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Ciudad de México, 3 de agosto (SinEmbargo).– El fotorreportero Rubén Espinosa Becerril planeaba dejar el departamento ubicado en el número 1909 de la calle Luz Saviñón poco después de las dos de la tarde del pasado viernes 31 de julio, y así se lo escribió a uno de sus amigos que, a las 14 horas con 13 minutos, recibió un mensaje de texto del periodista diciendo: “Voy de salida a la calle”.
Al menos unas nueve cámaras de seguridad ubicadas en esa cuadra debieron registrar lo que ocurrió a partir de entonces y hasta las nueve de la noche, cuando una mujer, al parecer amiga de las víctimas, subió al cuarto piso, abrió la puerta del departamento 401 y encontró la escena del crimen múltiple en que fueron torturados y asesinados Espinosa –de 31 años, refugiado en esta ciudad por amenazas en Veracruz- y otras cuatro mujeres. Una de ellas, de acuerdo con RompevientoTV, es la antropóloga egresada de la Universidad Veracruzana, Nadia Vera, de 32 años, residente de Xalapa y, como el periodista, conocida por su trabajo de denuncia sobre la ola de violencia e impunidad que prevalece en el Gobierno de Javier Duarte de Ochoa.
De acuerdo con la Procuraduría General de Justicia del Estado, los cuerpos fueron encontrados, algunos, en las recámaras y uno más en el baño. Cada uno, dijo el Procurador Rodolfo Ríos en conferencia de prensa ayer, presentaba una herida de bala en la cabeza, de arma calibre 9 milímetros, “así como algunas escoriaciones en diversas partes, presuntamente originadas por el forcejeo previo al sometimiento al que fueron expuestas”.
Fuentes consultadas por este medio agregan que los cadáveres presentaban señales de haber sido torturados de manera prolongada. En los alrededores, sin embargo, ningún vecino reportó haber escuchado los disparos. La mayoría se mostró renuente a dar información y, entre los habitantes del edificio, al parecer, los agentes ministeriales dieron la orden de que no se concedieran entrevistas.
El lugar, sin embargo, está cubierto con cámaras. Ahí, este medio observó que tan sólo en la entrada al edificio –que está protegida por dos puertas- hay una cámara sobre el techo. Otras cuatro de la Secretaría de Seguridad Pública vigilan en las esquinas de la cuadra y, en los alrededores, hay al menos otras cuatro tanto en negocios como en domicilios particulares.
“Si para algo sirve el sistema de video-vigilancia de la Ciudad de México, este es el momento de probarlo”, comentó a SinEmbargo el activista Jesús Robles Maloof, también columnista que ha investigado los millonarios gastos que el Gobierno del Distrito Federal ejerce en cámaras de seguridad y quien ayer, dijo, recorrió la cuadra en la que ocurrió el crimen.
“No se puede ingresar en ese domicilio sin ser captado por una cámara de vigilancia. Hay también otros puntos de acceso que abren la posibilidad de contar con más evidencia, como la captada por las cámaras de alta definición colocadas en el cruce de Luz Saviñón, ya casi en Eje Central, y que pueden hacer reconocimiento de placas y de rostros”, agregó.
El fotoperiodista Rubén Espinosa Becerril, de 31 años y colaborador desde Veracruz para la revista Proceso y la agencia Cuartoscuro, temía por su vida desde al menos 2013. En octubre de ese año, y luego de que él y otros reporteros de Xalapa fueron agredidos por policías estatales cuando cubrían el desalojo de un plantón de maestros y alumnos de la Universidad Veracruzana, viajó ex profeso a esta capital para denunciar la situación ante colegas locales.
Su testimonio generó la creación del colectivo FotorreporterosMx, que aglutinó a decenas de comunicadores que, en solidaridad con lo narrado por Espinosa, realizaron una protesta vendándose los ojos afuera de la representación del gobierno de Veracruz en esta ciudad. También por la presión ejercida por Espinosa y sus colegas agredidos, en Xalapa se formó además una Comisión Legislativa para la Atención Protección de Periodistas.
Participaba también de manera activa en los actos de conmemoración y exigencia del justicia por el asesinato de la periodista Regina Martínez, corresponsal de la revista Proceso en aquella entidad y asesinada en 2012.
Espinosa se había convertido, como dijo él mismo a SinEmbargo en una entrevista del pasado 1 de julio, en “un periodista incómodo” para el Gobernador Duarte, campeón, con 14 homicidios de periodistas, de la brutalidad contra la prensa en México.
“Yo me especializo en movimientos sociales. Tengo una portada en la revista Proceso con el Gobernador, esa portada lastimó mucho, de hecho la compraron a granel… Es una fotografía donde el Gobernador sale con una gorra de policía y de perfil que va caminando”, dijo a SinEmbargo a principios del mes pasado.
Espinosa decidió volver a la Ciudad de México en junio de este año a partir de que, en la cobertura de una manifestación estudiantil reprimida violentamente por la policía del estado, un agente lo amenazó de manera directa.
