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Darío Ramírez

04/07/2019 - 12:03 am

Nuestros medios de comunicación partidistas

Nunca hemos tenido medios públicos que no sean herramientas de propaganda. Los partidos y políticos se han aferrado a asentar en nuestro sistema de medios partidistas al servicio de quien esté en el Gobierno.

Tenemos los cables y fierros para soñar con un sistema público de medios como la inalcanzable BBC. Foto: Presidencia vía Cuartoscuro.

México tiene uno de los sistemas de medios públicos más grande del mundo. Si vemos todo lo que gastamos en sistemas de radiodifusión estatales y federal, más televisión como Canal 11 y 22 así como televisiones estatales, estamos hablando de una red enorme de medios pagados con nuestros impuestos.

Tenemos los cables y fierros para soñar con un sistema público de medios como la inalcanzable BBC, o ya de perdida la Alemana, Deutche Welle.

Sin embargo, tenemos como país una confusión profunda sobre nuestros medios “públicos”. Pensamos que por ser pagados con dinero público son, en automático, medios públicos. Error. Falacia. Tontería. Aberración. Lo que pagan nuestros impuestos son la red de  medios partidistas más grande del mundo.

Y sí, el escalón más bajo lo tenemos nosotros. Contamos con medios que son usados por el partido en el Gobierno de plataforma propagandística. La televisión mexiquense es un aturdidor ejemplo.

Entonces desterremos la idea de que contamos con medios públicos independientes. Veamos, los medios públicos de mayor renombre, los europeos, tienen tres características inamovibles: 1. Autonomía editorial (elemento ausente en todos y cada uno de nuestros medios partidistas), 2. Seguridad financiera adecuada para operación e innovación (siempre han estado inciertos en el presupuesto y parece ser, por lo visto hace poco en el IMER, la 4ta tiene la intención de ahogar más su subsistencia, habrá que ver) y 3. Rendición de cuentas, al ser entes públicos su umbral de rendición de cuentas es mucho más alto, por ejemplo, cómo y para qué se toman decisiones de programación es fundamental para la audiencia.

Tres puntos básicos ausentes en todos nuestros medios.

Nunca hemos tenido medios públicos que no sean herramientas de propaganda. Los partidos y políticos se han aferrado a asentar en nuestro sistema de medios partidistas al servicio de quien esté en el Gobierno.

Andrés Manuel López Obrador anunció un plan de fortalecimiento (mientras que Carlos Urzúa, Secretario de Hacienda corta con machete todo presupuesto que no entra dentro de la órbita de su interés), para ello, se creó el Sistema Público de Radiodifusión (SPR).

El cual busca coordinar la agencia informativa del Estado Mexicano (Notimex), el Instituto Mexicano de la Radio (IMER), Radio Educación, y los canales de televisión 11, 14 y 22 estarán integrados en una sola coordinación. El director del SPR es un connotado periodista, experto en medios, Jenaro Villamil. Sin embargo, y no por ser ave de mal agüero, se tendrá que ver dentro de poco el margen real de maniobra que tiene Villamil para incorporar los tres elementos arriba citados.

Mientras la transformación real sucede, hay signos de preocupación dentro de nuevos programas al aire que nos deberían obligar a entender mejor (algo que nunca hemos tenido) cómo definir líneas editoriales que respondan al interés público de un medio público.

La rendición de cuentas sobre cómo construir las líneas editoriales es la columna vertebral del camino para tener medios verdaderamente públicos. Incorporaciones a la barra programática de Canal 11 de aplaudidores de la 4T como son Hernán Gómez o John Ackerman debería alertarnos sobre la verdadera intención de la anunciada transformación de AMLO sobre medios públicos.

Su incorporación en si no está mal. Simplemente los criterios de tener personajes tan incondicionales al Presidente nos lleva a revisar qué tipo de medios queremos tener o si mejor movemos todo para seguir prácticamente igual.

Es insuficiente tener directores de medios competentes pagados con dinero público sin un cambio sustancial al andamiaje normativo que los tiene agonizantes de dinero y rehenes de los vaivenes políticos. Está por verse si López Obrador tiene el interés de transformar el sistema de medios públicos y con ello cambiar el contexto de medios y beneficiar a las audiencias.

Alejarnos de desperdiciar dinero público en nuestros medios partidistas  puede ser un gran primer paso. Dejar de usarlos para lanzar arengas a favor del Presidente y sus políticas también puede ser un segundo paso. La clave está en la voluntad de crear algo remotamente cercano a la BCC. Se vale soñar por el bien de nuestro país.

 

Darío Ramírez
Estudió Relaciones Internacionales en la Universidad Iberoamericana y Maestría en Derecho Internacional Público Internacional por la Universidad de Ámsterdam; es autor de numerosos artículos en materia de libertad de expresión, acceso a la información, medios de comunicación y derechos humanos. Ha publicado en El Universal, Emeequis y Gatopardo, entre otros lugares. Es profesor de periodismo. Trabajó en la Oficina del Alto Comisionado para Refugiados de las Naciones Unidas (ACNUR), en El Salvador, Honduras, Cuba, Belice, República Democrática del Congo y Angola dónde realizó trabajo humanitario, y fue el director de la organización Artículo 19.

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