Manuel Gutiérrez Nájera: “Quiero morir cuando decline el día…” Textos para recordarlo

03/02/2012 - 12:00 am
El muralista Diego Rivera retrató a Manuel Gutiérrez Nájera en uno de sus murales "Papelerito, globero, dulcero, caramelero y Manuel Gutiérrez Nájera", que se encuentra en el Museo Mural de Diego Rivera.

El poeta mexicano Gutiérrez Nájera falleció un día como hoy, pero de 1895. Fue precursor del modernismo en nuestro país. Escribió poesía, impresiones de teatro, crítica literaria y social, notas de viajes y relatos breves para niños.

El único libro que vio publicado el duque en vida, fue una antología de cuentos a la que llamó Cuentos Frágiles, publicado en 1883.

“Gustó de lo afrancesado y de lo clásico, como era habitual en los intelectuales mexicanos y la alta sociedad de su tiempo. Nunca salió de México, y en pocas ocasiones de su ciudad natal, pero sus influencias son europeas: Musset, Gautier, Baudelaire, Flaubert, Leopardi”, asegura un biógrafo.

Para entonces (fragmento)

Quiero morir cuando decline el día,
en alta mar y con la cara al cielo,
donde parezca sueño la agonía,
y el alma, un ave que remonta el vuelo.

No escuchar los últimos instantes,
ya con el cielo y con el mar a solas,
más voces ni plegarias sollozantes
que el majestuoso tumbo de las olas.

Resucitarán (fragmento)

Los pájaros que en sus nidos
mueren, ¿a dónde se van?
¿Y en qué lugar escondidos
están, muertos o dormidos,
los besos que no se dan?

Nacen, y al punto traviesos
hallar la salida quieren;
¡pero como nacen presos,
se enferman pronto mis besos
y, apenas nacen, se mueren!

¿Sabes lo que es un suspiro? (fragmento)

¿Sabes lo que es un suspiro?
Un beso que no se dio…
¡Con cadena y cerrojos
los aprisionan severos,
y apenas los prisioneros
se me asoman a los ojos!

Ama a prisa (fragmento).

¡Seres y cosas felices
jamás tuvieron raíces!
Se ven marchitas las rosas
y mustias las margaritas…
¡Pero no se ven marchitas
ni alondras ni mariposas!

Con gentileza y donaire
se paran en donde quieren,
y cuando al cabo se mueren
su libre tumba es el aire.

Ama a cuantas
te quieran también amar,
porque siendo tantas, tantas
¡no las podrás recordar!

Frente a frente (fragmento)

¡Nada ha cambiado: tus ojos
siempre me miran serenos,
como a un hermano me buscas,
como a una hermana te encuentro!
¡Nada ha cambiado: la luna
deslizando su reflejo
a través de las cortinas
de los balcones abiertos;
allí el piano en que tocas,
allí el velador chinesco
y allí tu sombra, mi vida,
en el cristal del espejo.

Todo lo mismo: me miro,
pero al mirarte no tiemblo,
cuando me miras no sueño.
Todo lo mismo, peor algo
dentro de mi alma se ha muerto.
¿Por qué no sufro como antes?
¿Por qué, mi bien, no te quiero?

Hojas secas (fragmento)

¡Cómo olvidarla, si es la vida mía!
¡Cómo olvidarla, si por ella muero!
¡Si es mi existencia lúgubre agonía,
y con todo mi espíritu la quiero!

En holocausto dila mi existencia,
la di un amor purísimo y eterno,
y ella en cambio, manchando mi conciencia,
en pago del edén, diome el infierno.

¡Y mientras más me olvida, más la adoro!
¡Y mientras más me hiere, más la miro!
¡Y allá dentro del alma siempre lloro,
y allá dentro del alma siempre expiro!

Las novias pasadas son copas vacías…

Las novias pasadas son copas vacías;
en ella pusimos un poco de amor;
el néctar tomamos…huyeron los días…
¡Traed otras copas con nuevo licor!

Champán son las rubias de cutis de azalia;
borgoña los labios de vivo carmín;
los ojos oscuros son vino de Italia,
los verdes y claros son vino del Rhin.

Las bocas de grana son húmedas fresas;
las negras pupilas escancian café;
son ojos azules las llamas traviesas
que trémulas corren como almas del té.

La copa se apura, la dicha se agota;
de un sorbo tomamos mujer y licor…
Dejemos las copas…Sí queda una gota,
¡Que beba el lacato las heces del amor!

Non omnis moriar (fragmento)

Todo lo que medroso oculta el hombre
se escapará vibrante, del poeta,
en áureo ritmo de oración secreta
que invoque en cada cláusula tu nombre.

Y acaso adviertas que de modo extraño
suenan mis versos en tu oído atento,
y en el cristal, que con mi soplo empaño,
mires aparecer mi pensamiento.

Al ver entonces lo que yo soñaba,
dirás de mi errabunda poesía:
era triste, vulgar lo que cantaba…
mas, ¡qué canción tan bella la que oía!

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