Roger Bartra, miembro extinto del Partido Comunista Mexicano, señala en entrevista cómo el Presidente Andrés Manuel López Obrador y Morena, el partido que fundó, han hundido a la izquierda mexicana y ahora buscan restaurar un Gobierno al viejo estilo del priismo de los años 60 y 70.
Ciudad de México, 3 de abril (SinEmbargo).– Andrés Manuel López Obrador es un líder populista con “un pensamiento de derecha reaccionario” que ha “hundido a la izquierda” mexicana como lo muestra la integración de su gabinete, en donde “hay gente de derecha”, plantea el antropólogo Roger Bartra, un reconocido académico, doctor en sociología por la Sorbona y quien fuera por muchos años miembro del ahora extinto Partido Comunista Mexicano.
Con motivo de la publicación de su libro El regreso a la jaula (Debate 2021), Bartra, hijo de catalanes que llegaron exiliados a México durante la guerra civil española, señala en entrevista con SinEmbargo que Morena —el partido fundado por López Obrador en 2015— se trata de un movimiento de restauración nacional que busca recuperar el viejo régimen priista que existía en la época de Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría y José López Portillo.
“Eso desde luego que es una señal de retraso y de ser un líder de derecha. Yo por lo tanto no veo que haya por ningún lado una posibilidad seria para la izquierda de crecer dentro de Morena”, menciona el también investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM.
Bartra describe en la plática cómo la corriente populista conservadora que existía en el Partido de la Revolución Democrática (PRD) se afianzó en 2006 con el liderazgo y primera candidatura presidencial de López Obrador, quien en ese momento —refiere— “ya se expresa con una posición esencialmente reaccionaria y de derecha, pero sigue arrastrando ese peso de estar en un partido que es considerado de izquierda”.
“En aquella época dije: ‘no, López Obrador no parece ser un peligro para México, es un peligro para la izquierda’, y efectivamente, hundió la izquierda y esa corriente populista que viene de antiguo, no es una novedad, acabó fundando Morena, se desarrolla y llega por fin a la Presidencia”, abunda.
Pese a identificar la intención del Presidente López Obrador de restaurar un Gobierno como los que tuvieron lugar en los años 60 y 70, en el apogeo del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en el cual militó el actual mandatario federal, Roger Bartra precisa que esta vuelta al pasado difícilmente podría tener lugar.
“Esa restauración no es posible y por lo tanto el resultado es lo que yo en mi libro llamo un desmadre en el Gobierno. Está desmadrando el propio instrumento de Gobierno que necesita para gobernar y por eso las cosas están como están. Hay un verdadero caos en el Gobierno y desde luego también en Morena, en su partido”, refiere.
En ese sentido, Bartra también comparte sus apreciaciones sobre el proceso electoral de este año, sobre lo que puede ocurrir el año entrante con el referéndum de revocación de mandato, así como en la contienda presidencial de 2024, sobre la cual prevé “una batalla muy cruenta dentro del Gobierno y dentro de Morena justamente por lograr la candidatura presidencial”.
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—¿Por qué considera que el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, cuyo movimiento advierte que es populista de signo reaccionario, implica un regreso a la Jaula, sobre la cual da cuenta a finales de los ochenta?
—Yo he examinado con cuidado en mi libro El regreso a la jaula lo que ha hecho el Gobierno de López Obrador. De hecho, he examinado también con cuidado sus propuestas anteriores, sus compromisos, sus libros, sus discursos. Lo que yo intento es hacer una anatomía, digámoslo así, del Gobierno de López Obrador, y ahí es donde yo he encontrado, de hecho desde 2006 o antes, que López Obrador es un líder populista, bueno yo creo que en ese sentido es un líder populista clásico, un personaje, un líder carismático que apela a las masas y que dice representar al pueblo, etcétera.
