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Jorge Alberto Gudiño Hernández

04/09/2021 - 12:05 am

Una épica complementaria

Se me figura, sin embargo, que todo lo que está mal en el apoyo al deporte mexicano, eso que le impide destacar cuando se llega al nivel más alto, también debe estar mal en el deporte paralímpico mexicano.

Juan Diego García López se convirtió en el histórico primer medallista mexicano en Para Taekwondo, en el debut de la disciplina en Juegos Paralímpicos.
Juan Diego García López se convirtió en el histórico primer medallista mexicano en Para Taekwondo, en el debut de la disciplina en Juegos Paralímpicos. Foto: Twitter @COPAME

Pese a las diferencias horarias y a que no se transmitieron por televisión abierta, vimos los Juegos Olímpicos de Tokio en familia. A veces fue gracias a retransmisiones, resúmenes o búsquedas en Internet. Mis hijos tienen 8 y 10 años y nos pareció, a mi esposa y a mí, que era la primera ocasión en que se entusiasmaban por el evento (hace cinco años aún no se enteraban de mucho), así que fue un acicate para involucrarnos más. Las nuevas pruebas fueron muy exitosas: a los dos les urge comprarse una patineta, lanzarse cuesta abajo en bicicleta y trepar por una pared con escasos asideros.

Cada tanto realizaban una actividad con la que yo mismo recordé mi infancia: consultaban el medallero. Discutían sobre el valor de una presea de oro en relación con las de plata y las de bronce para decidir cuántas de unas podrían sustituir a otras. Después, comenzaron a frustrarse por el recurrente cuarto lugar de algunos deportistas mexicanos. De poco valía la explicación de que ser cuarto del mundo era, en sí misma, una gran proeza. Pronto llegó la temida pregunta: ¿por qué México tiene tan pocas medallas? Averiguaron, además, que eso ha sido una constante en su historia olímpica, que hay deportistas que tienen más medallas de oro que nuestro país; o que hay otras naciones que ganaron muchas más preseas pese a ser más pobres o con poblaciones mucho más reducidas.

Como no soy un analista del fenómeno, no me atrevo a dar una respuesta concreta. Además, supongo que ésta abreva de demasiadas fuentes. Tantas, que a la larga, lo que resulta extraordinario es que existan deportistas mexicanos con medallas en su haber. Pero los hay y eso genera un entusiasmo que se suma a sus historias de vida. De pronto, sus competencias se inscriben dentro de una épica en donde la falta de apoyos y la precariedad suelen ser una constante discursiva. Vimos, pues, el esfuerzo de muchos, la esperanza de otros y la extrema alegría de unos cuantos. Agradecimos que hubiera una plataforma con varios canales dedicados a la difusión de los juegos y nos permitimos esa despedida nostálgica que se repite al finalizar cada ciclo olímpico o cada mundial de futbol.

Semanas después, comenzaron los Juegos Paralímpicos. No es un secreto que es mucho más difícil sintonizar las pruebas. Algunas las hemos visto gracias a transmisiones vía redes sociales de personas en las gradas. Otras se nos han escapado pues su duración es breve y ya no hay canales dedicados a la transmisión de las pruebas. Una lástima, en verdad.

De entrada, porque son tanto o más emocionantes que las pruebas olímpicas. Acá no hay arrebatos como el de Djokovic quien, incapaz de ganar el oro olímpico, renunció sin contemplaciones a la disputa por la medalla de bronce en el dobles, arrebatándole la presea a su compañera y a su país. Acá se nota que cada uno lo deja todo en la pista, en el campo, en la alberca o en las canchas. Todo. También es una lástima porque, al escribir esto, la delegación paralímpica mexicana ha conseguido cinco veces más medallas que su equivalente olímpica. Entre ellas, siete de oro que son, justamente, siete de oro más que las de los atletas olímpicos… y aún restan algunas competencias. En otras palabras, han cumplido mejor.

¿Las razones? De nuevo, deben ser demasiadas. Se me figura, sin embargo, que todo lo que está mal en el apoyo al deporte mexicano, eso que le impide destacar cuando se llega al nivel más alto, también debe estar mal en el deporte paralímpico mexicano. Algo, empero, articula la diferencia.

Ver deportes de alto nivel suele generar entusiasmo. Conocer las historias que están detrás de esas hazañas, los convierte en una épica. La misma que se repite semanas más tarde, cuando comienzan los juegos paralímpicos. Y es una épica de dimensiones mayores porque involucra historias más complejas. Una épica que, tristemente, no se transmite con la misma difusión que la primera.

Ojalá pronto se les dé más tiempo en pantalla y sea más sencillo seguir estos juegos. Mientras tanto, no queda sino admirarse por las hazañas de estos deportistas, felicitarlos por los resultados y entusiasmarse mucho al ver las competencias. Siempre se agradece que alguien lo deje todo en dondequiera que compita.

Jorge Alberto Gudiño Hernández
Jorge Alberto Gudiño Hernández es escritor. Recientemente ha publicado la serie policiaca del excomandante Zuzunaga: “Tus dos muertos”, “Siete son tus razones” y “La velocidad de tu sombra”. Estas novelas se suman a “Los trenes nunca van hacia el este”, “Con amor, tu hija”, “Instrucciones para mudar un pueblo” y “Justo después del miedo”.

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