¿Alguien vio a los universitarios?

02/08/2014 - 12:00 am

Se ha puesto en marcha una maquinación compleja para que México desande lo que se había avanzado con mucho trabajo; no está dejando títere con cabeza. A juzgar por el cada vez más sofisticado armamento utilizado para dar reversa a los avances sociales, la misión no es otra que la confusión. Y está dando resultado.

Los cambios políticos y económicos a los que se está sometiendo al país son tan drásticos y las explicaciones tan intencionalmente oscuras, que no alcanzamos ni a medir las consecuencias de las decisiones contrarias a la Constitución que se van imponiendo. En vez de reaccionar, los mexicanos a nivel banqueta nos refugiamos en la esperanza de que todo pasará.

Dentro del caos nos conformamos porque nos dicen que bajará el gas en un futuro, la perforación del gas shale es permitida en algunos lugares, que seremos invadidos por los tiburones extranjeros pero habrá “comisiones reguladoras” para controlarlos (ni en sus países lo logran),… todo por venir, como la zanahoria del conejo. La manipulación que se está dando en entre legisladores para imponer la destrucción, es una noticia terrible para usted y para mí.

No hay empleo suficiente; los salarios están dos o tres categorías por debajo de los puestos; estamos importando ropa, zapatos, manzanas, maíz y gasolinas. Ojo, esto no se dará en el futuro, sino que ya está en el presente. Y las cosas sólo empeorarán para los mexicanos comunes, mentira que mejorarán. Sí, dicen que desaparecerá el cobro de larga distancia en la telefonía, pero ¿cuánto pagaremos por tener las líneas? Y que bajará la luz, pero dentro de varios años durante los que seguirá subiendo. ¿Le parece exagerado? Bueno, le recuerdo que hoy es día del 97º gasolinazo, que iba a durar un año. Esas son las mentiras que ha dicho la misma clase política que hoy nos promete el edén, como Carlos Salinas de Gortari cuando nos “vendió” el TLC. Y muy pocas voces dice “esta boca es mía”.

Uno revisa los fraudes a la nación, las traiciones a la patria que constituyen estos fraudes del poder contra el vencido, y se pregunta: ¿Y dónde está la voz multitudinaria de los universitarios, que en otras ocasiones fueron vanguardia en importantes luchas contra el abuso de poder? ¿Dónde está la UNAM, una de las mejores universidades de América Latina? ¿Los jóvenes del Poli, de la UAM, de la UACM? ¿Y las universidades públicas de los estados? ¿Y las privadas? Sólo hemos visto oponerse a los maestros especialistas e investigadores de esos planteles, ¿pero la juventud pujante, soñadora, creativa y creadora, dónde está?

La juventud se está tragando todos los anzuelos en cómplice silencio, dejándose llevar por la masa aturdida. No aportan análisis, no oponen tesis, y eso tiene efectos nocivos a largo plazo. En el asunto del petróleo un pez ya muy nadado, el Gobernador de California Jerry Brown, que conoce de cerca el tamaño de los tiburones, nos advierte que nos comerán vivos las empresas petroleras. Entiendo que a los cómplices del desastre esta advertencia les parezca una opinión cualquiera, pero realmente esperaba más de los universitarios mexicanos.

José Rubén Romero escribió un libro que fue clásico “Una vez fui rico”, y eso será lo que nos platicaremos unos a otros dentro de poco, cuando finalmente acabemos como su afamado personaje Pito Pérez, el de la vida inútil. “Sí, pero… ¿Qué podemos hacer?” Esa méndiga pregunta no cabe en boca de un joven universitario. Pasmarse así es una vergonzosa declaración de apatía, de distancia, de aséptica otredad, de la fragmentación social que vive y abraza la gran mayoría de los mexicanos.

Levantar la cabeza y pensar, eso es lo que debemos hacer. Analizar, allegarnos información, comparar versiones, no creer que los mentirosos de carrera (“esta vez sí, me cai”) están diciendo la verdad, en fin, todo eso que tiene obligación de saber cualquier estudiante de nivel superior. Poner en ello el empeño que gasta para seguir los marcadores del fútbol, qué jugador se fue a cuál equipo, por cuánto dinero, cuántos goles metió en el torneo, cómo se llama su novia. Todo eso consume una energía que hoy necesitamos para salvarnos. Aquí, ahora, México se derrumba. Y cuando se cae un edificio, se caen quienes lo habitan: viejos, jóvenes y niños también.

Haber dejado las decisiones nacionales a quienes han probado que se valen de su poder para su beneficio propio, haberse ocultado cobardemente para no inmiscuirse, finalmente resultó una complicidad. La auto exclusión, en estas condiciones, es vergonzosa. Y los jóvenes, a quienes suponíamos pensantes, se hicieron a un lado y con su apatía se convirtieron en promotores de este derrumbe de México, cuyo único fin es enriquecer más a los que tienen más. Verdaderamente, qué pena que les haya valido… así, en tiempo pasado.

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