figura en los 70. De Alemania se fue a Italia y en 2003, Djokovic se hizo profesional.

Marian Vajda fue su primer entrenador y soporte emocional en los primeros años del excéntrico Novak, bautizado The Joker por el público que comenzó a alabar sus payasadas después de los partidos.

“En el aspecto mental, creo que hemos conseguido otro Novak Djokovic, más fuerte en su concentración. A base de creer en sí mismo, de la autoestima que le dimos y de los triunfos que han ido llegando, Novak ya ha dejado atrás a aquel Djokovic que perdía por abatirse y decepcionarse”, declaraba Vajda al periódico El País el 3 de junio del 2011.

El ex tenista es sin duda en gran parte responsable del éxito del serbio en las canchas, aunque en 2009, Novak haya intentado probar nuevos métodos de entrenamiento sumando a su equipo al estadounidense Todd Martin, con el que duró poco menos de ocho meses.

“Es demasiado complicado trabajar con dos entrenadores cuyos estilos son diferentes. No voy a trabajar más con Todd Martin. Estoy a tiempo completo con Marian de nuevo y ojalá tengamos mucho éxito”, declaraba Djokovic en abril de 2010.

Tenía apenas 20 años cuando sus triunfos en el tenis le dieron no sólo fama, sino también dinero, el suficiente como para mudarse a la preciosa Montecarlo (allí, se dice, las celebridades reciben ciertas prebendas impositivas), donde todavía vive.

Sus cuatro títulos del 2008, año en que ganó el primer Grand Slam de su carrera (Australia Open, por supuesto), sus cinco torneos en 2009 y su lucimiento en sendas finales de aquella temporada, dieron paso a una crisis de salud cuyos motivos nunca estuvieron del todo claros por entonces,  pero que pusieron al tenista al borde del fracaso.

TODO SIN HARINAS

En el inicio de la nota construíamos una escena imaginaria: Djokovic almuerza un plato de spaghettis en plena cancha de tenis. Pues bien, eso nunca sucederá. Porque una de las claves del éxito del gran jugador serbio descansa en la peculiar dieta que lleva con disciplina férrea y que acabó con todas sus alergias, sus resfriados, su sinusitis crónica.

Su salud impecable tiene también un nombre y un apellido: Igor Cetojevic, un doctor recibido en la Universidad de Sarajevo y acupunturista, adorador de la medicina tradicional china que cambió por completo los hábitos alimentarios de Novak, al descubrir que el tenista había nacido celíaco.

Djokovic no come pan, ni pizzas, ni pastas, lo que resulta una ironía teniendo en cuenta que sus padres se han ganado la vida haciendo pan, pizzas y pastas. A cambio, engulle grandes porciones de pescado crudo, pollo, soja y es todo un experto en sushi.

Ama el futbol, los videojuegos, el karaoke y las redes sociales. El orden de estas aficiones es indistinto, aunque podría vivir sin todas ellas, menos sin la posibilidad de tomar un micrófono imaginario y seguir los acordes de su canción favorita.

En su cuenta de twitter (@djokernole), Nole tiene 593 MIL 018 seguidores, cuelga fotografías de su perrita maltesa y escribe tanto en inglés como en serbio.

Dice que el tenis le salvó la vida y que ya cumplió con las grandes cuotas de sufrimiento adjudicadas por Dios a una persona. Ahora sólo intenta ser feliz y disfrutar de su existencia privilegiada como si fuera a morir mañana.

LA MÁQUINA DE HACER DÓLARES

Es obvio que la figura extravagante de un tenista que por la alegría con que juega hace recordar al gran rumano Illie Nastase, el último romántico del deporte blanco, quien tanto brillara en los 70, ha convocado casi desesperadamente a las marcas más importantes del mundo.

Entre ellas, la casa Audemars Piguet que lo ha elegido como imagen de sus famosos y carísimos relojes, uniéndolo al equipo de embajadores de la marca, en el que se reúnen célebres deportistas como Michael Schumacher, Leo Messi,  la leyenda del cricket, Sachin Tendulkar, la estrella del baloncesto americano, LeBron James, y los golfistas Lee Westwood y Rory McIlroy.

La firma italiana de ropa Sergio Tacchini, lo viste, además, desde hace tiempo.

Con dichas prendas, Nole protagonizó la final más larga de la historia. Fueron seis horas memorables ante un duro y por momentos imposible Rafael Nadal, a quien el serbio le ganó la séptima final consecutiva, se quedó con su tercer Australia Open y se coronó como quíntuple campeón de Grand Slam, además de refrendar, por cierto, su número uno en la cima mundial del tenis.

