TIJUANA, BC. Con voz de mando castrense, el general Alfonso Duarte Mújica, comandante de la II Región Militar, aseveró: “¡Aquí no hay cárteles!”, y mirando de frente a representantes de las organizaciones civiles de Baja California y a periodistas que, estupefactos, escucharon su afirmación, reiteró: “pueden tener la seguridad, aquí ya no existen cárteles del narcotráfico.”
-¿Cómo explica entonces, General, tantas ejecuciones y levantones?–, se le inquirió citando cifras oficiales de hasta 15 personas asesinadas por sicarios en Tijuana en sólo tres días.
–Son casos aislados– contestó. “Reminiscencias de grupos criminales que por el efecto cucaracha huyen de otros estados donde son combatidos por el Ejército y llegan a Baja California a tratar de probar suerte, pero aquí los detenemos y los consignamos a las autoridades”.
Contra viento y marea, el jefe militar sostiene ese discurso desde el pasado 23 de julio de 2010, cuando por primera vez declaró a esta entidad territorio libre de cárteles de la droga.
A sólo cuatro días de que fuese “descubierta” por el Ejército la “plantación de marihuana más grande de la historia del país” en el sur del municipio de Ensenada, también el General Gilberto Landeros, ahora comandante de la II Zona Militar con sede en Tijuana, afirmó que en este territorio dominado durante décadas por los Arellano Félix, ya no existen los cárteles, sino “delincuentes integrantes de viejas células delictivas que ahora colaboran con algún grupo u operan de forma independiente”.
En los últimos tres años –aseveró–, los cárteles quedaron completamente mermados, gracias a la acción conjunta del ejército mexicano y las fuerzas policiacas de los tres niveles de gobierno.
Se atrevió, incluso, a asegurar que el tráfico de enervantes hacia territorio estadounidense ahora consiste mayormente en “drogas de moda, como el crystal” –provenientes de Michoacán o Jalisco donde opera el Cártel de La Familia Michoacana–, “cuando antes sólo era marihuana”.
Así lo dijo, no obstante los recientes descubrimientos; sólo en un año, de casi una decena de narcotúneles que tienen a la frontera de Tijuana con Estados Unidos tan agujereada como un queso gruyere, y que son utilizados para cruzar grandes tonelajes de cannabis al país del norte.
Aunque la realidad grite lo contrario, los mandos militares y policiacos de esta entidad proclaman, una y otra vez, su victoria sobre el crimen organizado.
Conforme a la estrategia mediática que se han trazado, niegan sistemáticamente la presencia y acción de los cárteles del narcotráfico en esta entidad gobernada desde 1989 por el Partido Acción Nacional (PAN) durante cuatro sexenios consecutivos.
Fue en Mexicali, ante representantes de una veintena de organizaciones civiles y derechohumanistas que asistieron al “Diálogo Cívico-Militar” –convocado el viernes 23 de julio de 2010 por la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y la Academia Mexicana de Derechos Humanos (AMDH)–, donde luego de una extensa intervención en la que enumeró rotundos éxitos de las fuerzas militares y policiacas en el combate al crimen organizado, cuando el general Duarte Mújica anunció que la entidad ha sido liberada de cárteles de la droga.
“El Cártel de los Arellano”, dijo el comandante militar, “prácticamente ha sido aniquilado con la aprehensión y en algunos casos la muerte de sus principales cabecillas”.
–Disculpe, General, ¿y “El Ingeniero”..?
–Aún queda por ahí “El Ingeniero”, pero está muy debilitado y también va a caer.
Más allá de la palabra, están los hechos.
En Baja California ni siquiera existen órdenes de aprehensión en contra de Fernando Sánchez Arellano, “El Ingeniero”, considerado por autoridades federales y estatales como heredero del liderazgo de Cártel de Tijuana.
“Se alquila plaza al narco”.
