Vinicio “Vinny” Castilla, el oaxaqueño que se hizo leyenda en Colorado, cumple 46 años

04/07/2013 - 1:30 am
Foto: Facebook
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Ciudad de México, 4 de julio (SinEmbargo).- Tres beisbolistas de los Naranjeros de Hermosillo corren hasta jardín central donde hay una lona negra. Los peloteros Karim García, Humberto Cota y Luis Alfonso García, arrancan el pedazo oscuro para que develar una camiseta histórica con el número nueve. Vinicio Castilla (Oaxaca, 1967), veía como la franela que defendió durante diez años, era retirada en un marco espléndido dentro del estadio Héctor Espino. Era el 8 de diciembre de 2012.

Aquella noche, Castilla llevaba un traje oscuro y una camisa morada. De la mano de su esposa, recorrió el costado del diamante hasta la zona de home play donde observó el homenaje que le hacía el equipo sonorense. “Vinny” se puso la franela con su número ante la ovación que bajaba de la grada. “Para mí, fue un honor y orgullo portar esta camiseta durante tantos años”, fueron las palabras que con micrófono en mano dirigió a la afición que se entregaba a un pelotero mexicano histórico.

Castilla es uno de los mejores peloteros latinoamericanos en la historia de las ligas mayores. Un jugador que supo labrarse un camino difícil hacia el sueño americano del béisbol. Miembro de una de las generaciones más notables en Colorado, los Rockies fue el hogar que Vinny necesitaba encontrar en su carrera. En el previo a la gloria, Llegó a la filial de los bravos de Atlanta con un sueldo mucho menor al que recibía en México. Entre tanta tentativa a regresar a suelo nacional, una carta de su padre le daría el empujón final para aguantar todo el sacrificio que se requería.

Ubicado en la última clase “A”, eran cinco años largos los que debía aguantar para llegar a grandes ligas. El joven Castilla tendría una espectacular primera vuelta que le provocaría saltarse dos categorías que le adelantaban un par de años de lo que al principio le fue trazado. El poder con el bate fue su principal credencial para que el de Oaxaca pudiese trascender. En los 90´s, los mexicanos se entregaron al equipo de Colorado donde un representante nacional, que hoy cumple 46 años, causaba orgullo con sus acciones.

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Fue en 1991 cuando debutó con el equipo de los Bravos de Atlanta donde jugó dos temporadas para después pasar a los Rockies de Colorado donde hizo historia. El tercera base siempre mantuvo un perfil bajo con grandes actuaciones en una zona complicada del diamante. Castilla se ganó a pulso el lugar en el Roster. Con una compleja mentalidad estadounidense, tan distinta a la oaxaqueña, se unió al gran Andrés Galarraga para hacer vibrar a su afición.

Durante nueve años, Vinny Castilla acaparaba la información deportiva cuando entraba en la caja de bateo donde se acostumbró a conectar 40 o más cuadrangulares, con más de 100 carreras producidas desde 1996 a 1999. El mexicano se convirtió en una figura ofensiva que no desentonaba en la defensa. Denver fue el lanzamiento de un jugador consolidado. A partir de 2000, el periplo de Castilla por equipos como: Tampa Bay, Houston, Atlanta, Washington, San Diego, y un regreso a Colorado, reafirmó los números para la historia del mexicano que en 2006 se retiró de grandes ligas.

Ganador de un bat de plata en 1995, 1997 y 1998, participó en dos ocasiones en el juego de estrellas y construyó una sociedad poderosa con Galarraga, Ellis Burks, Dante Bichette y Larry Walker que hasta la fecha se recuerda con melancolía en los Rockies. Vinny, que nunca rechazó su origen, el que jamás se le relacionó con doping, fue capitán del equipo mexicano en los clásicos mundiales de 2006 y 2009. En la actualidad, es el manager de la escuadra nacional.

A finales de los 80´s, la letra de su padre provocó que mantuviera intacto el sueño de ser un gran pelotero. Esa carta le indicaba tener paciencia para que entendiera que sus cualidades eran las de alguien que merecía vivir de la pelota. Castilla guardó la carta e hizo caso. Cuando debutó en ligas mayores, les compró a sus padres una antena parabólica para que lo vieran jugar desde Oaxaca. El papá del mejor tercera base mexicano de la historia, vio cada turno al bate de su hijo, cada uno de los 320 cuadrangulares, las 1,105 carreras producidas en los 1,854 partidos que disputó Vinny en su sueño americano. Una carta, lo pudo todo.

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