¡¡¡Y falta… el doble!!!

03/01/2015 - 12:00 am

Lo peor del presente sexenio federal es que apenas van dos años y le faltan cuatro. No veo cómo México pueda aguantar que, durante el doble de tiempo, sus gobiernos sigan tomando las insultantes decisiones sociales a las que ya tienen adicción.

Los sexenios de Fox, Calderón y Peña suman 20 años, mismo lapso en el que no ha crecido el ingreso en los hogares mexicanos (INEGI). Pero sí los precios y los impuestos.

Luego de 7 años de gasolinazos, y como méndiga despedida, el jueves se nos impuso un aumento a los combustibles. Pero ese mismo día Videgaray anuncia que “…en caso de alta volatilidad en los precios internacionales de los combustibles, se harán ajustes ‘que permitan revisar al alza los incrementos’ (sic) en los costos.” (Milenio, 2 enero 2015). Seguro levantó protestas esta publicación en el Diario Oficial, porque de última hora agregó: que siempre no habrá aumento este año.

Pero de todos modos agárrese. El aumento queda prácticamente prometido para 2016, como fue anunciado el jueves, cuando el precio del petróleo estaba en 45.45 dólares el barril. De ser cierto lo que se dice en algunos círculos (que el desplome de esta cotización se debe a una manipulación artificial de los mercados internacionales), es obvio que repuntará. Y entonces Videgaray tendrá su pretexto “justificado” para volver a subir los combustibles. Claro, como a él le regalan mansiones.

Pero no sólo es el contenido, sino además el manejo, lo que revela un distanciamiento grave de las autoridades hacia sus gobernados. Primero: se nos quita la presión de los gasolinazos; segundo: la advertencia de que “la última y nos vamos” (el aumento de antier). Y con ese respiro que nos consuela, el aviso de que siempre no seguido por la amenaza de ajustes dentro de un año. Eso se llama burla.

En mi larga lista de ejemplos de desprecio gubernamental hacia el pueblo, incluyo también el asunto del salario mínimo a niveles dignos, y no que alcance sólo para comprar un huevo. El argumento para no subirlo es que impacta a muchos otros rubros. ¿Y los combustibles no?

Se trata de un estilo de gobernar que ya no es personal, sino institucional. El pueblo no cuenta, no aparece en las consideraciones que sustentan las decisiones de gobierno, no existimos más que en los discursos electorales.

Cuando Nixon buscaba su reelección como presidente de los Estados Unidos (1960), surgieron carteles con su imagen y una leyenda que decía: “¿Le compraría usted un auto usado a este hombre?” Creo que en México la opinión pública respondería con un “NO” si se le preguntara lo mismo respecto a nuestros gobernantes. Tal vez por eso no se aprueba la iniciativa de reelección, porque las perderían todas.

Somos un país con más de 110 millones de habitantes. Con los recursos naturales que tiene México, su historia, su gente, su inventiva, su territorio, su capacidad para producir alimentos y sus industrias, ¿qué nivel de vida tendríamos si el dinero del país se quedara aquí y fuera justamente distribuido? ¿En qué nivel estarían nuestra educación y nuestra salud públicas? ¿Qué nivel de empleo tendríamos? Somos pobres en dinero, en justicia y también en esperanza.

La indignación por lo que pasa en México es mundial. Pero los encargados de enderezar el rumbo no ven la realidad, se voltean para otro lado con criminal desdén y afianzan el timón hacia la catástrofe. Por algo el Obispo Raúl Vera, Premio Rafto de los Derechos Humanos, propone un nuevo Constituyente para rehacer a México, pero esta vez pensando en todos los mexicanos.

No creo que podamos soportar el doble de errores, el doble de pérdida de confianza en las instituciones, el doble de desapariciones, muertes y fosas, el doble de pauperización de los más pobres y de enriquecimiento de los más ricos, el doble de tiempo en que nuestros gobiernos cometan los errores que llevan hasta ahora… ¡El doble! Da miedo pensarlo.

en Sinembargo al Aire

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