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Arnoldo Cuellar

03/05/2012 - 12:01 am

La ilusión de modernidad viaja en trenes rápidos

El gobernador de Querétaro, el priísta José Calzada Rovirosa, acaba de hacer un anuncio espectacular: la construcción de un sistema de transporte ferroviario entre el Distrito Federal y la capital de su estado que movería carga y pasajeros a alta velocidad y a bajo costo. Es un sueño de primer mundo del que México no […]

El gobernador de Querétaro, el priísta José Calzada Rovirosa, acaba de hacer un anuncio espectacular: la construcción de un sistema de transporte ferroviario entre el Distrito Federal y la capital de su estado que movería carga y pasajeros a alta velocidad y a bajo costo.

Es un sueño de primer mundo del que México no estaría tan distante de no ser por la miopía de su clase política y la mezquindad entre partidos a los que no les importa arruinar al país si de paso lo hacen con sus adversarios.

Un transporte con esas características, entre una megalópolis y la cadena de ciudades medias más importante del país, debería estar funcionando desde hace algunos lustros. Por más que se gastara en construcción, liberación de derechos y hasta en un subsidio de mantenimiento, a la larga terminaría siendo menos costoso que hacer nuevas carreteras, reparar las existentes, seguir consumiendo combustible fósil y perder millones de horas hombre en traslados.

En Guanajuato, desde hace más de treinta años y a lo largo de media docena de gobiernos panistas y priístas, se ha venido trabajando en el proyecto de un tren interurbano, con características de tren rápido para el transporte de personas, que cruzaría el estado a través de su cinturón de ciudades medias, que a la vez constituyen la columna vertebral de su eje industrial.

De León a Celaya, pasando por Silao y su Puerto Interior, Irapuato y Salamanca, este desarrollo estaría sólo a un paso de conectarse al proyectado tren de Querétaro a la Ciudad de México.

Si este plan pudiera verse concretado, se tendría una conexión que podría convertirse en el detonador de un desarrollo impresionante a lo largo de una de las zonas más densamente pobladas del país.

La poderosa industria de la Ciudad de México podría animarse a continuar un proceso de descentralización  hacia los nuevos parques fabriles del Bajío y del altiplano queretano, donde ya se desenvuelven con éxito empresas de las ramas aeronáutica, automotriz y electrónica.

La continuación de esta arteria ferroviaria hacia el occidente y la ciudad de Guadalajara sería inevitable.

Sin embargo, la orquestación de un plan que debería ser más importante que muchas otras políticas públicas que nos roban la atención y los recursos como la del combate a la inseguridad, si bien necesaria de ninguna manera estratégica, se encuentra entorpecida por las visiones de corto plazo de la clase política nacional y regional.

Por ejemplo, el mismo anuncio del gobernador Calzada ocurre justo en tiempos electorales y se antoja que ha sido pensado para incidir, justamente, en el debate de la actual coyuntura. Calzada es parte de una nueva generación política que se ve plenamente representada en Enrique Peña Nieto y no es de dudarse que esté pensando ya con criterios futuristas.

Como me comentó un especialista en el tema, se antoja absolutamente irreal que el mandatario queretano pueda anunciar el arranque de las obras del tren para principios de 2013, cuando se trata de un tema federal a causa de la intervención de por lo menos 4 estados en el trazo de la ruta: Querétaro, Hidalgo, Edomex y Distrito Federal. Poner de acuerdo a las autoridades de esas demarcaciones, a los transportistas y el gobierno de la República, demandará mucho más tiempo que los meses que le faltan al sexenio.

Muestra adicional de las dificultades que debe enfrentar la construcción de proyectos estratégicos, que deberían estar por encima de los coyunturales enfrentamientos políticos y, mucho menos, de los electorales, es el propio anuncio del mandatario queretano, realizado en temporada de veda electoral, y la consecuente reacción de opositores como el dirigente panista Gustavo Madero, que ya quiere abrir un proceso judicial sobre el tema.

En Guanajuato, mientras tanto, el candidato panista Miguel Márquez le enmienda la plana a cuatro de sus antecesores al señalar que el proyecto de tren interurbano de Guanajuato “no es viable” y propone en su lugar una variante del pulpo camionera que frena el desarrollo de la entidad por su carácter monopólico.

Así, mientras en Querétaro se postula la muy necesaria obra como parte de una estrategia electoral priísta, en Guanajuato se frena un trabajo de años por miopía de un panismo que parece haber perdido el impulso de innovación con que llegó al poder hace 20 años.

La excesiva politización de la agenda nacional de largo plazo; de las reformas estructurales y de las obras con sentido estratégico, constituye, a no dudar, la mayor evidencia de que nuestra clase política se ha extraviado, en parte por su falta de profesionalismo, en parte por su escasa imaginación y, mayormente, por su nula generosidad para con el país que los sostiene.

En serio, ¿son estos los gobiernos que nos merecemos? A juzgar por los resultados de las encuestas, parece que sí.

 

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Arnoldo Cuellar
Periodista, analista político. Reportero y columnista en medios escritos y electrónicos en Guanajuato y León desde 1981. Autor del blog Guanajuato Escenarios Políticos (arnoldocuellar.com).

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