“Le di la cobertura y cuando tomo la foto de que estaban deteniendo a los estudiantes, me toma del cuello una persona de ayudantía del Gobierno del Estado y me dijo: ‘Deja de tomar fotos si no quieres terminar como Regina’. Eso me lo dijo una persona de Gobierno. Son policías vestidos de civil. La persona que orquestó el operativo de esos estudiantes está en la Secretaría de Seguridad Pública”, aseguró a este medio.
El 9 de junio siguiente, agregó en su relato, salió de su casa a trabajar por la mañana y notó que una persona lo observaba. Por la tarde, agregó, al salir de nuevo a cubrir otra manifestación estudiantil, vio que en la esquina de su casa había tres personas en un taxi con el motor encendido y desde el cual le tomaron una fotografía.
“Ahí me di cuenta que era el mismo que vi en la mañana. Por la tarde iba camino a mi casa y veo que vienen dos tipos hacia mí, en actitud violenta, se vienen y no se quitaron. Yo me pegué a la pared, y uno de ellos me pasa cerca, sentí su respiración. Me puse de lado, no lo seguí con la mirada, seguí mi camino, volteo y me están viendo. Iban de negro”, denunció.
Fue entonces que decidió volver al Distrito Federal, donde se instaló con su familia en una colonia del extremo occidente de esta ciudad.
Una vez aquí, y casi sin ingresos fijos, se mantuvo trabajando y documentando con su lente la actividad de movimientos sociales y actividad policiaca. Apenas el pasado 28 de julio publicó en su cuenta de Instagram –espinosafoto- nueve fotografías de una protesta en Paseo de la Reforma contra la expropiación de 37 hectáreas para la construcción de la autopista Naucalpan-Toluca, en el Estado de México.
“Esta lucha lleva ya ocho años en los cuales de manera injustificada el Estado Mexicano ha detenido a 22 personas por defender la tierra”, escribió el periodista al pie de las imágenes. En éstas, a blanco y negro, se observan personas mayores, jóvenes y niños asistentes a la protesta. En una, una mujer de la tercera edad aparece en primer plano con un puño en alto. Otra más aparece fuera de foco y, detrás de ella, un hombre disfrazado de revolucionario –con cananas y sombrero de ala ancha- y la máscara del “Anonymous”. En otra, este mismo manifestante aparece sosteniendo una enorme manta con el rostro de Emiliano Zapata.
“EL NARCO GOBIERNA ESTE ESTADO”
Espinosa, de acuerdo con los relatos de sus amigos, había considerado volver a Veracruz, sobre todo por la falta de ingresos fijos. En DF, además, empezó a notar que incluso aquí estaba siendo perseguido.
“Me comentó que en una entrevista que le estaban haciendo en un café, llegó un hombre y de pronto le dijo: ‘tú eres el reportero de Veracruz que está perseguido”, narró a este medio una defensora de periodistas en el exilio.
Pese a las circunstancias, Espinosa habría tomado en sus últimas horas la decisión de quedarse en la Ciudad de México y, en esta semana, confirmaría su ingreso de planta a la agencia Cuartoscuro. “Hablé con él como a las 11:30, el jueves, le contesté y me dijo que se iba a quedar”, dijo a SinEmbargo Moisés Pablo Nava, editor de la citada agencia.
“La idea era reunirnos el martes, para concretar su entrada”, agregó el periodista.
Esa noche del jueves 30, Espinosa se encontraba en una reunión en el departamento 401 del edificio ubicado sobre Luz Saviñón y decidió quedarse, le dijo a sus amigos y colegas, para evitarse el traslado hasta Santa Fe, a casi una hora de distancia de la colonia Narvarte, donde visitaba, creen sus amigos, sobre todo a la activista y productora cultural Nadia Vera.
Como él, la antropóloga chiapaneca con residencia en Xalapa era abiertamente crítica del gobernador Duarte. Tanto, que en una entrevista que dio para un documental reciente elaborado por el sitio de televisión por internet Rompeviento, denuncia que las desapariciones aumentaron con la llegada del mandatario y que, en resumen, a la entidad la controla el narcotráfico.
“Nos empieza a preocupar mucho porque empieza a elevarse el índice de desapariciones a partir de 2010, con la entrada de Javier Duarte como Gobernador, la violencia se empieza a destapar; entonces sí nos empieza a preocupar porque resulta que nosotros empezamos a ser el producto que ellos necesitan. (…) A ti te agarran como mujer para la trata, a ti como estudiante para el sicariato, aquí el problema somos todos nosotros que les estorbamos tanto al gobierno como al narco; estamos ante dos frentes de represión, ilegal y la legal”, dice Vera ante la cámara del documental “Veracruz: la fosa olvidada”.
