Wozniak y dos australianos en Sinaloa

03/12/2015 - 12:01 am
Steve Wozniak en Culiacán. Foto: Noroeste
Steve Wozniak en Culiacán. Foto: Noroeste

Steve llegó a Culiacán como cualquier hijo de vecino, usando tenis y acompañado de Janet, su esposa.

Hasta ahí nada extraordinario. Salvo porque Steve se apellida Wozniak y es el cofundador de Apple, la compañía cuya innovación han transformado la cultura pop del mundo. Solo otro Steve lo supera en fama y es su finado socio: Jobs. Sin embargo, para muchos otros, especialmente para los ingenieros, es este Steve, “Woz”, el verdadero cerebro detrás de la idea creativa de Apple.

Wozniak llegó a Culiacán para ser el orador principal de #ONOFF, un magno evento sobre innovación y emprendimiento organizado por el periódico Noroeste junto con un amplio grupo de aliados y patrocinadores.

Antes del evento, me la pasé explicando dos cosas: ¿cómo habíamos invitado a Steve y por qué a Culiacán?

La razón es ambiciosa: queremos cambiar la conversación que se produce desde y sobre Sinaloa. Pero queremos cambiarla no desde el discurso vacío, sino desde los hechos concretos.

Los expertos de marketing coinciden en que es más dificil cambiar una marca que crearla. La marca “Sinaloa” tiene un estigma negativo muy poderoso a nivel mundial. Ese estigma de violencia nos resta competitividad y nos cuesta miles de millones de pesos al año. Para confirmarlo, el warning del Departamento de Estado estadunidense nos recuerda que cohabitamos con “una de las organizaciones criminales más poderosas del mundo”, el Cártel de Sinaloa.

No vamos a cambiar Sinaloa negando la realidad ni prohibiendo los corridos como ha decidido el Gobierno del Estado. Sólo podremos hacerlo afrontando el problema desde el discurso y la estrategia multidisciplinaria. Poniendo cosas reales y concretas en el lado “positivo” de los hechos.

El evento fue un éxito rotundo. Congregamos a más de dos mil personas con la intención de dar el primer paso para una agenda de futuro para Sinaloa. Una agenda delineada por la competitividad, el desarrollo, la generación de valor y la distribución de riqueza.

Steve se fue feliz y satisfecho con el Sinaloa que conoció. “Nunca me habían puesto tanta atención en una conferencia”, me dijo antes de subir a la camioneta.

Todavía hasta ayer, pude sentir el entusiasmo y la inspiración que nos dejó Woz en diversos encuentros y reuniones, tanto empresariales como de la sociedad civil.

Pero la realidad se resiste siempre. Sobre todo una tan compleja como la nuestra.

Apenas unos días antes del evento, los medios de Sinaloa habíamos publicado una nota relativamente “común” para nuestros cánones: el hallazgo de dos cuerpos calcinados al interior de una camioneta en una ranchería de Navolato, conocida como “El Tigre”.

La nota dio un giro sorpresivo cuando descubrimos que dos jóvenes surfistas australianos habían desaparecido tras ser vistos en Topolobampo, al norte del estado. Se dirigían a Guadalajara.

Los peritajes no han concluido, pero todo apunta a que los cuerpos encontrados son los de Dean Lucas y Adam Coleman. Las placas de la camioneta tenían registro de Alberta, Canadá, lugar de residencia de los jóvenes. Todo lo demás coincide a pesar del hermetismo y la poca transparencia de la Procuraduría.

Antier, otra vez, dediqué gran parte de mi día a responder entrevistas de medios de diversas partes del país. Volví a explicar la realidad dolorosa y violenta de Sinaloa. Si en algo tiene razón el Gobernador es en afirmar que la nota nos deja “muy mal parados”.

Pero la nota no sólo duele, sino que enoja. El gobierno local lleva meses empeñado en señalar que los índices van a la baja y que existe gobernabilidad. Pero los hechos dicen otra cosa: tan solo hace dos semanas acumulamos 11 muertos en dos días y esta semana un hombre fue asesinado dentro de un restaurante ante los ojos de un montón de niños.

Lo que no dicen el Gobernador Mario López Valdez, ni el Secretario de Gobierno Gerardo Vargas Landeros, aspirante a la gubernatura por cierto, es que su cacareada gobernabilidad es un mito: Sinaloa sigue siendo uno de los tres estados más violentos del país según el Índice de Paz y llevamos más de diez años atorados ahí.

En Sinaloa mueren asesinadas casi tres personas al día y las autoridades se regodean en su falso éxito mientras reprueban exámenes de control de confianza. Cada vez gastamos más en patrullas, armas y balas pero nuestra impunidad sigue arriba del 95 por ciento. Del Procurador Marco Antonio Higuera solo escuchamos trabalenguas y lugares comunes.

Coincidentemente soy originario de la zona donde la camioneta fue encontrada. Fue durante años una región agrícola preciosa y habitable. Los vecinos podían dormir en catres y platicar entre ellos de patio a patio. Ahora es diferente: las bardas abundan igual que las recomendaciones de “no salgas de noche” y “cuidado con los encapuchados”. El mismo Alcalde de Navolato, Miguel Calderón lo confirmó: “esa zona es un Triángulo de las Bermudas”.

Sinaloa es esos dos estados al mismo tiempo. El del trabajo y la gente amable… y el del crimen organizado.

Duele reconocerlo, pero Sinaloa no es un estado seguro. Si lo fuera, como me dijo un compañero periodista, los australianos estarían en Guadalajara. Nunca llegaron.

Adrián López Ortiz
Es ingeniero y maestro en estudios humanísticos con concentración en ética aplicada. Es autor de “Un país sin Paz” y “Ensayo de una provocación “, así como coautor de “La cultura en Sinaloa: narrativas de lo social y la violencia”. Imparte clase de ética y ciudadanía en el Tec de Monterrey, y desde 2012 es Director General de Periódicos Noroeste en Sinaloa.
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