Lo que genera cierta tensión o preocupación en muchos es que, yo creo, se trata de un populismo reaccionario. Yo creo que los rasgos conservadores y reaccionarios de López Obrador son evidentes, y muchos dentro de su Gobierno de la 4T lo reconocen, porque lo conocen, porque han visto cómo habla, porque sabe lo que piensa.
Pero al examinar punto por punto yo veo que hay elementos claramente reaccionarios comenzando por la militarización a la que está sometiendo el país metiendo al Ejército en funciones que deberían ser exclusivamente civiles, bueno eso está clarísimo. Segundo, la composición del Gabinete es evidentemente gente de derecha, hay muy pocos ahí que pueden ser considerados de izquierda y no pueden hacer gran cosa. El exsecretario de Hacienda que tenía ciertas inclinaciones reformistas y socialdemócratas tuvo que renunciar porque se dio cuenta justo de esto que estoy diciendo. Me refiero a (Carlos) Urzúa. Después está ligado a esta política económica el hecho de que se haya negado hacer una reforma fiscal progresista, avanzada, etcétera. Nada de eso. Y así, se acumulan muchas cosas.
En cuarto lugar, yo añadiría el hecho de que ha impulsado una moral atrasada, decimonónica, que ha cristalizado, primero en lo que esbozó como una constitución moral y luego quedó degradado todo a un manual de ética, a una guía de ética. Si uno ve esas peculiaridades, ahí está el perfil claro de un pensamiento de derecha reaccionario.
Hay pocas cosas que podrían ser bien vistas o que yo las veo bien desde la perspectiva de una persona de izquierda, reformista, como yo, por ejemplo, la elevación del Salario Mínimo, sin duda alguna; la extensión del apoyo a las personas de la tercera edad de manera masiva, eso es positivo. Son peculiaridades que sí ha arrastrado él y que vienen de su origen dentro de un partido que más o menos era de izquierda, el PRD.
—Andrés Manuel López Obrador es un personaje emanado de la izquierda mexicana, ¿de qué tamaño es la deuda del Presidente hacia este sector que al final fue el que lo ha abanderado en los últimos 18 años?
—Sin duda en todo este trayecto se ha aliado a sectores de izquierda, pero hay que ver la trayectoria política de Obrador de una manera más detenida. Yo creo que en México detectamos una política populista muy antigua y muy enraizada y que ha crecido dentro del PRI. Ese populismo nacionalista revolucionario se origina en la época de Lázaro Cárdenas y tiene ciertas inclinaciones claramente de izquierda y avanzadas. Ese populismo fue evolucionando dentro del PRI y tuvo diferentes expresiones, pero adquirió una tonalidad básicamente reaccionaria muy claramente con Díaz Ordaz. Esa tradición, ese movimiento populista, llega a un momento en el que se desprende del PRI y funda después de varios incidentes el PRD, aliándose con unos sectores de la izquierda, incluso utilizando el registro del Partido Comunista, al que yo pertenecía y pertenecí durante muchos años.
Dentro del PRD hay un montón de tribus y de corrientes y ahí dentro tiene hegemonía esta corriente populista, pero aliada desde luego a sectores de izquierda, sectores que vienen del trotskismo, que vienen del comunismo, de otras ramas, de ahí el PRD se construye en torno del liderazgo de Cuauhtémoc Cárdenas como un espacio simbólicamente de izquierda a pesar de que hay dentro esta corriente populista conservadora que en 2006 ya se expresa con toda claridad. Yo creo que en ese momento López Obrador, que es el candidato del PRD, ya se expresa con una posición esencialmente reaccionaria y de derecha, pero sigue arrastrando ese peso de estar en un partido que es considerado de izquierda y que la derecha, sobre toda la derecha empresarial, ve como un peligro terrible.