Las autoridades federales, dice el periodista Ricardo Ravelo, en su reportaje “El reparto de Tijuana, publicado el 26 de marzo en Proceso, ubican a Fernando Sánchez Arellano, “El Ingeniero”, como el capo operativo del cártel, y a su tía Enedina Arellano Félix, el cerebro financiero de la organización criminal, encargada del “lavado de dinero” en casas de cambio, empresas, farmacias y otros negocios.
La Procuraduría General de la República señala en la investigación PGR/SIEDO/UEIDCS/018/2010 citada por Ravelo, que los Arellano decidieron “alquilar su territorio y su estructura de protección” al cártel de Joaquín El Chapo Guzmán Loera y a la Familia Michoacana.
A partir de ese acuerdo, la ciudad de Tijuana empezó a repuntar como la principal plaza del narcotráfico en el país.
Para el secretario de seguridad pública de Baja California, Daniel de la Rosa Anaya, no cabe duda: el cártel de Sinaloa tiene el poder delictivo absoluto en Mexicali y de 2008 a la fecha su presencia se ha fortalecido en el estado.
Paradójicamente, coincide el fortalecimiento del poder criminal del Cártel de Sinaloa en Baja California con los tres años del arribo del general Alfonso Duarte a la entidad en su cargo de Comandante de la II Zona Militar.
De La Rosa confirmó, en entrevista con el semanario Zeta en enero del presente año, que varios narcotraficantes ligados a El Ingeniero, ahora trasiegan y delinquen para los sinaloenses comandados por Gustavo Inzunza, alias “El Macho Prieto”, y Alfredo Arteaga González “El Aquiles”.
Confirmó, también, la versión de que La Familia Michoacana paga “plaza” para cruzar crystal por Tijuana a los Estados Unidos
El jefe policiaco reveló que Los Arellano y la gente de “El Chapo” Guzmán se dedican al trasiego de marihuana desde el sur de Ensenada.
Medio año después, precisamente en el sur de este municipio, el Ejército descubre el más grande sembradío de marihuana en la historia de México.
El general Duarte, sin embargo, insiste en declarar a Baja California primer territorio libre de células criminales en el país.
Un militar muy aplaudido
Alfonso Duarte ha recibido múltiples homenajes y reconocimientos de gobernantes y empresarios, incluso del comandante supremo de las fuerzas armadas del país, Felipe Calderón Hinojosa, quien decidió en noviembre del año pasado ascenderlo de su cargo de Comandante de la II Zona Militar, a Comandante en Jefe de la II Región Militar, dejando bajo su mando todas las fuerzas del ejército mexicano en los estados de Baja California, Sonora y Baja California Sur.
Los honores al Ejército aumentaron a partir del 12 de enero de 2010, cuando fue detenido el ex jefe de sicarios de los Arellano Félix, Teodoro García Simental, alias “El Teo” o “El Tres Letras”, presunto dirigente de las células del Cártel de Sinaloa, aprehendido junto con un grupo de asesinos que generaban “violencia de alto impacto” en Tijuana.
Dos semanas después fue encarcelado Santiago Meza López, alias “El Chango”, quien sería rebautizado con el apodo de “El Pozolero” luego de que supuestamente declaró que por órdenes de El Teo disolvió en sosa caústica los cadáveres de por lo menos 300 de sus enemigos y deudores, trabajo por el que recibía 600 dólares a la semana.
“Brindo por mi General”
En uniforme de gala, con estudiada gallardía, el general Alfonso Duarte Mújica alzó su copa de vino y, adusto, disciplinó el rostro controlando una sonrisa casi imperceptible en ese momento solemne en que el gobernador del estado, los alcaldes de los cinco municipios de Baja California y los representantes de la poderosa cúpula empresarial de la península norte brindaron en su honor, “con gratitud y respeto”, en reconocimiento a su “liderazgo, su valentía y su capacidad para combatir con eficacia al crimen organizado”.
Raymundo Arnaiz, presidente de la Asociación de Empresarios de Baja California que agrupa a 50 organismos empresariales, copa en mano, ofrendó su brindis:
“¡Por usted, General!”, agregó elogioso, “por su invaluable contribución en devolvernos esta anhelada tranquilidad, en una época en que en México existe una amenaza a las libertades ciudadanas, la paz y la tranquilidad de la sociedad”.
