COVID y gripe tienen las mismas vías de contagio y comparten varios síntomas, así que en estos tiempos dominados por el temor confundirlos es fácil, lo que provoca que mucha gente asustada por una fiebre o un catarro acuda a hacerse el test del coronavirus, distrayendo recursos materiales y humanos que en muchos países escasean.
Por Isabel Saco
Ginebra, 3 de noviembre (EFE).- Europa ha entrado de pleno en la temporada de la gripe al mismo tiempo que sufre la segunda oleada de la pandemia de COVID-19, en la que se centran la atención y los esfuerzos de gobiernos y sociedades, pero que para ser controlada requiere que no se menosprecie a la gripe como si fuese un mal menor.
“Si hay una vacuna disponible recomendamos a la gente que se haga vacunar”, ha dicho hoy la responsable en la Organización Mundial de la Salud (OMS) de la preparación contra la gripe, Ann Moen.
COVID y gripe tienen las mismas vías de contagio y comparten varios síntomas, así que en estos tiempos dominados por el temor confundirlos es fácil, lo que provoca que mucha gente asustada por una fiebre o un catarro acuda a hacerse el test del coronavirus, distrayendo recursos materiales y humanos que en muchos países escasean.
Frente a síntomas similares “el único modo definitivo de saber si una persona tiene COVID o gripe es una prueba de laboratorio”, y aunque la pérdida del olfato y el gusto es característica del nuevo coronavirus, no todos los infectados presentan este síntoma.
Lamentablemente, no existe ningún estudio científico que apunte a que la vacuna contra la gripe protege de alguna manera contra la COVID.
Una razón mayor para hacerse vacunar contra la gripe es que evitar contraer esta enfermedad mantiene intacto el sistema inmunitario, que así está mejor preparado en caso de que tenga que afrontar la COVID-19, para la que no hay por el momento ni tratamiento ni vacuna.
“La gente que se enferma de gripe sufre un debilitamiento de su inmunidad porque tiene que luchar contra este virus, y esto la hace más susceptible a contraer otras enfermedades”, ha explicado en una presentación en las redes sociales la responsable de la preparación contra agentes infecciosos en la OMS, Sylvie Briand.
Esto significa que la vacuna contra la gripe protegerá a una persona contra esta enfermedad, pero también le ayudará a pasar el otoño y el invierno siendo menos vulnerable a otras enfermedades infecciosas.
Sin embargo, pasar cualquiera de estas enfermedades no genera inmunidad frente a la otra, y lo mismo se aplica en el caso de la vacuna de la gripe con respecto a la COVID.
“Las vacunas son desarrolladas para un virus específico reforzando el sistema inmunitario y la defensa contra ese virus en particular”, explica Briand.
Cinco grupos son considerados de alto riesgo en el caso de la gripe y se les recomienda la vacunación: los niños menores de cinco años, las personas con enfermedades crónicas, los mayores de 65 años, las mujeres embarazadas y los trabajadores sanitarios.
Europa, Estados Unidos y la India son en la actualidad los mayores focos de la pandemia, de la que se han registrado 46.5 millones de casos que ha causado la muerte de 1.2 millones de personas en todo el mundo, de acuerdo a los registros oficiales.
Con la temporada de la gripe activa en dos de los grandes centros de la pandemia, la OMS recuerda que esta vacuna debe renovarse cada año porque se trata de un virus que muta muy rápido y la vacuna recibida un año no protegerá al siguiente.
En lo que va de la pandemia se ha constatado que en el hemisferio sur, que ahora está entrando al verano, la gripe circuló de forma muy moderada el pasado invierno, lo que se cree que se debió a que todas las medidas de prevención aplicadas para la COVID sirvieron a la vez para frenar la propagación de la gripe.
Queda ver si lo mismo ocurrirá en Europa o Norteamérica, pero por principio de precaución la OMS pide a todos los que puedan vacunase contra la gripe que lo hagan, incluso si no están en los grupos considerados de riesgo.