En aquella época dije: ‘no, López Obrador no parece ser un peligro para México, es un peligro para la izquierda’, y efectivamente, hundió la izquierda y esa corriente populista que viene de antiguo, no es una novedad, acabó fundando Morena, se desarrolla y llega por fin a la Presidencia. Por el camino, López Obrador sí ha hecho posiblemente algunos compromisos, no muchos, porque no se ve que haya muchos resultados al respecto, con gente de izquierda, pero gente de izquierda en su Gobierno es complementamente marginal, tiene muy poca influencia y no determina el ideario del Presidente, ni la agenda.
—¿El nacimiento de Morena como partido también implica, entonces, el hundimiento de la izquierda como tradicionalmente se conocía?
Bueno, es un momento verdaderamente triste y catastrófico, efectivamente, para la izquierda porque significa que el partido de la izquierda, el PRD, queda tremendamente lastimado, con muy poca fuerza, con un sector social demócrata que no sé qué tanto sobreviva. Y Morena funda un movimiento que no es de regeneración nacional, sino de restauración nacional porque ese es otro elemento claramente reaccionario del Gobierno de López Obrador, está intentando, que es un imposible, pero está intentando la restauración del régimen que existía en los años 60 y 70, en la época de Díaz Ordaz, en la época de Echeverría, la época de López Portillo, que era una época, cualquiera de mi edad vivió aquellas épocas, en aquella época no solamente había una miseria espantosa, no había libertades y la represión era brutal. Eso desde luego que es una señal de retraso y de ser un líder de derecha. Yo por lo tanto no veo que haya por ningún lado una posibilidad seria para la izquierda de crecer dentro de Morena.
—Usted dice que López Obrador ha buscado instaurar un Gobierno al estilo de este viejo priismo, pero ¿existen los elementos y las condiciones para hacerlo?
—De ninguna manera, de hecho el modelo político de una restauración, es el modelo francés del retorno de la monarquía después de la revolución, nos indica, todos los historiadores están de acuerdo con ello, que no es posible restauración. Nunca ha existido, en ningún país se ha restaurado un antiguo régimen, lo que sí ocurre es que hay fuertes corrientes de orientación restauradora que intentan hacerlo, y en ese intento se generan tensiones terribles porque están tratando de lograr algo que es imposible. Esa restauración no es posible y por lo tanto el resultado es lo que yo en mi libro llamo un desmadre en el Gobierno. Está desmadrando el propio instrumento de Gobierno que necesita para gobernar y por eso las cosas están como están. Hay un verdadero caos en el Gobierno y desde luego también en Morena, en su partido.
Lo que está ocurriendo es que ese pensamiento populista, conservador, se está enfrentando a la transición democrática. Yo creo que la confrontación es esa, hay una confrontación entre el partido oficial, por un lado, y todo aquello que surgió de la transición democrática, una transición muy embrionaria, con muchas dificultades, pero esa transición está simbolizada por un sistema de tres partidos que son los que pactaron la existencia del IFE, que pactaron la transición y por el IFE mismo ¿Y qué es lo que encontramos ahora? Que el partido oficial está atacando frontalmente y de una manera brutal a esos tres partidos a los que considera en bloque como neoliberales, corruptos y etcétera, y al INE que es realmente la joya de la transición democrática.
—¿Considera que López Obrador sea un personaje autoritario?
—Yo no lo conozco personalmente así que no puedo juzgar a su persona, puedo juzgar sus acciones de Gobierno y me parece que están fortaleciendo el presidencialismo a un grado inaudito. Ya venimos de un régimen presidencialista que es el que está avalado por nuestra Constitución, pero él lo está llevando a un extremo tremendo.