“Porque el narco es el que gobierna en este estado, el narco es el que está rigiendo, los zetas literalmente son los que tienen todo este estado manipulado, regido; aquí te cobran derecho de piso, aquí te cobran por tener un bar, te cobran por trabajar, aquí la mercancía eres tú. Es necesario accionar en este momento, porque nos están aniquilando. Es necesario que nosotros sí hagamos algo”, agrega.
Por toda esta evidencia de denuncias hechas por las víctimas, dice Daniela Pastrana, periodista y directora de la organización Periodistas de a Pie, es que el Gobierno de la Ciudad de México debe privilegiar las líneas que analicen el trabajo periodístico de Espinosa y los antecedentes que apuntan hacia las amenazas generadas en el Estado de Veracruz.
La PGJDF, sin embargo, está investigando el homicidio como un caso del fuero común e incluso, dijo el titular, Rodolfo Ríos, se está indagando también como “robo” porque en la escena, agregó, se detectó que “hubo saqueo”.
En conferencia, y sólo ante pregunta expresa de los reporteros, Ríos dijo que tenía abierta todas las líneas de investigación y que la Fiscalía Especializada para la Atención a Delitos Cometidos contra la Libertad de Expresión (FEADLE) del Gobierno federal había levantado un acta circunstanciada. Sobre el Gobernador Duarte, Ríos dijo solamente que había solicitado a la administración estatal la información sobre la denuncia interpuesta por el fotógrafo desde hace meses.
Argumentando secrecía en la investigación, la PGJDF se reservó la difusión de mayores datos sobre lo encontrado en la escena del crimen así como los nombres de las cuatro víctimas mujeres. De ellas, la dependencia sólo difundió oficios, edades y lugares de origen.
“(Víctima) 1. Maquillista, (18 años), originaria de Mexicali, Baja California, soltera, estudiante de belleza. 2, promotora cultural (32 años), originaria de Chiapas, soltera (Nadia Vera). 3, empleada doméstica (40 años), provenía del Estado de México, estado civil: separada; 4, aún por determinar ocupación, (29 años), originaria de Colombia”, informó la PGJDF en un comunicado.
La identidad de Vera empezó a ser difundida por colegas y amigos en redes sociales desde la noche del sábado. Ayer domingo, otros datos no oficiales apuntaron a que otra víctima llevaría el nombre de Yesenia Quiroz.
“VIOLENCIA DE VERACRUZ ALCANZÓ AL DF”
El homicidio cimbró a la comunidad periodística y de activistas de la Ciudad de México, sobre todo a los organizados en redes y vigilantes de la creciente inseguridad en la que se realiza el oficio en este país.
A través de un comunicado difundido ayer, periodistas de esta capital, amigos y colegas de Espinosa enfatizaron sobre todo la gravedad de que haya sido asesinado aun cuando denunció públicamente su temor, y porque el hecho podría evidenciar que la violencia de Veracruz –estado con mayor cantidad de homicidios en México- lo hubiera alcanzado hasta esta ciudad.
“Este crimen marca a la Ciudad de México. El refugio se rompió. Las autoridades, y particularmente el jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, están obligados a esclarecer el asesinato de nuestro compañero. Deben diferenciarse del gobierno de Veracruz, el mejor ejemplo de que la impunidad es sinónimo de muerte”, escribieron los colegas de Espinosa en un comunicado difundido por correo electrónico.
“Él ya había denunciado amenazas, acoso y persecución. Habló con todos los colegas que encontró a su paso y con sus empleadores, y recorrió redacciones y medios alternativos y organizaciones de libertad de prensa para denunciar la imposibilidad de realizar un trabajo periodístico en Veracruz, y el clima de violencia que lo obligó a exiliarse y abandonar la vida que había construido en aquella entidad. También el temor que tenía por los compañeros que en Veracruz se quedaban. Pero la violencia de Veracruz lo alcanzó en el DF”, agregan.
UNA TESTIGO CLAVE
La Procuraduría capitalina cuenta con la colaboración de una testigo que vive en el departamento de la colonia Narvarte y quien fue la persona que encontró los cuerpos de Rubén Espinosa, de Nadia Vera, Yesenia Quiroz, Alejandra y Nicole.
Las declaraciones de la joven identificada como Esbeidy está contenidas en las diligencias que realizan en las autoridades y fueron difundidas esta mañana en la prensa.
De acuerdo con el testimonio, Rubén, Nadia, Yesenia, Alejandra y Nicole tenían una reunión en el departamento 401 del edificio ubicado sobre Luz Saviñón que se realizó desde la noche del jueves pasado hasta las primeras horas del viernes.
Esbeidy, quien no participó de la reunión, dijo a las autoridades del DF que la mañana del 31 de julio salió a trabajar justo cuando al domicilio llegó la señora Alejandra a hacer la limpieza.
Comentó que cuando regresó a las 21:00 horas del viernes encontró los cuerpos sin vida. A uno lo halló en la sala, otro en el baño, dos más en una recámara y el quinto en otra recámara. Todos tenían escoriaciones y un disparo en la cabeza.