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Tomás Calvillo Unna

03/04/2019 - 12:00 am

La política exterior, historia y una reflexión

1. Los rusos están en Venezuela con el aval del Gobierno norteamericano. Los rusos asentados ya en Siria, y conseguido el beneplácito de Israel a cambio, entre otras cosas (de su contención y mediación con Irán) y de que el Gobierno norteamericano reconozca su derecho (agandalle) de apropiarse no sólo militarmente sino históricamente del Golan, […]

El Confesionario. Pintura de Tomás Calvillo Unna. Foto: Especial

1. Los rusos están en Venezuela con el aval del Gobierno norteamericano.

Los rusos asentados ya en Siria, y conseguido el beneplácito de Israel a cambio, entre otras cosas (de su contención y mediación con Irán) y de que el Gobierno norteamericano reconozca su derecho (agandalle) de apropiarse no sólo militarmente sino históricamente del Golan, dándole Trump así también una ayudadita a Nethaniaju para las eminentes elecciones de abril, nos enseña cómo se intercambian apoyos, reacomodos regionales donde en el fondo hay un entendimiento que permite tener diferencias, mismas que están acotadas, y se pueden resolver acordando mantener en algunos casos el statu quo y en otros ayudar a cambiarlo, incluso sin necesidad de participar directamente, sino sólo con gestos, ciertamente de poder.

Rusia e Israel tienen un buen nivel de entendimiento, “ninguno de los dos países intentan esconder sus desacuerdos, pero ambos están dispuestos a trabajar juntos cuando sus intereses coinciden“ (Nikolai Pakhomov); la comunidad judía de Rusia es cercana a Putin, en particular un sector de ella que se vincula a Nethaniahu, quien ha dicho “mantengo contactos directos con el Presidente de Rusia Vladimir Putin, y aprecio mucho nuestra relaciones de amistad y respeto mutuos“, y al controvertido yerno de Trump, Kushner.

La presencia de Putin en Venezuela le facilita a Trump una salida negociada para Maduro y evita que éste lleve el país a una situación aún más extrema, además de cuidar sus negocios en el petróleo y algunos otros detalles. Rusia participa así sin querer, queriéndolo, como un garante del cambio inevitable del régimen en Venezuela, no está ahí para defenderlo hasta su último aliento, sino a su manera, para ayudar a darle salida al modelo chavista colapsado.

Estos movimientos van a tener ciertos efectos sobre el círculo político de AMLO, en principio afecta a la corriente bolivariana de su entorno y condiciona la presencia que busca ser más preponderante del Gobierno mexicano en Centroamérica. El apoyo económico para controlar el flujo de migrantes, va a estar condicionado a un replanteamiento de la política exterior del Gobierno mexicano en esa región, particularmente en saber distanciarse en definitiva del modelo resquebrajado que Maduro representa.

A ese entorno externo que puede ser asfixiante como lo exhibe el desafío de los migrantes y sus consecuencias en todas direcciones, se suman factores internos donde la élite económica del país más allá de sus pleitos, competencias y diferencias en su gran mayoría vieron con desagrado la cancelación del NAIM que se tomó en medio de la embriaguez del rotundo triunfo electoral; pero como estos tiempos están definidos por la velocidad, ya entramos en la etapa de una cruda adelantada y ciertas decisiones tomadas comienzan a pesar más de lo esperado.

El costo económico ya se traduce en político y el proyecto del Presidente AMLO está acotado por los poderes económicos, y en el mejor de los casos todo apunta a la búsqueda de reformular desde el estado una política social que será una variante de lo que se puede denominar el estado neoliberal, es decir determinado por el parámetro sustancial de la globalización económica y del capitalismo en su fase avanzada de revolución tecnológica de comunicación digital y demás; y en el caso mexicano expresando una grave distorsión calificada como capitalismo salvaje donde las fronteras del crimen la política y la economía se han diluido, y la violencia se ha vuelto parte estratégica de grupos emergentes en el libre mercado donde legalidad e ilegalidad son intercambiables y encuentran en el juego democrático un camuflaje para pretender ser funcionales, erosionando día a día la vida política del país. Los mega-proyectos encajan en estos escenarios y convulsionan a sectores que se sumaron en el proceso electoral a AMLO, algunos de ellos con valiosas experiencias organizativas.