Esta confrontación que hay en estos momentos con el INE, es una de las cosas más graves que han ocurrido. Es gravísimo porque tenemos al Poder Ejecutivo enfrentándose a un instituto autónomo que es, como decía la joya de la transición democrática. Es una cosa peligrosísima este enfrentamiento entre el poder presidencial ante el INE, y además con este trasfondo de que decenas de candidatos o precandidatos de Morena no cumplieron sus obligaciones y no informaron. Esto es un hecho real, claro pueden darle la vuelta y buscar una trampa, y entre estas decenas está un caso emblemático que es el de Salgado Macedonio, que es la representación misma de lo más podrido de la política mexicana, posiblemente violador, con un estilo de actuación política que ya mostró varias veces, sobre todo cuando estaba en Acapulco, un estilo del priismo más atrasado y rancio que uno puede imaginar y con un machismo exacerbado… bueno, ¿eso está defendiendo el Presidente, eso está defendiendo Morena? Estamos pues ante un populismo reaccionario sumamente agresivo y eso me parece que es extremadamente preocupante.
—¿Qué tipo de escenario es el que se está fincando tanto para el proceso electoral de este año como para el de 2024? ¿Ve continuidad del proyecto del Presidente?
—Primero, hablando de las elecciones dentro de un par de meses, ahí tenemos una confrontación entre las fuerzas restauradoras, representadas por Morena y sus candidatos a diputados, a gobernadores, etcétera, y los partidos que mal que bien, en muchos casos más mal que bien, de todas maneras representan la transición democrática. Eso es lo que se está jugando ahora, es un juego muy difícil porque esos tres partidos vienen de una derrota importante en el 2018. Son partidos con élites políticas atrasadas, en donde ha habido señales muy importantes de corrupción, y mal que bien esos son los partidos que representan la transición democrática, que se están enfrentando a un partido restaurador que es igualmente corrupto, creo, pero de otra manera, en donde hay una gran corrupción política, habría que ver sí financiera, pero política sin duda alguna porque está fundado en una mayoría en el Congreso, una mayoría ilegal, lograda, por métodos corruptos para lograr una sobrerrepresentación que no está permitida por la Constitución.
Así que tenemos una situación muy difícil de entender porque parte de la ciudadanía, sobre todo la gente más joven, que ha vivido la transición democrática y no le parece que la democracia le solucione sus problemas, porque la democracia no está para eso, desde luego, pero suele pensar que la democracia debió haber resuelto los problemas económicos, los problemas de seguridad, de violencia, etcétera, y claro como no lo hizo se da una gran confusión.
Ahora, antes de las elecciones del 24 va a haber otro acontecimiento, casi seguro, en el 22 que es el referéndum por la revocación de mandato, eso va a ser otro momento de tensión y va a ser, desgraciadamente, otro momento en el que López Obrador, que no ha dejado de estar en campaña electoral permanentemente, pues va a continuar y va a matizar las elecciones presidenciales del 24, pero al mismo tiempo, eso yo lo doy por seguro, va a haber una batalla muy cruenta dentro del Gobierno y dentro de Morena justamente por lograr la candidatura presidencial.
—En cuanto a la oposición, el aglutinarse en una alianza y sumar al PRI, ¿a quién beneficia a ellos, a los integrantes de la oposición, o a Morena?
—Esa es una de las cosas más complicadas porque al sumar al PRI tiene que ver con algo que explica la masa de votos recibida por López Obrador en 2018. Esa masa de votos provino del PRI, fue auspiciada por el Gobierno de Peña Nieto, a partir del momento en el que liquidó por un pleito judicial, que no tenía ninguna base, a Ricardo Anaya como contendiente y que el candidato del PRI era un personaje que parecía un perdedor nato, en ese momento el PRI además lanzó una masa de votos hacia Morena y hacia la candidatura de López Obrador enorme. Yo calcularía fácilmente que unos ocho millones de votos o 10 millones de votos del PRI fueron canalizados hacia allá.
El PRI es un partido muy mañoso, lleno de aristas, muy complicado y puede ser que mantenga esta especie de pacto oculto, que probablemente no es un pacto formal, y siga mandando votantes para Morena. No lo sé, yo espero que no, sino lo hace entonces esta alianza de los tres partidos de oposición sí se va a convertir en un problema para la Cuarta Transformación, para el Gobierno de López Obrador, porque es posible que Morena no arrase en esta ocasión.