Los cortometrajes mexicanos en Cannes: Dobro (2 de 2)

04/05/2016 - 12:00 am

Dobro: bueno, está bien, chido, OK, vale, ‘ta güeno, pues… ¿Cómo se traduce una expresión que busca darle por su lado al interlocutor sin ceder un ápice en nuestra postura?: no sólo es posible que cada idioma tenga un término diferente, sino que cada región y cada clase social haya desarrollado una palabra o frase para comunicarlo de la forma más precisa dadas sus circunstancias. Éste es el título de uno de los tres cortometrajes mexicanos que participarán en el Festival de Cannes este 2016.

Los otros dos cortos son Las razones del mundo (a cuyo director, Ernesto Martínez Bucio entrevisté acá) y Estrellas errantes (que participa en la categoría Short Film Corner, mientras que los anteriores lo hacen en Cinéfondation, y a cuyo director, Mariano Bouchot, entrevistaron acá).

Dobro fue escrito y dirigido por Marta Hernaiz, bajo la tutela de Béla Tarr, en Sarajevo. Cuenta la historia del encuentro entre dos mujeres desconocidas: Selma, quien vive en un departamento, y Mira, quien aparentemente no tiene casa y está sentada con dos o tres bolsas-maleta sobre los escalones del edificio donde habita Selma. ¿Cómo se puede entablar una relación entre estas dos personas?, ¿qué implica el encuentro con el otro? De esto trata Dobro, un cortometraje de factura precisa y un poder evocativo maravilloso.

LOS PERSONAJES

Luis Felipe Lomelí (LFL): Aunque en la sinopsis se aclaran las diferencias, en pantalla las dos mujeres se muestran casi iguales a ojos de un espectador ajeno, ¿por qué?

Marta Hernaiz (MH): Selma es, digamos, “una típica señora Bosnia” de origen musulmán, mientras que Mira, aunque es Bosnia también, es de origen Romaní. Sarajevo es un lugar que se caracteriza por la diversidad cultural. Las diferencias físicas y raciales entre ellos siempre han sido muy sutiles, por ejemplo, a simple vista es muy difícil cuando no imposible saber quién es musulmán y quién es ortodoxo. Sin embargo, esto no evitó que se desencadenará una guerra.

Por esto mismo es que escogí a estas dos mujeres como actrices y no cambié en nada su personalidad para hacer más evidente sus diferencias.

LAS METÁFORAS

LFL: Dobro comienza con alguien tirando la comida de su plato a la basura, lentamente, ¿es el problema del hambre en nuestras sociedades un problema de producción o de distribución?

MH: Por supuesto que es un problema de distribución. Es un hecho que se desperdicia más comida en el mundo de la que podrían consumir todas las personas hambrientas. Sin embargo, también es cierto que se produce más de lo necesario con el fin de beneficiar tan solo a unos cuantos, nos han acostumbrado a comprar y a consumir más de lo que necesitamos. Por lo mismo, empezar con esta toma me parece muy importante, pues de una manera breve y directa trata de envolver mi discurso y resume todo el cortometraje: a todos nos sobra y nos falta algo, de igual forma como nunca podremos tenerlo todo.

LFL: Hay un tercer personaje que habla pero no se ve su rostro: un soldado. ¿Por qué no verlo?

MH: Por dos razones: una, porque en esa escena quería concentrarme en Mira y en cómo ésta reacciona ante una situación en la que, aunque ella es el tema central, nadie la toma en cuenta o le pregunta al respecto. Y dos, porque el soldado no hace nada por Selma o ante la situación, se desentiende y se lava las manos, como lo hacen muchas instituciones gubernamentales, ya sea en Bosnia o en nuestro país. Así como también lo hace la sociedad: muchas personas pasan caminando en frente de la entrada del edificio donde vive Selma y, sin embargo, nadie nota a Mira.

LFL: ¿Cómo se relacionan el cine y la literatura?

MH: Realizar una película sobre la vida de un escritor [el poeta José Asunción Silva] fue una experiencia muy enriquecedora. Aprendí que el cine se parece a la poesía, pues el montaje no intenta más que unir conceptos diferentes para crear un significado nuevo.

EL OTRO Y EL DIÁLOGO

LFL: ¿Qué es la soledad?

MH: La soledad para mí pueden ser muchas cosas: la pérdida de ganas de vivir, la falta de motivación para hacer las cosas o la frustración de que nadie te pueda entender o ayudar. Creo que la soledad no solamente recae en los otros sino en uno mismo. Podría ser incluso un estado de ánimo.

LFL: ¿Es posible el diálogo, la comunicación real entre dos personas, conocidos o desconocidos, o siempre será algo inacabado?

MH: Si algo aprendí al vivir en un país donde no hablo la lengua y, sobre todo, al dirigir películas en un idioma completamente diferente al mío (en donde los actores y el director no podíamos comunicarnos de manera directa o con palabras) es que hay muchísimas maneras de darse a entender, que antes de la comunicación existe la confianza y si ésta misma está presente el diálogo se da solito, ya sea a través de miradas, de gestos o incluso sin hacer nada, sólo por complicidad. A mi parecer la falta de comunicación es uno de los mayores problemas que tenemos hoy en día, pero éste no se debe a la falta de diálogo sino a la falta de confianza y a la falta de honestidad.

LFL: ¿Cuando se pierde la esperanza, se pierde también el lenguaje?

MH: Paradójicamente, me resulta al revés. Creo que a veces el lenguaje hace que perdamos la esperanza, pues bien sabemos que las palabras son un arma muy poderosa y que destruyen. Por eso, opté en crear un personaje silente que se limita a escuchar y a solo decir lo necesario, lo cual me parece que es lo importante. El personaje de Mira no ha perdido la esperanza, al contrario la transmite a través de su voz, pero no con palabras sino a través de su canto.

LFL: ¿Qué es una obra de arte?

MH: Para mí una obra de arte es esa forma de expresión que logra transmitir que no estamos solos en el mundo, es aquello, que al compartirse, devuelve la esperanza cuando ésta se creía perdida.

Luis Felipe Lomelí
(Etzatlán, 1975). Estudió Física y ecología pero se decantó por la todología no especializada: un poco de tianguero por acá y otro de doctor en filosofía de la ciencia. Es miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte y sus últimos libros publicados son El alivio de los ahogados (Cuadrivio, 2013) e Indio borrado (Tusquets, 2014). Se le considera el autor del cuento más corto en español: El emigrante —¿Olvida usted algo? —Ojalá.
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