ENTREVISTA | Sara Valenzuela, la voz del pop rock desde “Tapatilandia”

03/12/2017 - 12:04 am

La artista, que no es jazzera, pero sí, presentó su disco Fulgor en la Ciudad de México. Anoche fue en el Parker & Lenox, pero pronto vendrá a otras partes del Distrito Federal, porque junto a su banda formada por Omar Ramírez (teclados), Erik Kasten (guitarra), Richie Arreola (bajo), Peri Durán (bajo) y Armando Curiel (batería), está dispuesta a saber cómo suena su gran compacto en vivo.

Ciudad de México, 3 de diciembre (SinEmbargo).- Dice Sara Valenzuela que no es jazzera, aunque todo el mundo crea que sí. Dirige el colectivo Tópica, ha organizado durante todo un año los conciertos de jazz de Cantoral y sus músicos –únicos, muy consustanciados- son de jazz.

Desde la creación de “La Dosis” en la década de los 90 y con su propuesta como solista impresa en tres materiales de estudio Lado Este, En la Cocina y el reciente Fulgor, dice que lo suyo es el pop rock y ha hecho desde “Tapatilandia”, la capital de Jalisco, donde vive su cuartel general, desde donde ha llamado a los mejores instrumentistas y al mejor productor, entre ellos Gerri Rosado, de Intolerancia Records.

Fulgor es un disco cálido, fruto de una campaña de crowdfunding y una producción con los músicos más solicitados de la escena y que cuenta con la participación de músicos nacionales e internacionales de gran nivel como Frankie Mares (Troker), Samo González (Troker), Erik Deutsch (Citizen Cope, Charlie Hunter, Left Over Salmon) Richie Arreola (Belanova, La Dosis), Barney McAll (Sia, Fred Wesley, Gary Bartz), Jonathan Maron (Groove Collective, Dave Douglas High Risk) Bill Campbell (Charlie Hunter, Breastfist), Iraida Noriega, David Aguilar, Memo Márquez, Chumino Guardado y Juan Castañón.

Un eclecticismo sonoro es palpable en este material, con canciones que incluyen guitarras contundentes y teclados psicodélicos y temas que flotan en ambientes más etéreos e introspectivos o que se nutren de sonidos retro provenientes del soul y el funk.

La banda de Sara para esta visita está conformada por Omar Ramírez (teclados), Erik Kasten (guitarra), Richie Arreola (bajo), Peri Durán (bajo) y Armando Curiel (batería).

–Háblame de este disco

–Es mi tercer disco, es un material que comencé a armar en el 2014 y pues es un material que produje con Gerri Rosado. Armar una banda base, gente en la que confío ciegamente. Está Frankie Mares y Samo, de Troker. Un tecladista que conocí, estos locos de Nueva York, que comenzó a producir mientras yo armaba mi programa de jazz en el Cantoral. Erik Deutsch, que cuando le conté del disco se vino inmediatamente a Guadalajara, el proyecto lo metí a fondeadora y nos metimos en el estudio, armamos las bases de nueve canciones, luego grabamos otra con un trío neoyorquino, que se llama Feral y una última la grabé aquí con Richie Arreola –el bajista de La Dosis- y terminó siendo un dúo con El David Aguilar. Es una canción que empecé a hacer con un instrumento muy raro, especie de dulcimer chiquito y le enseñé a David, ah qué bonita, le hizo una letra súper bonita y terminó grabándola. Es un disco que para mí marca una evolución en cuanto al sonido, aunque sigo hablando de temas recurrentes, he aprendido a ver las cosas más luminosas.

­–¿Qué significa hacer un disco?

–Por un lado me gusta esa facilidad que nos permite escuchar muchas cosas, pero también por otro escuchamos las cosas de a cachitos. Tengo amigos que oyen 30 segundos, next, 30 segundos, next…y no nos damos la chance de escuchar un disco de principio a fin. Además el disco era una cosa que disfrutabas mucho oír, para mí hacer un disco físico es algo de gusto. Hacer un disco ahora además te obliga a algo nuevo, porque en el mundo se escuchan demasiadas cosas.

El pop rock es mi camino, dice Sara. Foto: Cortesía

­–¿Por qué se llama Fulgor?

–Soy malísima para los títulos y pensando en eso que te decía de que percibo más luz en mi vida, aunque sigo siendo igual de obsesiva, sigo amarrada al pasado que ya no existe, al futuro que ya no sé qué va a pasar, por lo menos me doy cuenta de eso ahora y trato de asumir que no puedo controlar nada, que es mejor fluir y dejarse ir. El fulgor naranja de un beso donde todo  desaparecía, que pertenece a “Aquel incendio”, me gustó como esta cuestión que es el fulgor de cada cosa, su brillo.

–¿Cómo estuvo Alterna?

–Me llamaron de la UDG, Fernando Favela, y me dijeron que querían hacer un ciclo en El Cantoral, que yo lo programara. Fue muy linda experiencia y ojalá se siga haciendo. De alguna forma vinieron grupos que no son precisamente mainstream, los que más me gustan, grupos que no suelen ser programados en otros festivales en México.

–¿Qué sientes con respecto a la música y al público?

–Por el jazz es difícil, aunque ahora se ha incrementado, pero nunca va a ser un género que llene estadios. Lo que ha faltado es continuidad. De pronto llega un funcionario a quien le interesa el jazz, pero de pronto es reemplazado por alguien que ve al jazz como irrelevante y así las cosas. Son muy valiosos los esfuerzos que se hacen independientes y de promotores que creen en eso.

Sara y sus músicos. Foto: Cortesía

–Me moriría por ver a Brad Mehldau, a Herbie Hancock…

–Es  que es muy caro. Un Herbie Hancock estaría cobrando 100 mil dólares, podría ser un buen ejercicio comercial para cualquier promotor, pero hay grupos por 60 mil o 50 mil dólares y nosotros los promotores no tenemos ese dinero. Ahora bien, lo que me preguntabas con respecto a mi música es el tema del jazz, la gente en general piensa que yo hago jazz, pero no es cierto. Curiosamente los tres discos están tocados por jazzistas, toco con jazzistas y además programo festivales de jazz. Lo que me gusta de eso es que los jazzistas tienen la capacidad para tocar lo que sea y de alguna forma en mi música se siente como una especie de libertad propia de ese género. Lo que hago es pop rock y los jazzistas colaboran para que no sea tan cuadrada con respecto a mi música.

–Grabas con El David Aguilar, hay un recambio ahora, no sé qué va a pasar, pero el rock no tiene muchas cosas que decir

–La verdad es que sí, no hay bandas nuevas que propongan cosas. Siento que con El David Aguilar está bueno que haya firmado con un sello internacional como Universal Music, que tenga una agencia importante, le va a poder abrir la puerta a otros cantautores que hacen fusión, un indie alternativo, no sé cómo voy a llamarlo.

–¿Tú anduviste por disqueras?

–Sí y todas me decían: está muy bueno, pero no es para este país. Está en español, no estoy hablando de cosas diferentes, las disqueras están muy cerradas, hacia determinados nichos, es difícil hablar con ellas.

­–¿Cuáles son los planes con este disco?

–No tengo planes. Lo que más me importa es tocarlo, una cosa es lo que grabas en el disco y otra es cómo suena en vivo. No tengo a Erik Deutsch, mi gran pianista neoyorquino, pero tengo a Omar Ramírez, un tecladista muy bueno. Hay una generación de músicos muy estudiosos y que se está poniendo las pilas para estudiar.

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
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