El tema, desde esta perspectiva no son los neoliberales, ni conservadores (y en esta visión ideológica ya se incluyó a la iglesia católica “espada y cruz” a la que no suman todavía con adjetivos a las evangélicas, valga este paréntesis para decir: aguas con abrir ese frente de una guerra religiosa) el tema es el desafío del capitalismo salvaje que encarna el binomio crimen-política, y ese no distingue ideologías, hasta cuenta con un respaldo y mucho oxígeno de una cultura popular, ciertamente todavía minoritaria pero en expansión que enaltece la tragedia que afecta la cotidianidad de nuestra república.

Las fisuras que se advierten en Morena, por otra parte no ayudan al Ejecutivo Federal en su quehacer cotidiano: los mensajes encontrados abonan a una polarización creciente, los mismos no se deben sólo a las diferencias de corrientes políticas al interior de dicha coalición, sino a posiciones personales. El valor del atrevimiento e incluso arrojo pueden transitar hacia la prudencia cuando el yo toma conciencia del nosotros, más aún como participantes de un movimiento político complejo y diverso del que proviene una representación como en el Senado o la responsabilidad de un cargo público. Sin duda sería la mejor manera de apoyar a un Gobierno en el que se cree y al cual se representa.

A todo ello se suma la incapacidad del Senado, para redactar un pronunciamiento firme, republicano y patriótico que responda a los agravios verbales (y de política) del Presidente norteamericano; esa ausencia debilita al mismo mandatario mexicano a impedirle así ganar margen de maniobra en esa compleja y estratégica relación.

2. La búsqueda de la Historia como pivote ideológico de un presente es la búsqueda hoy en día de la tierra de Nunca Jamás. Los 500 años que remiten a Cortés y su puñado de soldados, inmersos en un inmenso territorio desconocido para los europeos de la península que comenzaban a tener conciencia de que estaban inmiscuidos en una aventura militar, comercial, religiosa que requería de astucia, estrategia y una bárbara ambición; misma que con el olfato de quien venía de un mundo que llevaba siglos de vincularse a diversas culturas y territorios ajenos y lejanos, no tardaron en advertir las potenciales alianzas con aquellos que sufrían la imposición México Tenochtitlán. Aprovechando el cierto grado de autismo cultural mesoamericano, que implicó, valga la expresión, un estrés civilizatorio, al menos en la élite Tenochca, supo encontrar las veredas de una conquista que tendría diversas fases en inimaginados territorios.

Ese alumbramiento para unos y ocaso para otros es una vasta experiencia humana de la cual ciertamente se derivarían pasajes sustanciales para lo que vendría a nombrarse como modernidad, si reconocemos en el llamado intercambio colombino, la primera experiencia global, que modificó el paisaje humano y ecológico del planeta, donde la nombrada Nueva España jugaría un papel preponderante al haber formado parte del eje comercial Manila Acapulco, que definió el Océano Pacífico y sus rutas y vinculó al continente asiático y americano directamente.

Los siglos posteriores llamados coloniales o virreinales expresaron la consolidación del capital y su ingeniería así como sus consecuencias en la formación de los Estados Nacionales: construcciones históricas (no ontológicas), aún vigentes y en estado de mutación.

3. Sin entrar en mayores honduras de cómo cada presente construye su pasado, lo interpreta, lo disfruta y padece, según sea el caso; y dejando también de lado las relaciones entre narración y poder, sus acercamientos y rupturas e incluso poniendo de lado la Historia como escritura, vale la pena hacer un ejercicio más en al ámbito de lo mental, de lo que se puede denominar cultura de la interioridad.

Si nos salimos por unos momentos de la tradición del perdón, el pecado, el castigo y la recompensa. Si rompemos esa dinámica de cargar culpas y de ver a los otros en ese espejo y semejanza.

Y en lugar de atrapar nuestra conducta y energía en esa trama, buscamos tener otra experiencia donde lo relevante es agradecer, en el sentido más profundo del término a la vida misma, a las generaciones que nos precedieron con todos sus santos y criminales, héroes y villanos; agradecer a la propia existencia, a esa cadena milenaria genética (hoy sabemos de las raíces compartidas) e histórica de la que provenimos todos, sí agradecer porque debido a esos eslabones estamos aquí.
Sin duda una comprensión así, traducida políticamente para esta época, nos daría una enorme fortaleza y libertad que nos permitiría respirar con plenitud nuestro quehacer en el presente y asumir la responsabilidad de la justicia que está en la luz del día que vivimos.

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