Las pocas horas de sueño y el aumento de peso están relacionados, alertan expertos

03/11/2014 - 12:00 am

Ciudad de México, 3 de noviembre (SinEmbargo).- Dormir pocas horas deriva, además de en somnolencia y falta de concentración al día siguiente, en un aumento de peso debido a que se desatan procesos hormonales relacionados con el apetito y la tendencia a la obesidad, de acuerdo con diversos estudios científicos.

Durante el sueño tienen lugar varios procesos hormonales, si por la noche sólo duermes por ejemplo cinco horas, eso supondrá que se produzca más grelina, “una hormona relacionada con la del crecimiento y que hará que tengas más hambre al día siguiente”, explicó la dietista Rebecca Scritchfield a la edición norteamericana del The Huffington Post.

A esto se une un descenso de la hormona leptina, encargada de frenar el apetito. Según la especialista, no sólo se sentirá más hambre durante el día, sino que habrá una tendencia a elegir alimentos con más sal, azúcar y grasa.

“Hoy en día, por el tipo de vida que llevamos, tendemos a dormir menos de lo normal, no sólo los adultos sino también los niños y los adolescentes”, alertó el doctor especialista en trastornos del sueño Eduard Estivill al Huff. Existe la falsa creencia de que durmiendo no se quema energía, pero es un mito: “Si te pesas en el momento de acostarte y te pesas en el momento de levantarte, verás que has bajado. Es la señal de que sí has gastado energía mientras dormías”, apunta el experto. Por ese motivo, si no duermes lo suficiente, los procesos del sistema metabólico que influyen en el peso se alterarán.

Por otro lado, el neurofisiólogo Jesús Escribá, del Instituto de Medicina del Sueño dijo al mismo medio que si no se obtiene el descanso necesario “el tejido graso responde peor a la insulina y eso aumenta el riesgo de padecer obesidad y diabetes. La grasa necesita dormir para metabolizarse bien”.

“Las células adiposas tienen una importante función en el cuerpo humano, ya que se encargan de almacenar de forma segura los lípidos (grasas)”, dijo Escribá. De no descansar bien, realizan peor su trabajo de almacenaje y los lípidos quedan sueltos en el torrente sanguíneo.

Foto: Shutterstock
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“Cada vez más estudios hablan de que la falta de horas de sueño conlleva alteraciones metabólicas importantes que pueden afectar incluso al balance energético (como es el caso de la obesidad, la diabetes tipo 2 y la resistencia a la insulina) o al sistema cardiovascular además de problemas neurológicos y gastrointestinales”, menciona.

Según señala el doctor Estivill, las personas que sufren de problemas del sueño, como apnea o fuertes ronquidos, a veces se encuentran con que “no bajan el peso que esperaban aunque estén a dieta”. La relación entre sueño y peso es bidireccional, por lo que también ocurre a la inversa: quienes sufren de sobrepeso suelen tener dificultades para dormir.

“A pesar de ser muy frecuentes, los trastornos del sueño están infradiagnosticados y es necesario ponerse en manos de los médicos e instituciones”, recalca Escribá.

El año pasado, un grupo de investigadores de la Universidad de California en Berkeley, llegaron a la conclusión que después de una mala noche las personas son más propensas a elegir comida chatarra para su alimentación, como pizzas o papas fritas, esto debido a que cuando alguien tiene sueño los “centros de recompensa” del cerebro responder con mayor intensidad a este tipo de alimentos.

Para estos resultados, los científicos analizaron imágenes cerebrales de estudiantes divididos en dos grupos, uno en el que sí habían tenido un buen descanso y el otro que pasó una mala noche. A cada uno de ellos se les presentaron platillos saludables, como ensaladas, y en otros postres como pasteles; los resultados mostraron que los somnolientos mostraron una propensión a elegir alimentos calóricos, que en general aumentaron 600 calorías a lo que solían comer normalmente.

Los investigadores determinaron que esto se da debido a que los platos calóricos aumenta la actividad en la amígdala, la parte del cerebro que regula las emociones básicas y los deseos por obtener recompensas, entre ellos la comida.

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