Twitter al descubierto: jóvenes y redes sociales

04/10/2013 - 12:01 am

“Estoy decidiendo si me meto al #hippiteso o al #tec, pero no sé, mis amigos dicen que en el ITESO se fuman hasta el pasto”.

“@fulano69 ¿ya viste que el maestro de #biología de la #UP es bien perro? Mejor no entres ahí”.

“#mepongopedocomoAzcárraga dicen que azcárraga estudió en el #ITAM, ¿es cierto?”.

“ya saqué mi título. Ahora no sé si entrar a la #UNAM. Me da hueva estudiar. @menganito ¿nos vemos hoy en el @bulldog_cafe?”.

¿Cómo definir universos? ¿Para qué sirve detectar todo este tipo de aparentemente inofensivos tuits de jóvenes o jóvenes más adultos?

Entrar a la carrera es una decisión de vida importante. A mi punto de vista, no es crucial, ya que me parece que por lo general terminamos haciendo lo que más nos gusta (los más afortunados). En caso contrario terminamos encerrados y frustrados en un trabajo porque no hay de otra, porque necesitamos el dinero o porque así lo dictó la vida. No es el tema a discutir.

Dudo que la mejor edad para elegir la profesión sea cuando uno es una ternurita de 17, 18 años. ¿Qué sabemos a esa edad? Nos creemos lo máximo. Pensamos que los adultos son todos unos idiotas o sosos, que han perdido contacto con lo que fueron, que lo máximo del mundo es lo que nos gusta a nosotros y que somos los reyes de nuestra vida. No nos damos cuenta que no pintamos más que un punto cualquiera en el universo. Pero un punto que será eventualmente alguien en la red que conforma la sociedad. Seremos biólogos, licenciados, arquitectos, doctores, abogados, taxistas, plomeros.

El caso es que no importa qué, pero tendremos un oficio. Sabremos cosas, leeremos textos, conoceremos personas y perspectivas distintas y eso es lo importante. La cuestión es dónde daremos el siguiente paso de nuestra trayectoria académica.

Cuando se trata de elegir universidad, desafortunadamente el porcentaje de la población en México que lo puede hacer es mínimo comparado con el total de la población, pero a ese pequeño porcentaje lo tienen muy estudiado. Saben de sus patrones de comportamiento. Saben de sus gustos, de los lugares a los que acuden, del tipo de grupo al que pertenecen “hipster”, “fripster”, “emo”, “metal”, “hippie”, “yuppie”, “foráneo”, y un sinfín de micro células.

Saben, por ejemplo, cosas tan específicas como el tipo de influencia de la madre o el padre, si es mayor o menor, a quién le hacen más caso, y hasta pueden intuir tipologías de estructuras familiares y relacionarlas con la elección de una carrera.

Hay tres factores importantes para ingresar a una universidad de paga: la familia (generalmente la madre), los amigos y la carrera, en tercer lugar.

Los padres se fijan más en la reputación del colegio, en la economía y en la logística.

Volviendo a mi pregunta inicial, el Twitter es ahora el nuevo hogar de los jóvenes. Facebook ha sido saqueado por sus padres. Nadie por lo general quiere tener a sus padres como amigos en Facebook, entonces los adolescentes preparatorianos están migrando poco a poco a las redes del Twitter, donde el anonimato, la provocación y el ingenio son campo fértil (a pesar de todos los intentos de regulaciones).

Entonces, ¿de qué sirve rastrear comentarios, arrobas y hashtags? Sencillo y potente: son indicadores de qué motiva o en qué están los jóvenes, cuáles son las tendencias de temas y por dónde lanzar estrategias de comercialización a sus públicos objetivo. Porque ya los tienen definidos. Sólo que la juventud cambia un día si y otro también de forma de pensar. Hace falta el empujón para decidirlos.

@mariagpalacios

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