“Nole no es humano”, “El hombre de acero”, “El marciano del tenis”, “El tenista milagroso”: la leyenda está escrita en miles y miles de notas periodísticas que los enviados a Sidney mandaron a sus medios el día de la final.

El drive impecable, el revés cruzado a dos manos (¡ese revés cruzado a dos manos!), el servicio eficaz y certero, sobre todo en los momentos cuando el propio público, que tanto lo admira, se da por vencido, son las herramientas de un prodigio irrepetible.

¿Quién, viendo jugar a Nole, observando su agónica voluntad de magia cuando es el cuerpo que a cada paso le dice: no va más, para ya, puede no dejarse caer en la tentación de cazar al vuelo la máxima hipérbole y decir, con casi toda la gente que lo mira: gloria al campeón que hace más bello el mundo en que vivimos?

Como un aficionado al flamenco que hubiera visto cantar a Camarón de la Isla, Nole se arranca la camisa al final del Open de Australia y se hace cargo de la leyenda que ha sabido construir a fuerza de golpes y de un instinto de supervivencia fascinante y prácticamente inimitable.

La gloria que recibe la devuelve en obras humanitarias, como la creación en 2007 del Fondo Humanitario Novak, por medio del cual compró ambulancias para los hospitales de Kosovska Mitrovica y Brus, un terreno para el monasterio de Gracanica y la asistencia alimentaria y educativa para miles de niños huérfanos en Serbia. Novak, es además, embajador de UNICEF y en los tiempos libres protagoniza partidos de exhibición para recaudar fondos para Haití y Japón, entre otros.

En Serbia lo adoran, como es de esperar, al punto que quieren poner su rostro en los billetes de 2 mil dinares. No. No es broma. “Estudiaremos la propuesta”, dijo muy serio el director del Banco Nacional de Serbia.

Pero también lo quieren otros pueblos de los Balcanes y hay quienes se aventuran a instituirlo como factor de unidad entre las diferentes etnias que mal conviven en lo que fuera la antigua Yugoslavia.

El año pasado, en una ceremonia organizada por el periódico en la capital de la Republika Srpska, la entidad de los serbios de Bosnia, Djokovic recibió el premio de personalidad 2011 elegida por los lectores.

“Me siento como el representante de todos los pueblos de la ex Yugoslavia y quiero decirlo aquí, en Banja Luka”, dijo Djokovic citado por el periódico local Nezavisne Novine.

“El deporte realmente une a la gente. Los habitantes de Bosnia demostraron que me quieren, que les gusta el deporte y que respetan los éxitos deportivos”, dijo el serbio, de 24 años, quien sólo tenía cuatro cuando desapareció la ex Yugoslavia en 1991.

Las seis antiguas repúblicas yugoslavas (Bosnia, Croacia, Macedonia, Montenegro, Serbia y Eslovenia) son hoy países independientes.

COMO ESTRELLA DE CINE

El único contacto que Novak Djokovic tuvo con una estrella de cine fue cuando Robert de Niro lo invitó a cenar a su famoso restaurante en Manhattan. “Empieza a ser normal para mí conocer a gente famosa. De Niro es un magnífico actor. Fue una formidable experiencia”, dijo el tenista serbio a propósito del encuentro.

No se imaginaba entonces que él también corría peligro de convertirse en una estrella de cine, como lo comprueba el anunciado hecho de que acaba de ser contratado para un filme. Nole “actuará” nada más ni nada menos que al lado de Arnold Schwarzenegger en Los mercenarios 2, una película donde el tenista en realidad hará un cameo, “interpretándose” a sí mismo, mediante escenas filmadas en Bulgaria.

La saga producida y protagonizada por Silverster Stallone, cuenta además en el elenco con figuras de la talla de Liam Hemsworth, Jason Statham, Dolph Lundgren, Bruce Willis, y las grandes estrellas Chuck Norris y Jean-Claude Van Damme.

Algo que seguramente hará reír mucho a su bella y sencilla novia de toda la vida, la estudiante de finanzas y serbia como él, Jelena Ristic, quien siempre lo apoya desde las gradas y con la que reside en Montecarlo.

Ella, junto con su nutricionista, sus padres, su entrenador, serán los soportes importantes para que próximamente Djokovic cumpla uno de sus más grandes sueños: triunfar en Roland Garros, el único Grand Slam que se le ha negado hasta la fecha.

“Sinceramente, Roland Garros es mi mayor objetivo este año de los cuatro Gran Slam. Pero en todos deseo conseguir el trofeo y estoy convencido de que puedo lograrlo”, manifestó Nole sincero y sencillo, como es su costumbre.

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
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