Mireles, la narrativa y el mensaje

04/07/2014 - 12:00 am

¿Quién es realmente José Manuel Mireles: el hombre oscuro, dos veces preso por narcotráfico,  político ambicioso pero frustrado, traficante de armas y una terrible amenaza para la paz social como nos lo pinta el Gobierno Federal a través de las televisoras, o el iluminado salvador de Michoacán, una  especie de Robin Hood de los bosques de Tecapaltepe que defiende a los ciudadanos de los impuestos que cobran los Templarios, un bondadoso empresario que compra un arsenal y arma ejércitos para proteger a los pobres de las amenazas de la mafia, el rey efímero en el reino de lo políticamente correcto en que lo han convertido las redes sociales?

Ambas versiones del personajes son igualmente increíbles, pero por lo mismo son una clara evidencia de la polarización social y de los problemas de la estrategia del Gobierno Federal en Michoacán. El mismo personajes que hoy denosta el comisionado Castillo hace apenas un año era el ídolo creado por estos genios del gobierno de Peña Nieto que estaban, sic, “cambiando la narrativa del narco”. Mireles fue la punta de lanza para la creación de las autodefensas, fue protegido por el ejército tras el accidente en avioneta (que nunca nos terminaron de aclarar qué fue lo que pasó) y el que guió al gobierno hasta los líderes de los Caballeros Templarios. En ese momento Mireles era héroe en los medios oficiales y en los oficialistas y prácticamente no existía en las redes sociales.

Pareciera que ante el fracaso de las estrategia en Michoacán, donde la violencia sigue igual, la Tuta, que hace un par de meses estaba a tres días de caer, sigue libre, y las autodefensas con uniforme siguen haciendo lo que les viene en gana, los “constructores de narrativas” decidieron crear un nuevo monstruo, pero lo que les salió fue un pequeño ídolo. A los escritores del guión de la novela del caníbal michoacano se les olvidó tomar en cuenta un pequeño detalle: la caída de la popularidad presidencial es directamente proporcional a la pérdida de credibilidad del discurso oficial. Entre más ataca el gobierno a Mireles, más importante se vuelve el personaje.

Pero más allá de historias construidas, de este simplismo telenovelero de buenos y malos que tanto nos gusta a los mexicanos, hay en esta historia un dato que es sumamente preocupante. El discurso oficial es que todos somos iguales ante la ley,  no podía ser otro; las imágenes y la manipulación informativa dejan claro que el Estado tienen la capacidad de anular y maltratar a quien se oponga en su camino. La forma de vejar y exhibir a José Manuel Mireles, algo que no habían hecho con ningún narco, es una pésima señal, un claro mensaje de que el autoritarismo está a flor de piel.

en Sinembargo al Aire

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