Como si las mafias del narcotráfico fuesen cosa del pasado, el líder empresarial comentó que “en otros tiempos” Baja California también sufrió embates muy fuertes de violencia.
“Nuestra situación geográfica, que para múltiples actividades productivas ha sido una gran ventaja, tiene su aspecto negativo, en el asentamiento, en esta zona, de actividades criminales de gran nivel, que hace pocos años tenían profundamente amenazada la estabilidad de nuestra sociedad, la tranquilidad y seguridad de nuestras familias”, reflexionó el empresario con un respiro de alivio ante casi un millar de destacados tijuanenses reunidos el 13 de septiembre de 2010 en una cena de gala en el Grand Hotel, en conmemoración de la gesta de “Los Niños Héroes de Chapultepec”.
El gobernador José Guadalupe Osuna Millán también hizo un brindis resaltando el esfuerzo del Ejército mexicano “para enfrentar a los enemigos de la patria”, encarnados en la delincuencia organizada.
“Baja California destaca hoy en el ámbito nacional, como la entidad que rinde saldos positivos en el combate al crimen organizado”, aseveró el mandatario.
Quizá el estruendo de los aplausos ha impedido a gobernantes y militares percatarse de que muy cerca de ellos, bajo sus pies, los narcotraficantes excavan y utilizan enormes túneles clandestinos, de un casi un kilómetro de longitud, para cruzar toneladas de marihuana a Estados Unidos
Seis semanas después del homenaje al General, fueron descubiertos en Tijuana dos grandes túneles, uno de ellos de más de medio kilómetro y otro de 800 metros de longitud, con dos salidas en la zona de Otay Mesa, en San Diego, California.
Los pasadizos estaban equipados con sofisticados sistemas de rieles, ventilación y energía eléctrica.
El general Duarte, erguido sobre si mismo aquella noche de brindis, hizo un parangón entre las acciones actuales del Ejército mexicano y la gesta heroica de los jóvenes cadetes que hace 163 años ofrendaron sus vidas defendiendo la patria contra el ejército invasor.
“En el México de hoy”, enfatizó con voz marcial, “bajo las órdenes de nuestro jefe supremo Felipe Calderón Hinojosa, enfrentamos una lucha diferente, pero también desigual”.
Es una lucha –la definió así– contra un enemigo con múltiples tentáculos en el exterior y hacia el interior; una lucha contra un enemigo que se oculta en cualquier rincón y en todas partes; que ha permeado las estructuras de la ciudad y convive entre nosotros enmascarado, bajo todo tipo de fachadas cumpliendo con su patrón: El crimen organizado.
Y reiteró su convicción de que al final se ganará la batalla, “porque en Baja California los buenos somos más”.
La frontera perforada
El hallazgo del primer narcotúnel de 550 metros, lo realizaron autoridades estadounidenses la noche del 2 de noviembre de 2010, a 20 días de que el general Duarte fuese ascendido a Comandante de la II Región Militar en reconocimiento –según expresó Calderón Hinojosa–, a la valentía y eficacia demostrados por el jefe militar mexicano en dos años y medio de tenaz combate al narcotráfico.
La Policía Fronteriza y agentes de aduanas encontraron en ese narcotúnel más de 20 toneladas de marihuana. Del lado mexicano, el Ejército encontraría otras 4.5 toneladas.
El valor total del decomiso fue estimado en 20 millones de dólares.
“Esta es la mayor incautación en la historia de California y una de las mayores del país”, diría en conferencia de prensa John Morton, director del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas.
El funcionario estadounidense concluyó sin ambages: “Esto es obviamente el trabajo de un cártel”.
La Secretaría de la Defensa Nacional informó que el hallazgo en el lado mexicano fue posible por “una llamada anónima” que reportaba el pasadizo en el número 214 de la calle López Portillo Oriente, en la colonia Nueva Tijuana, delegación Mesa de Otay.
