¿Qué esperar de la LXIII Legislatura?

02/09/2015 - 12:04 am

Probablemente el mayor encanto de la política es la forma en que las contingencias interrumpen hasta el plan más impecable y detallado. Una calamidad natural puede despertar a la ciudadanía, retando las capacidades de un Estado autoritario. La súbita enfermedad de un líder puede posponer o incluso frustrar una invasión. O una crisis económica mundial es capaz de tirar por la borda las expectativas de un gobierno.

En breve, es imposible predecir lo que va a pasar en política, comenzando por el éxito o no con el que una reforma será puesta en marcha. Sin embargo esto no es una coartada para el inmovilismo o la resignación. Al contrario, se hace necesario tomar en cuenta las motivaciones de los actores que se tengan, las restricciones del entorno y los tiempos políticos para poder hacer escenarios lo más asertivos posible. Esto no va a eliminar la incertidumbre, cierto, pero permitirá adelantar hechos.

El pasado martes comenzó la LXIII Legislatura federal, que concluirá el 31 de agosto de 2018. Bajo lo arriba dicho, ¿qué podemos esperar?

Agenda legislativa

Si bien un órgano legislativo aprueba cientos de iniciativas a lo largo de su periodo, la atención pública se centra siempre en alrededor de dos o tres temas por periodo de sesiones o legislatura. Y son esos asuntos los que determinan la percepción sobre el desempeño de una legislatura.

¿Saldrán temas importantes? Si bien quedan pendientes de la legislatura pasada las leyes secundarias en materia de transparencia y combate a la corrupción, además de la agenda de seguridad, no hay mucha garantía de que pasen. ¿Hay fechas límites definidas en los transitorios de las reformas constitucionales? Sí, pero no hay forma de hacerlos vinculatorios. En todo caso la fecha fatal para que se logre algo al respecto será el 30 de abril de 2016, cuando termine el primer año de sesiones. A partir de ese punto vendrán las elecciones de ese año y después la lucha por 2018.

¿El Pacto por México? La dinámica de negociaciones que abrió terminó el pasado mes de abril. ¿Hay interés en dar marcha atrás? El PAN y PRD han declarado su intención por revertir la reforma hacendaria, pero eso se dará o no al negociar las leyes de ingresos para 2016, 2017 y 2018. La pregunta aquí será la capacidad del PRI por ser un punto eficaz de veto.

¿Usará el presidente su facultad de iniciativa preferente? Quizás, aunque por esta vía ha presentado temas populares. No esperemos que sea audaz con su atribución legislativa y presente temas relevantes pero poco populares: se boicotearía a sí mismo en el cierre del sexenio.

Por otra parte esta será la última legislatura desde los años 30 del siglo pasado donde los legisladores no tendrán la capacidad de ser reelectos de manera inmediata. Sin embargo la entrada en vigor de esta reforma puede influir en los trabajos de este Congreso en tres formas.

Primera, un diputado federal tendría interés en competir en elecciones locales de 2016 y 2017, donde podrá aspirar a estar en los nuevos cargos entre 6 y 12 años según sea diputación local o cargo municipal. ¿Para qué quedarse hasta el final en un cargo que dura tres años si puede competir para uno donde podrá estar mayor tiempo?

Segunda, un diputado con ambiciones locales va a presentar iniciativas que llamen la atención de sus regiones. No importa si serán o no aprobadas, es probable que la agenda de la LXIII Legislatura esté dominada por propuestas orientadas a estados o distritos específicos.

Y tercera, los diputados con ambiciones locales buscarán asignaciones presupuestales especiales para obra en sus distritos, amarrados en comisiones a través de los ya conocidos “moches”. Si la Secretaría de Hacienda va a tener un férreo control sobre las negociaciones del paquete económico como se espera, la posible erogación de partidas especiales puede ser un instrumento útil para comprar lealtades de manera coyuntural. Pero eso sólo daría para una o dos leyes particulares.

