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Jorge Alberto Gudiño Hernández

02/12/2017 - 12:02 am

Una duda literaria

El tema llegó a mí de una forma, cuando menos, curiosa. No es ocasión de relatar la anécdota sino de plantear el problema para intentar encontrar nuevos cauces. Si bien ya había yo discutido el tema en diferentes contextos, ahora se sumaba una aproximación científica o, cuando menos, cuantitativa: ¿somos capaces de medir la literariedad […]

Más allá de todas las posibilidades de cálculo y procesamiento, las novelas adquieren su calidad cuando nos significan a los lectores. Foto: Especial

El tema llegó a mí de una forma, cuando menos, curiosa. No es ocasión de relatar la anécdota sino de plantear el problema para intentar encontrar nuevos cauces. Si bien ya había yo discutido el tema en diferentes contextos, ahora se sumaba una aproximación científica o, cuando menos, cuantitativa: ¿somos capaces de medir la literariedad de un texto? En otras palabras, ¿podemos medir la calidad literaria de un escrito, ya sea novela, cuento, poema o cualquier otro género? ¿Podemos hacerlo de manera objetiva? La respuesta automática parece ser un contundente no.

Parto, hoy, sólo de un planteamiento simple. Supongamos que existe una novela llamada A. Ésta cuenta con 50 mil palabras en un idioma determinado. Como fue publicada hace más de un siglo, se ha podido llegar a cierto consenso (de los críticos y los lectores de a pie) de que es la mejor novela existente con esa cantidad de palabras. Quiero insistir en la suposición, sin ella no podríamos ir más lejos (así que también debemos suponer que contamos con las herramientas nada complicadas para categorizar a las novelas a partir de su número de palabras: 50 mil son las que nos ocupan ahora, menos de doscientas cuartillas).

Si tuviéremos una computadora con la capacidad de procesamiento suficiente para hacer todas las posibles combinaciones de palabras, podríamos generar una cantidad tremendamente grande (es, en verdad, excesivamente grande) de novelas de 50 mil palabras. Dentro de todo este conjunto de textos tendríamos una inmensa mayoría que no tienen sentido. Piénsese, por ejemplo, en todos los casos en que habría textos con 50 mil palabras idénticas o aquéllos que sólo serían una sucesión de pronombres o de adjetivos demostrativos. Todo tiene cabida a partir de ese ejercicio combinatorio… Incluso, la novela A.

Este ejercicio sólo nos muestra que, con la capacidad de cálculo y procesamiento suficiente, una computadora podría “escribir” la que ha sido considerada como la mejor novela del mundo con una cantidad de palabras determinada. Sobra decir, que este ejercicio se podría reproducir a cualesquiera números de palabras.

Supongamos, ahora, que contamos con diferentes procedimientos para eliminar a los textos sin sentido. Tendrían que ser de un espectro bastante amplio, pues no sólo están dependen de las palabras contiguas repetidas sino de las funciones semánticas del lenguaje y, más tarde, del sentido que la unión entre palabras genera. Incluso se podría complicar mucho más: la combinación de palabras en turno no rompe con las reglas semánticas ni sintácticas pero no cuenta una historia. Más aún, la cuenta pero no mueve los sentimientos de los lectores. Incluso siendo capaces de generar esas herramientas de discriminación, acabaríamos con un número considerable de novelas “viables” a partir de un ejercicio meramente informático.

Ahora el mayor problema: es probable que, entre esas novelas “viables” exista una novela B, C, D o comoquiera que se llame, que sea mejor que A. Es simple estadística: debe existir. ¿Cómo le hacemos para evaluarla, para dejar establecido que, ahora sí, es la mejor novela posible en ese rango de palabras? Más aún, ¿cómo determinamos, cuando las comparamos con todo el universo de las novelas generadas en el resto de los rangos, cuál es la mejor de ellas? O bien, ¿cuál es la más literaria?

Me sigue pareciendo que es imposible dar con una respuesta categórica. Sin embargo, la perspectiva informática y probabilística me ha generado una duda que me intriga. Por fortuna, me parece que la respuesta sigue estando en nosotros, los lectores. Más allá de todas las posibilidades de cálculo y procesamiento, las novelas adquieren su calidad cuando nos significan a los lectores. Y eso es algo que ningún algoritmo puede medir. Creo.

Jorge Alberto Gudiño Hernández
Jorge Alberto Gudiño Hernández es escritor. Recientemente ha publicado la serie policiaca del excomandante Zuzunaga: “Tus dos muertos”, “Siete son tus razones” y “La velocidad de tu sombra”. Estas novelas se suman a “Los trenes nunca van hacia el este”, “Con amor, tu hija”, “Instrucciones para mudar un pueblo” y “Justo después del miedo”.

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