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Jorge Alberto Gudiño Hernández

04/08/2018 - 12:01 am

Parece o pareciera

No soy un defensor a ultranza del lenguaje. Entiendo que es un sistema mutable que evoluciona y, pese a lo poco que me gustan algunas de sus manifestaciones (sobre todo aquéllas que tienden a trivializarlo), intento acomodarme al uso de los tiempos.

Si acaso, suspiro profundo porque la pérdida de palabras en los núcleos de mis lecturas y conversaciones me hieren en el ánimo. Foto: Shutterstock

No soy un defensor a ultranza del lenguaje. Entiendo que es un sistema mutable que evoluciona y, pese a lo poco que me gustan algunas de sus manifestaciones (sobre todo aquéllas que tienden a trivializarlo), intento acomodarme al uso de los tiempos. Esto significa, desde mi perspectiva, que no bloqueo lo que considero su mal uso (o aquél salido de la norma) ni me escandalizo por ciertas formas de verbalidad o escritura. Si acaso, suspiro profundo porque la pérdida de palabras en los núcleos de mis lecturas y conversaciones me hieren en el ánimo. Sólo eso. Más allá de mi subjetividad, del gusto que tengo por la palabra, también me reconozco a medio camino de las posibilidades plenas del lenguaje. Tal vez uno de mis deseos más recurrentes sea el de tener la capacidad de abarcarlo lo más posible sin que este movimiento implique debilidad. Envidio, pues, a los escritores que siempre encuentran palabras precisas y, más aún, a quienes las transforman a partir de figuras que me maravillan.

Llevo varios años notando un creciente uso del término “pareciera”. Sobre todo, en un uso peculiar de la palabra. Primero, dejémoslo claro, “pareciera” es una de las dos posibles conjugaciones del verbo parecer en pretérito del subjuntivo (la otra es “pareciese”). Me topo con la inusual conjugación en columnas y en novelas y, cuando menos, llama mi atención.

Es difícil dejar en claro cuáles son las diferencias específicas entre el modo indicativo y el modo subjuntivo. Salvo grandes excepciones, sin embargo, hay cierto acuerdo de que el segundo sirve más para la especulación, para hablar de hipótesis, de condicionales, de lo incierto. De ser así, frases como “en caso de que ayer pareciera que no estaba preparado, es porque no tuve oportunidad de probarlo”, utilizan el subjuntivo unido a un segundo verbo, incluso a una segunda oración. Supongo que no hay mejor ejemplo de la inasibilidad del subjuntivo que la consabida frase “el hubiera no existe”.

Me queda claro que, en muchos casos, la evolución (o involución, dependiendo de a quién se le pregunte) del lenguaje parte de una intención simplificadora. Reducimos nuestro léxico porque es más sencillo para todos. Es ahí donde me embarga la extrañeza por el uso del “pareciera”. En la mayoría de los casos en que me lo topo, en realidad se está utilizando como un simple “parece”, algo que, en su momento, también pasaba con el “parecería”. La misma frase con las tres conjugaciones: “La decisión del candidato pareciera fundada en su necesidad por mostrar su fuerza”, “La decisión del candidato parecería fundada en su necesidad por mostrar su fuerza”, “La decisión del candidato parece fundada en su necesidad por mostrar su fuerza”.

El verbo “parecer” es, por sí mismo, objeto de ambigüedades: lo que parece no es sino que simula serlo. Sumarle a esto las posibilidades condicionales del subjuntivo o del pospretérito no le aportan nada, sobre todo, cuando existe una forma más clara de decirlo.

“Pareciera que está enfermo” tiene mucho menos sentido que “Parece que está enfermo”. La segunda oración está completa mientras la primera navega en su incompletitud y en un raro limbo de ubicación temporal. Lo que más me extraña es que el uso del “pareciera” es más complicado que el del “parece”. Entonces no es por simplificación que se opta por este camino. Más bien, es un vicio que se ha ido arraigando. Ojalá no se haga tradición, como tantos otros.

No soy lingüista ni mucho menos (hay días en que los envidio sinceramente). Sin embargo, cada que me topo con un “pareciera” en un texto, lo sustituyo de inmediato por un “parece”. En la mayoría de los casos funciona mejor. Vean si no: “pareciera que este texto sólo se regodea en un asunto menor” es una frase menos afortunada que “parece que el autor de este texto tiene ciertas reticencias a los cambios provenientes del uso del lenguaje”. Aunque la primera frase es más cierta que la segunda, esta última está mejor escrita. ¿O no les parece?

Jorge Alberto Gudiño Hernández
Jorge Alberto Gudiño Hernández es escritor. Recientemente ha publicado la serie policiaca del excomandante Zuzunaga: “Tus dos muertos”, “Siete son tus razones” y “La velocidad de tu sombra”. Estas novelas se suman a “Los trenes nunca van hacia el este”, “Con amor, tu hija”, “Instrucciones para mudar un pueblo” y “Justo después del miedo”.

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