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Jorge Alberto Gudiño Hernández

03/09/2016 - 1:27 am

¿Y si nos sumamos al absurdo?

Esta semana las redes sociales se han incendiado varias veces. La muerte de Juan Gabriel fue la primera de las razones. Descanse en paz. La visita de Trump ha sido la última (al menos, cuando escribo esto). No descanse en paz. Ya muchos analistas políticos, internacionalistas y personas mucho más capacitadas que yo han escrito […]

¿Por qué Peña Nieto y su gobierno hacen lo que hacen? No me resulta fácil aceptar que es mera impericia, falta de miras, opacidad o simple estulticia. Foto: Cuartoscuro.
¿Por qué Peña Nieto y su gobierno hacen lo que hacen? No me resulta fácil aceptar que es mera impericia, falta de miras, opacidad o simple estulticia. Foto: Cuartoscuro.

Esta semana las redes sociales se han incendiado varias veces. La muerte de Juan Gabriel fue la primera de las razones. Descanse en paz. La visita de Trump ha sido la última (al menos, cuando escribo esto). No descanse en paz.

Ya muchos analistas políticos, internacionalistas y personas mucho más capacitadas que yo han escrito textos y vertido sus opiniones al respecto. En la mayoría de los casos coincido: es una vergüenza para nuestro país, eso no se hace, Peña Nieto no fue capaz de medir la toxicidad del invitado, nunca debió hacerlo, es el colmo que se rebaje de esa forma, la dignidad de México fue puesta en duda, su obligación es la de defender a los mexicanos, uno no invita a su casa a quien lo insulta, ya se metió en un lío con Hillary, yo tampoco me siento representado por él aunque, tristemente, siga gobernando… y un montón de etcéteras. A ellos se suman, además, todos los escándalos anteriores. Desde Monex hasta el departamento de Miami.

Como yo no me dedico al análisis político ni de la actualidad, sino a la ficción, a veces me da por hacer ejercicios hipotéticos. Una pregunta me ha rondado desde hace varios escándalos pero no me ha soltado en los últimos días: ¿Por qué Peña Nieto y su gobierno hacen lo que hacen? No me resulta fácil aceptar que es mera impericia, falta de miras, opacidad o simple estulticia. La respuesta no la tengo, claro está, pero el terreno de la ficción me permite esbozar algunas posibilidades. A saber:

  • Al darse cuenta de que no podría ser el mejor presidente de México, decidió ser el peor. Como eso no es sencillo (los hemos tenido, en verdad, lamentables), debe trabajar en ello. La sucesión de errores y dislates, analizados desde esta perspectiva, es digna de aplauso. Ha hecho, junto con su equipo, un gran trabajo a la hora de desbarrancarse. Entonces lo ha logrado: ser el peor en algo es, también, una forma de triunfo.
  • En algún momento de la secundaria escuchó a un profesor de física explicar algo en torno a la tensión de una liga. Había una fórmula, por una parte, para calcular cuánto aguantaría y, por la otra, un montón de elementos que no podrían considerarse (su antigüedad, el clima donde se guardó, la temperatura del laboratorio…). Por esas fechas, escuchó a otro profesor, éste de Español, hablar sobre figuras retóricas. Mencionó —vaya coincidencia— el asunto de “tensar la liga”. Aun cuando nunca entendió bien las dos materias, ahora se le ha ocurrido tensar esa liga de desgobierno para ver hasta dónde llega. Para él, salir impune por todo lo que se le achaca sería peor que ser castigado de pronto: sólo así podría saber cuál fue la gota traviesa que derramó el vaso. Su espíritu científico-gramático requiere esa clase de respuestas.
  • Tal vez todo sea más sencillo de lo que parece y no esté vinculado con los escándalos anteriores. Negociante Trump, le pagó una buena cantidad por un acto de campaña. Baste pensar en lo que gasta uno de los candidatos de Estados Unidos por convocar la atención de millones. Seguro fue un negocio redondo.
  • ¿Y si le hacemos a la teoría de la conspiración? ¿Acaso no fue sospechosa la manera en que Calderón permitió al PRI recuperar la Presidencia? Él no apoyó a su candidata. Más bien se dedicó a maltratar al perredista. En una de ésas había un pacto: “Te dejo ganar si, a cambio, dejas ganar a mi esposa dentro de seis años”. “Órale”. ¿Cuál es la mejor manera de hacerlo? Fácil: conseguir que los ciudadanos añoren un gobierno muy malo pero no pésimo. Va por buen camino. ¿Y México? Eso es lo de menos.
  • ¿Y si la teoría de la conspiración la extrapolamos? El trato no es con Calderón sino con Obama: le va a ayudar a que Trump gane. Así no habrá duda: Michelle sería la próxima Presidenta por aclamación. ¿Y México? Eso es lo de menos.
  • La verdad, es un acto de narcicismo. Estar enamorado de la propia imagen es algo que ya se tiene diagnosticado desde hace siglos. Es bien sabido que “las cosas buenas se cuentan menos”. Entonces el mejor camino para ser una figura pública es hacer las cosas mal. Eso sí garantiza salir en todos los medios todos los días. Si hasta le ha agarrado gusto a los memes.
  • La última de las posibilidades es la más radical: al gobierno, a sus integrantes en particular, les falta inteligencia, valentía, integridad, decoro… No, eso no suena posible. Debe ser cualquiera de las anteriores.

Para curarme en salud, dos cosas: insisto, todo es hipotético, la libertad de la ficción me autoriza a imaginar cualquier cosa. La segunda: entrecomillé sin citar parte del lema de los anuncios por el cuarto Informe de Gobierno. Espero que quede claro que no es un plagio: nunca querría hacerlos pasar como una idea propia.

Jorge Alberto Gudiño Hernández
Jorge Alberto Gudiño Hernández es escritor. Recientemente ha publicado la serie policiaca del excomandante Zuzunaga: “Tus dos muertos”, “Siete son tus razones” y “La velocidad de tu sombra”. Estas novelas se suman a “Los trenes nunca van hacia el este”, “Con amor, tu hija”, “Instrucciones para mudar un pueblo” y “Justo después del miedo”.

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