Los soldados encontraron la entrada al túnel en una bodega abandonada que, al parecer, cruza por debajo de varias viviendas y de la empresa Pioneer; antes de llegar a Estados Unidos pasa bajo los carriles de entrada a la garita de exportación,
para culminar en una empresa ubicada en el número 9948 de la Vía de la Amistad, en Otay Mesa, San Diego.
Tres semanas después, el 25 de noviembre, descubrieron otro narcotúnel, de 800 metros de longitud e igualmente equipado. Ahí encontraron 17 toneladas más de cannabis.
El pasadizo estaba a sólo 300 metros del anterior, en la colonia Nueva Tijuana.
Duarte Mújica, quien tenía tres días estrenando su nombramiento de comandante regional del ejército, informó que el segundo hallazgo se logró a través de una investigación coordinada con autoridades estadounidenses.
–¿General, qué cártel del narcotráfico construyó esos túneles?
No hubo respuesta a la reiterada pregunta de los reporteros. El Comandante de la II Zona Región Militar dijo desconocer el dato.
Cabe mencionar que en sólo dos semanas se registraron grandes hallazgos de marihuana en Tijuana. Antes, el 18 de octubre de 2010, las autoridades habían decomisado135 toneladas de la yerba, la mayor incautación realizada hasta entonces en Baja California.
En el transcurso de un año, se descubrieron en la zona al menos ocho túneles, mismos que han sido utilizados para pasar drogas y emigrantes de forma ilegal hacia Estados Unidos.
La frontera sigue perforada por sofisticados pasadizos secretos, desde siempre construidos y utilizados por los grandes cárteles del crimen organizado para el tráfico ilegal de drogas y emigrantes.
La buena estrella del General
Una intensa agenda social, precedió el nuevo nombramiento del General Duarte.
El jueves 7 de octubre, en presencia de Felipe Calderón Hinojosa, comandante supremo de las fuerzas armadas, en cuanto fue pronunciado su nombre como integrante del presidium, el comandante Alfonso Duarte recibió una magnífica ovación de los asistentes a la ceremonia de entrega del Premio Nacional de Calidad, otorgado a diversas empresas en el marco del Primer Encuentro Tijuana Innovadora 2010.
Más de un minuto resonaron los aplausos en el teatro del Centro Cultural de Tijuana (Cecut), con un auditorio integrado en su mayoría por empresarios y funcionarios públicos que se pusieron de pie en homenaje al General.
Sorprendido, Calderón tuvo que interrumpir su discurso y atinó a decir: “Ese aplauso es también para el Ejército, señor General”.
En el extremo opuesto del presidium, Duarte Mújica se puso en pie y en gesto de agradecimiento alzó muy alto su brazo derecho.
Ese reconocimiento “emotivo y espontáneo”, como lo calificaron los cronistas del evento, pronto daría fruto.
El 22 de noviembre, el General de Brigada Diplomado de Estado Mayor sería ascendido a Comandante en Jefe de la II Región Militar.
Ahora el general Duarte tiene bajo su mando a la totalidad del ejército en tres estados: Sonora, Baja California y Baja California Sur, con cinco zonas militares y seis guarniciones ubicadas en un territorio en el que operan –según recuento de diversos analistas–, al menos cinco organizaciones criminales, el cártel de Sinaloa, los Beltrán Leyva, La Familia Michoacana, Los Zetas y el Cártel Arellano Félix.
Duarte Mújica relevó en el cargo al General Rubén Venzor Arellano, quien fue nombrado rector de la Universidad del Ejército y Fuerza Aérea Mexicana.
En entrevista con el semanario Zeta –edición 1899– publicada bajo el elogioso título: “El General Alfonso Duarte Múgica, Comandante de la II Región Militar, va contra todos los cárteles”, el alto jefe militar asegura que debilitará la estructura del cártel de Sinaloa y sostiene que si “El Chapo” Guzmán se aparece por su territorio, será aprehendido.
