Los amantes confunden soles y lunas, pasiones sedientas y manantiales de olvido. Pero tienen la certeza de que sus labios están hechos para ser bebidos, mordidos, admirados y, poco a poco, incendiados y cedidos.
Por Alberto Ruy-Sánchez.
Los amantes confunden soles y lunas, pasiones sedientas y manantiales de olvido. Pero tienen la certeza de que sus labios están hechos para ser bebidos, mordidos, admirados y, poco a poco, incendiados y cedidos.
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