Parientes en el poder: ¿mérito o nepotismo?

03/02/2016 - 12:02 am
 casi cotidiano ver que un candidato o precandidato es pariente de alguien como es el caso de Alejandro Murat, candidato a la gubernatura de Oaxaca, e hijo del ex Gobernador de esa entidad, José Murat. Foto: Cuartoscuro
casi cotidiano ver que un candidato o precandidato es pariente de alguien como es el caso de Alejandro Murat, candidato a la gubernatura de Oaxaca, e hijo del ex Gobernador de esa entidad, José Murat. Foto: Cuartoscuro

Partamos de un entendido: todos los ciudadanos tenemos pleno derecho para votar y ser votados. Descalificar a un candidato tan sólo por sus vínculos familiares no sólo suena burdo, sino poco democrático y hasta mezquino.

También es cierto que en todos los países que consideremos democráticos hay casos donde han llegado a ganar cargos de elección parientes de ex mandatarios. Por ejemplo, en Estados Unidos hay dos casos de presidentes que han sido hijos de otros (John Adams y John Quincy Adams o George Bush y George W. Bush), uno de Presidente nieto de otro (William H. Harrison y Benjamin Harrison) y otros dos casos de primos (James Madison y Zachary Taylor con parentesco en segundo grado, y Theodore Roosevelt y Franklin Delano Roosevelt, con cinco grados).

Y para quien diga que Estados Unidos no vale, piensen en los Kirchner en Argentina, donde la sucesión fue incluso inmediata.

México abunda particularmente en este tipo de casos, tanto exitosos como fallidos, desde el activismo de Martha Sahagún de Fox, pasando por los hermanos Moreira en Coahuila hasta volverse casi cotidiano ver que un candidato o precandidato es pariente de alguien como Margarita Zavala, Alejandro Murat o los primos Yunes en Veracruz.

Dejemos a un lado la cháchara que no lleva a lado alguno, como los apoyos que tenga o no una persona por ser pariente de alguien. A final de cuentas, esas son excusas que usan los perdedores para esconder su incompetencia. Actuemos como personas con juicio si queremos consolidar nuestra democracia. Y con base en ello, pensemos cómo podríamos tomar este fenómeno aparentemente más común.

En primer lugar, exijamos trayectoria y capacidades. No se trata de que lleguen ahí por ser parientes, sino que sea por su mérito. Preguntas como los cargos que ha tenido, los temas que ha defendido, su capacidad de respuesta en crisis son relevantes. ¿Sirve endosarle a esa persona los méritos o fracasos del pariente? A menos que nos gusten las telenovelas y fantasear un poco, no sin evidencia clara y contundente.

En segundo lugar, necesitamos tener memoria también de los negativos. El voto retrospectivo será cada ves más relevante conforme haya personas que busquen competir para el mismo cargo.

Y por último, ¿qué ofrecen? Aquí no se trata solo de sus propuestas sino de cómo las comunican. ¿Inspira? ¿O sólo se va a dedicar a golpear al pariente contra quien compite, cual drama familiar?

Superemos los discursos fáciles y simplistas. Comparemos, desarrollemos memoria y exijamos. Actuemos como ciudadanos.

Fernando Dworak
Licenciado en Ciencia política por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y maestro en Estudios legislativos en la Universidad de Hull, Reino Unido. Es coordinador y coautor de El legislador a examen. El debate sobre la reelección legislativa en México (FCE, 2003) y coautor con Xiuh Tenorio de Modernidad Vs. Retraso. Rezago de una Asamblea Legislativa en una ciudad de vanguardia (Polithink / 2 Tipos Móviles). Ha dictado cátedra en diversas instituciones académicas nacionales. Desde 2009 es coordinador académico del Diplomado en Planeación y Operación Legislativa del ITAM.
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