Ocho meses después, el Ejército descubrió el megapredio marihuanero y aunque extraoficialmente se filtra la información de que pertenece al “Chapo” Guzmán, a pregunta directa el General respondió:
_No se puede saber, al 100%, si el cultivo de marihuana era financiado por esa organización.
_¿Quién es el legítimo propietario de esas 120 hectáreas?
“Le corresponderá a la agencia del Ministerio Público Federal de la PGR en San Quintín efectuar las investigaciones y determinar de quién es este campo”, respondió.
Alfonso Duarte Mújica, observó el semanario tijuanense, es el único General de dos estrellas que encabeza una región militar. La tradición y el protocolo de la milicia mexicana indican que para comandar una región es necesario ser General de División.
“Duarte es la excepción”, señaló Zeta. “El Ejército Mexicano le reconoce el compromiso y los resultados al frente de la II Zona Militar con sede en Tijuana, al concederle el mando de la II Región, pero también le señala la falta de antigüedad en la milicia al no concederle –al menos por este periodo– la tercer estrella para ascenderlo de General de Brigada a General de División”.
Sin embargo, ni falta le hizo a Duarte la tercera estrella; bastó con la simpatía y buena voluntad de Felipe Calderón, para convertirse en “uno de los doce Generales con más responsabilidad territorial en el país”.
A escasos tres años de su arribo a Baja California, estado al que llegó en junio de 2008 a ocupar la comandancia de la II Zona Militar, el poder que concentra dentro de las fuerzas armadas es imponente
Tiene bajo su mando a once generales con la totalidad de sus tropas, en cinco zonas militares y seis guarniciones de tres estados de la república.
Frondosa marihuana del desierto
Mientras el Ejército Mexicano, personificado en el comandante Duarte Mújica recibía homenajes y agradecimientos por parte de empresarios y gobernantes, allá en el sur del estado, a 450 kilómetros de la ciudad de Tijuana, bajo el candente sol de esa zona semidesértica ubicada en la Delegación de El Mármol, crecía la marihuana por toneladas, vigorosa y frondosa, bajo un gigantesco toldo negro de mallasombra de 120 hectáreas rodeadas de la nada, que extrañamente durante meses no atrajo la mirada de los militares que cotidianamente sobrevuelan la zona.
El enorme plantío marihuanero se encontraba a sólo dos kilómetros de la carretera, justo en el tramo El Rosario-Cataviña a la altura del kilómetro 141 de la Carretera Transpeninsular.
Ahí trabajaban no menos de 60 jornaleros por turno, con una eficiente tecnología agrícola, dos pozos profundos para abastecer el sistema automatizado de irrigación por goteo y la enorme mallasombra cubriendo todo el sembradío a fin de evitar que los rayos solares quemaran las plantas de hasta dos metros de altura.
La tecnología para la siembra y cultivo utilizada en este narcopredio, es exactamente igual a la que usan los grandes productores de hortalizas, especialmente tomateros de la región.
En las 120 hectáreas encontraron matas de diversos tamaños, pertenecientes a cuatro variedades de marihuana.
La Comandancia de la II Región Militar estimó el rendimiento del predio en una tonelada de droga por hectárea.
Consideraron las autoridades que el plantío fue sembrado hace cuatro meses y estaba por levantarse la primera cosecha de cannabis.
En cifras cerradas, la cosecha alcanzaría un total de 120 toneladas de marihuana, cantidad suficiente para 60 millones de dosis con un valor de mil 860 millones de pesos, según calculó el General Duarte.
De acuerdo con la versión oficial del Ejército, en voz del general Gilberto Landeros, comandante de la II Zona Militar, el megaplantío fue descubierto casi al anochecer del martes 12 de julio por soldados del 67 Batallón de Infantería, durante una inspección rutinaria por esta región ubicada a 150 kilómetros al sur del poblado de San Quintín, el más importante valle agrícola de la península.
Después de detener a 16 jornaleros que viajaban a bordo de un autobús, dos de los detenidos que resultaron sinaloenses, al ser interrogados por los militares reconocieron que trabajaban en el sembradío de marihuana.
