En medio del éxodo y de sus vicisitudes propias, las personas migrantes que integran las diversas caravanas centroamericanas siguen evaluando quedarse en México, aunque aún muchos no definen en qué estados del país lo harán, porque, como dice uno de ellos llamado Miguel, todo dependerá de cómo se sientan.
Aunque el grueso del contingente, de unos 5 mil centroamericanos, que entraron a México el 19 de octubre, aún tiene como meta llegar a Estados Unidos, un grupo importante ve difícil que les permitan ingresar a ese país y entonces su opción es quedarse en México.
Por Édgar Ávila Pérez
Veracruz, 4 de noviembre (EFE).– Conforme se adentran más en territorio mexicano, las y los centroamericanos que viajan en la caravana migrante se convencen de quedarse en alguno de los estados de este país para reiniciar su vida.
Si bien su objetivo final era llegar a Estados Unidos, con los miles de kilómetros recorridos de por medio, cada días más personas hondureñas, salvadoreñas y guatemaltecas que entraron a México el 19 de octubre han decidido quedarse en estados o ciudades mexicanas a laborar "en lo que las cosas se calman" en la frontera norte.
"Sé que en México se tiene la oportunidad para salir adelante", aseguró Efe el guatemalteco José Ramírez, quien con su esposa y su hijo en brazos viaja por el sur del oriental estado de Veracruz.
En los cruces viales de ciudades por donde transita, solicita ayuda de la población, en lo que -dice- se trasladan a la Ciudad de México para ver a qué tipo de acuerdos llegan y quedarse a trabajar en el país.
"Ya no vamos a ir a Estados Unidos", aclara el hombre, cuyo oficio está en el ramo de la construcción. Ahora, agrega, busca quedarse "para darle una mejor vida" a su bebé y esposa, aunque aún no tiene definido en qué estado residirán.
Se muestra agradecido por la calidez de las y los mexicanos, por las muestras de solidaridad y cariño que les han mostrado y eso -dice- lo ha convencido para decidir que su segunda casa sea México.
En algunas regiones del país, como Veracruz, hay una gran solidaridad de la gente y las costumbres y forma de hablar son muy similares a la de centroamericanos, por lo que la caravana ha sido bien recibida con apoyos en alimentos, agua y ropa.
En regiones costeras del Golfo de México, los pobladores provienen de tres raíces: indígena, española y africana, por lo que el carácter caribeño se respira, come y escucha en poblados y grandes ciudades.
Quien tiene definido su destino final es uno de los miles de jóvenes hondureños que viaja en la caravana. Sin dar a conocer su nombre, dice que vivirá en la ciudad de Monterrey, norte de México, donde pretende laborar hasta reunir un dinero para enviarlo a su familia.
"Yo me dirijo a Monterrey, mi meta era llegar a Estados Unidos pero mejor no, hablé con mi mamá y le dije que me quedaría mejor en Monterrey para empezar a trabajar y estaré mejor aquí un tiempo en México", afirma.
Su hermano había intentado estar en la caravana, pero fue detenido por autoridades migratorias en Chiapas y hoy se encuentra en su natal Honduras, donde no piensa volver a intentar llegar a Estados Unidos y ahora menos que fueron enviados soldados para retenerlos.
La caravana migrante llegó en grupos distintos desde el viernes al municipio de Sayula de Alemán, y durante sábado y domingo retomaron su camino hacia el central estado de Puebla, donde se reagruparan este día para el lunes enfilarse a la Ciudad de México.
En medio del éxodo y de sus vicisitudes propias, las personas migrantes siguen evaluando quedarse en México, aunque aún muchos no definen en qué estados del país lo harán, porque, como dice uno de ellos llamado Miguel, "todo dependerá de cómo nos sintamos".
"La gente ha sido muy amable con nosotros, nos sentimos en casa", explica el joven, quien viaja junto con su esposa, de 19 años; su hijo, de 2 años, y una hermana, todos provenientes de Honduras, país que abandonaron hace 23 días.
Aunque el grueso del contingente, de unos 5 mil centroamericanos, que entraron a México el 19 de octubre, aún tiene como meta llegar a Estados Unidos, un grupo importante ve difícil que les permitan ingresar a ese país y entonces su opción es quedarse en México.
Un campesino de Colón, del departamento de Sonaguera en Honduras, quien dice llamarse Balvis, erróneamente asegura que logrará entrar a Estados Unidos gracias a que Barack Obama dejó una ley que establecía que todo centroamericano que lleve menores de edad puede ingresar.
Viajando con tres niños, dos de ellos sus hijos y un sobrino, así como su esposa y una cuñada, tiene la esperanza de cruzar la frontera norte mediante el programa de procesamiento de refugiados para menores centroamericanos (Central American minors (CAM) Refugee/Parole program), el cual en agosto de 2017 fue cancelado por el actual Gobernante, Donald Trump.
Por el contrario, Miguel cada día se convence más que será difícil que los dejen entrar, por lo que una vez que estén la Ciudad de México decidirá a qué estado de este país se irá a vivir.