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Tomás Calvillo Unna

04/10/2023 - 12:04 am

El vocablo de las tareas

“Podemos llevar todavía las nubes como si fueran cometas con los cordones de la convicción; y atravesar así las ciudades, en espera de la lluvia”.

“La cueva”. Pintura: Tomás Javier Calvillo Unna

Rendija: Aunque las candidaturas son relevantes, los equipos inclinarán la balanza. El salto político que el país espera.

I

Como si fuera un embudo

se arremolinan

sin jerarquía alguna los eventos,

densos o sutiles,

unos tras otros, sin respiro,

con las camisas de fuerza

de sus mismos nombres heredados

ya sin significado alguno.

¿De dónde viene tanta estupidez,

en el llamado siglo del conocimiento?

Las proezas cada vez más

parecen artimañas;

de una telúrica cobardía:

la obsesión por la pleitesía,

a todo nivel;

y el olvido

de la devoción entrañable

que estremece.

Pareciera que la embriaguez dominante

adquirió carta de naturalización,

y la cultura del desecho

se apropia una y otra del aliento colectivo.

Este marasmo presagia una ruptura;

es posible que el diluvio de las redes

sea solo una remembranza

en la que estamos varados;

pero el tiempo en su enredo

y en el nuestro

advierte para el mañana,

lo que ya sucedió.

Hay algo que no vemos,

cruzamos un umbral,

hoy le nombran portal.

Sólo los presentimientos nos aproximan,

el ayer el hoy y lo que vendrá

se han reducido a una vaga impresión

similar a un estornudo

en medio de la multitud.

El desliz ha sido portentoso

en la distancia lo apreciamos,

en corto,

la vitalidad se fuga,

y el cascajo no tarda en ser polvo.

Estamos

en una inmensa presa

cuyos cimientos porosos

permiten la continua filtración

del todo a la nada;

sin mayores percances todavía,

a pesar de nuestra insistencia

por acumular y destruir.

II

La destreza de la naturaleza

derrumba

los imperios del orgullo

y retorna

la enseñanza impecable

de la hermandad primaria

sin la cual

ya no estaríamos aquí,

abrazados en su quietud.

Las perlas en el cuello

fueron la libertad

de la esclavitud;

un parpadeo de amor,

un destello tan solo

quebrantó

las cadenas de los siglos

de ignorancia

e ignominia.

III

El alfabeto del algodón,

sus aves verdes,

sus rojas flores,

al centro de la mesa,

las estrellas de oro.

El vocablo de las tareas:

los hilos más sutiles,

azules marinos,

lejanos vientos

que atestiguan

este viaje sin retorno;

inmemorial en cada uno,

sutil en su hondura,

cuidando la incógnita

hasta el último suspiro;

el tacto del corazón,

el calor gentil de la piel.

las manos

en su generosidad.

Podemos llevar todavía las nubes

como si fueran cometas

con los cordones de la convicción;

y atravesar así las ciudades,

en espera de la lluvia.

Hoy sabemos

que la esfera es inmensa

y a la vez una miniatura

entre los cielos del cosmos.

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