Adela Navarro Bello
03/07/2024 - 12:04 am
El terror de otra masacre
“Sin una investigación detallada de por medio, o al menos no dada a conocer públicamente, la palabra de los criminales asesinos fue dada por buena”.
“Saquen las armas y vámonos a la… apesta mucho aquí”, dice el hombre que graba y reseña una imagen de terror: por lo menos 14 cuerpos apilados en la caja de un camión de volteo. Todos hombres, la mayoría porta prendas tácticas, chalecos antibalas, botas y cargadores, distintivas de corporaciones policíacas. Las armas están esparcidas entre los restos.
Es la última masacre de la que se tenga cuenta en México. Sucedió, se sabría posteriormente, el 28 de junio de 2024 en Chiapas en las inmediaciones de la municipalidad de La Concordia. A esos 14 o 15 cuerpos masacrados y aventados al camión, se sumaron tres que fueron tirados alrededor del vehículo y dos más en la parte delantera a manera de piloto y copiloto. La Fiscalía General de Chiapas informaría que se trató de 20 hombres brutalmente asesinados; el gobierno de la República diría que eran 19.
Los asesinos videograbaron el momento en que abandonan los cuerpos en el camión de volteo una vez que asesinaron a los hombres. Dicen que se trata de criminales, es su palabra y la de nacide más. Que trabajaban para Ataulfo López Flores.
Los verdugos son identificados con el cártel de Sinaloa, y los muertos con el cártel Jalisco Nueva Generación. Esas dos organizaciones criminales enfrentan una guerra en varias regiones del País, desde la frontera norte iniciando en Baja California hasta la frontera sureste precisamente en Chiapas.
La noticia de la masacre no llegó porque alguna autoridad, federal, estatal o municipal en patrullaje en La Concordia, Chiapas, haya escuchado las ráfagas de disparos, o descubierto la fatal escena al tiempo que las unidades recorren esas calles para proteger a la ciudadanía, no. Los datos y la ubicación de los muertos la hicieron pública los criminales que compartieron el terrorífico video en redes sociales para conocimiento de todos y alerta de quien presumen es el jefe de los asesinados. Entre los 20 cuerpos, la autoridad resolvió que se encontraban seis de origen guatemalteco, por las identificaciones que portaban entre sus ropas.
Sin una investigación detallada de por medio, o al menos no dada a conocer públicamente, la palabra de los criminales asesinos fue dada por buena. La credibilidad de la anónima voz criminal llegó hasta la conferencia mañanera del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien no solo confirmó la masacre, sino que develó el móvil: tráfico de droga y tráfico de migrantes.
López Obrador habló de un enfrentamiento, aunque evidentemente no hubo tal. Los asesinos se aprecian ilesos, altamente armados y con harta soberbia sobre la terrible masacre que cometieron. Amenazan, esos muertos son para que vean el nivel de violencia del que son capaces contra quienes consideran enemigos o adversarios, y en un grado máximo de poderío criminal y magnanimidad, advierten a la población, como si fueran gobierno, que estén tranquilos, que a ellos nada les pasará.
Ya en varias mañaneras a razón de otras masacres que se han detonado en el País, el presidente López Obrador ha reconocido que en México hay territorios del narco. Las más directa, fría y preocupante, fue cuando en diciembre de 2023 justificó la violencia contra cinco jóvenes que fueron asesinados, argumentando que habían ido a comprar droga a un narcomenudista en una zona que no era la suya. De la masacre de los 20 en La Concordia, Chiapas, dijo: “Fue un enfrentamiento lamentable en Chiapas, en la zona fronteriza. Hay dos grupos que están enfrentados, ya lleva tiempo esto. Se está protegiendo a la población de la región. Son dos grupos. ¿Qué motiva esto? El tráfico de la droga y también el tráfico de migrantes, de personas… Es una ruta que lamentablemente en estos asesinatos hay personas de Guatemala. O sea, son mexicanos y guatemaltecos”.
Una vez más, el presidente justifica: el motivo de la masacre fue por tráfico de drogas y tráfico de migrantes; lo que sucedió en medio de una “pelea con otras organizaciones por el control del territorio y rutas”.
Fuera de eso no informó algo más. No dijo si el gobierno de la República, a través de la secretaría de Seguridad, de la Guardia Nacional, del Ejército Mexicano, están llevando a cabo operativos y elaborando estrategias para recuperar el territorio para los chiapanecos y quitárselo a los narcotraficantes. No refirió cómo va la investigación para castigar a los autores de la masacre que cometieron 20 homicidios.
Tampoco habló de la operación de cualesquiera corporaciones para evitar que masacres así sucedan, a partir de la investigación, la inteligencia, el patrullaje, la protección de los ciudadanos y la persecución de los criminales.
La realidad es que lo único que se intenta disuadir es la propagación de información de los actos de terror que miembros de los cárteles llevan a cabo en su sangrienta lucha por los territorios del país para continuar con su ilícito negocio de las drogas, el tráfico de personas, la extorsión, el cobro de piso, y otros, que afectan a varios sectores de la sociedad mexicana que, desolada de autoridad, está vulnerada ante el crimen organizado.
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