¿Qué expectativas tendrían los partidos?

Partido Revolucionario Institucional

El PRI tiene 203 diputados. Asumiendo una alianza estable y cohesiva con el PVEM alcanzaría los 250. Supongamos además que logran la adhesión del Panal y el PES, con lo que sumarían 269 legisladores: suficientes para vencer votaciones difíciles, pero no para contar con decisiones legitimadas ante la opinión pública.

Para tener un margen más amplio requerirá por lo menos del PAN. El problema es que los azules querrán encarecer su apoyo en temas sobre los que los tricolores no estarán interesados a ir más allá de lo superficial, como la transparencia y el combate a la corrupción. Es decir, no hay muchas expectativas de que se apruebe gran cosa de 2015 a 2018.

¿Cuáles serían los objetivos del PRI en este escenario? En primer lugar, tener el mayor control posible sobre la aprobación de la Ley de Ingresos, el Presupuesto de Egresos y la Cuenta Pública, la cual puede alcanzar con el PVEM y el Panal o el PES. Segundo, negociar temas importantes de la agenda en seguridad, sabiendo que una coalición más amplia le generará mayores costos de negociación conforme avance la legislatura. ¿Significará esto un impasse? Es un riesgo.

¿Será el grupo parlamentario del PRI parte de la lucha al interior de ese partido por la candidatura a la presidencia? Los tricolores saben lo que es pelear, pero lo hacen a puertas cerradas. Afuera tienen algo que los distingue de los demás partidos: espíritu de cuerpo. La única vez que un líder apostó por la división ante la opinión pública el partido quedó en tercer lugar en las elecciones presidenciales de 2006.

Partido Acción Nacional

Mucho se especula sobre el papel que tendrá un Gustavo Madero sin cargos al interior del grupo parlamentario, aunque se le puede dar en las próximas semanas la presidencia de una comisión importante: quien diga que Anaya cometió un parricidio quizás está hablando antes de tiempo.

En todo caso Madero no es el único reto a la cohesión panista, sino la propia definición del candidato azul a la presidencia. Especialmente si tomamos en cuenta que las subvenciones a los grupos parlamentarios forman parte de la lucha por los recursos. Quien lo dude recuerde la rebelión que enfrentó Diego Fernández de Ceballos en 2004, que le costó el cargo de jefe de bancada frente a los calderonistas.

Un PAN cohesivo tendrá poder de negociación frente al PRI. De lo contrario le bastará a los tricolores pactar la indisciplina con algunos disidentes. Y a los azules les encanta pelearse en público creyendo que eso es señal de democracia interna.

Partido de la Revolución Democrática

Mucho se habla del papel de Morena en la próxima legislatura, aunque quizás esté sobrevalorado. Con 35 diputados no podrán hacer gran cosa, aun si se le suman los 25 de Movimiento Ciudadano y los 6 del PT. Sin embargo van a ser un grupo parlamentario ruidoso, desafiante y obstrusivo, como fue el PRD en su momento.

Bajo este escenario el éxito de los amarillos para estar fuera de esa dinámica o terminar absorbido por la vorágine dependerá de su capacidad para reinventar su discurso. ¿Lo lograrán o terminarán devorados por López Obrador? Esta es la gran incógnita de los próximos tres años.

Fernando Dworak
Licenciado en Ciencia política por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y maestro en Estudios legislativos en la Universidad de Hull, Reino Unido. Es coordinador y coautor de El legislador a examen. El debate sobre la reelección legislativa en México (FCE, 2003) y coautor con Xiuh Tenorio de Modernidad Vs. Retraso. Rezago de una Asamblea Legislativa en una ciudad de vanguardia (Polithink / 2 Tipos Móviles). Ha dictado cátedra en diversas instituciones académicas nacionales. Desde 2009 es coordinador académico del Diplomado en Planeación y Operación Legislativa del ITAM.
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