Cada que un año concluye aparecen listas con los mejores libros del periodo en cuestión. Las hay buenas y las hay malas. En algunas privan las lecturas de la persona que las elabora; en otras sus amistades y afectos; en unas más, los grupos a los que se pertenece. Apenas unas cuantas intentan ejercicios cargados de objetividad: le piden a varios especialistas sus propias listas, suman y restan y ofrecen un listado final. Confieso, con algo de pudor, que yo mismo he elaborado mis listados en años anteriores.

         Ahora no lo haré. Las razones son varias y espero poder ser claro a la hora de enunciarlas.

         Siempre he dicho que soy parcial y subjetivo. Sobre todo a la hora de las lecturas. No puedo elegir entre libros que no he leído y, muy seguido, mis gustos pueden más que mis capacidades para señalar cuando un libro es bueno o no. Así pues, elaborar un listado implicaría imponer a aquellos autores o a aquellas novelas que a mí me entusiasmaron más durante el año sin que sean las mejores ni mucho menos. Me parece que compartir nuestros gustos lectores está bien. Sobre todo en conversaciones con amigos o en Tertulias en las que hay mucha interlocución. Sin embargo, al hacerlo desde el texto de un “especialista”, hace que suene más a imposición que a diálogo.

         Debido a mis diferentes trabajos, cada año leo algunos libros por placer y otros tantos por obligación. Durante 2014 leí muchos menos libros de los que hubiera deseado, así que el universo del cual pueden salir mis recomendaciones es más limitado que de costumbre. Por si fuera poco, dentro de lo que leí, hubo una buena cantidad de libros que no fueron editados el año pasado (algo cada vez menos confiable: por alguna razón, varios libros que salieron a la venta durante enero y febrero tienen fecha de 2013). Así que las limitaciones se suman.

         A mí me encanta que me recomienden libros. Me ha pasado que estoy en alguna reunión con amigos y varios comienzan a hablar de algún título en particular. No exagero si digo que corro a comprarlo. Hay personas que son una garantía cuando recomiendan algo. También hay quienes no lo son y, por eso mismo, no sólo uno acaba leyendo un libro malo sino que, también, cambia la forma en la que percibe a la persona que se lo recomendó. He ahí un riesgo difícil de correr. Si considero que es imposible que un libro determinado le guste a todo el mundo, entonces me volveré una persona poco digna de confianza, por decir lo menos. Además, es común que se echen a perder libros sobre recomendados: las expectativas que se generan son tan altas que no hay manera de satisfacerlas.

         Insisto, me gusta que me recomienden libros. Es como ir a lo seguro. Sin embargo, también es emocionante el albur que significa escoger un libro cualquiera en una librería, sin referentes ni recomendaciones. Leer sin expectativas, por el puro placer de hacerlo. Elegir sin antecedentes, abriendo la posibilidad de enfrentarse a la maravilla.

Si la hay, entonces, ésa es mi recomendación para este año: leer más, leer mejor y leer más libremente. Sólo eso, ofrezco pues una disculpa por no entregar un listado.

Jorge Alberto Gudiño Hernández

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Jorge Alberto Gudiño Hernández es escritor. Recientemente ha publicado la serie policiaca del excomandante Zuzunaga: “Tus dos muertos”, “Siete son tus razones” y “La velocidad de tu sombra”. Estas novelas se suman a “Los trenes nunca van hacia el este”, “Con amor, tu hija”, “Instrucciones para mudar un pueblo” y “Justo después del miedo”.

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