A partir de esa información, se ordenó la movilización del ejército para efectuar el decomiso del predio.
El general Landeros comentó que operativo inició el 12 de julio, pasadas las 18:00 horas, con una tarde que anochecía porque había neblina y no había luna llena.
De acuerdo con la versión del general Landeros, sólo 30 elementos del Ejército se dirigieron al narcoplantío en tres patrullas militares.
El decomiso se efectuó sin que se lograra la aprehensión de ninguno de los implicados en la siembra ilícita de drogas.
Cuando los militares se acercaban al predio, según informó el Comandante de la II Zona Militar, unos 60 labriegos huyeron en tres camionetas todo terreno, dejando en su precipitada huida ropas, zapatos, huaraches, documentos y otras pertenencias personales.
Momentos antes del arribo de los militares, la mayoría de los jornaleros estaban comiendo, ya que en el área habilitada como cocina encontraron alimentos recién cocinados
Junto al sembradío los soldados localizaron un campamento con comedor y cocina para atender a unas 150 personas; cuartos rústicos de madera equipados con baños, máquinas potabilizadoras de agua, una planta de luz eléctrica, antena satelital de Sky y, además, 20 kilogramos de semillas de mariguana para ser sembradas, así como otras áreas acondicionadas para cuidar la siembra del enervante.
Cinchados
Con las manos atadas con cinchos y el temor recorriendo sus cuerpos, cincuenta y ocho hombres, en su mayoría jóvenes de apariencia humilde y muchos de ellos de rasgos indígenas, el lunes 18 de julio fueron traslados en camiones militares de redilas desde poblado El Rosario, al sur del municipio de Ensenada a la ciudad de Tijuana, fuertemente custodiados por los militares.
En esa ciudad fronteriza permanecerán arraigados 40 días en un hotel ubicado sobre el boulevard Aguacaliente, en tanto el Ministerio Público Federal investiga e integra la acusación en contra de ellos, por su presunta responsabilidad en la comisión de los delitos de contra la salud.
Todos ellos fueron detenidos por elementos del Ejército Mexicano en las inmediaciones del poblado El Rosario, cercano al lugar donde se localizó el plantío de 120 hectáreas de marihuana.
Contra la costumbre del general Alfonso Duarte de manejar mediáticamente “los golpes” dados por las fuerzas del Ejército al narcotráfico, en esta ocasión dominó la cautela y el silencio.
Trascendió, extraoficialmente, que después del decomiso del predio marihuanero, los militares realizaron una razia en la región y detuvieron, en calidad de sospechosos, a los hombres que no portaban credenciales de identificación que demostrara su residencia domiciliaria en el poblado.
El Agente del Ministerio Público de la Federación, adscrito a la Delegación Estatal en Baja California, dentro de la averiguación previa AP/PGR/BC/SQ/106/11, solicitó la medida cautelar de arraigo en contra de los probables responsables, ante el Juez Quinto Federal Penal Especializado en Cateos, Arraigos e Intervención de Comunicaciones con sede en el Distrito Federal, por 40 días, dentro de los cuales se resolverá su situación jurídica
En este tiempo, la autoridad ministerial seguirá allegándose evidencias que robustezcan la investigación emprendida por la PGR, informaron las autoridades federales mediante un comunicado de prensa.
Del comal a la lumbre
Era un secreto a voces.
Sólo para los altos mandos militares resultaba una “sorpresa” el descubrimiento del megapredio de marihuana que florecía en las tierras semidesérticas de Baja California, casi al pie de la Sierra de San Pedro Mártir.
Desde hace más de ocho años, los jornaleros agrícolas están siendo enganchados por los narcotraficantes para trabajar en plantíos clandestinos de marihuana en las sierras bajacalifornianas.
Javier Cruz Aguirre, periodista de Ensenada, escribió en diciembre del año pasado, para el periódico digital “A los 4 Vientos”, los testimonios de una veintena de labriegos narraron el horror que están viviendo, debido a que sus familiares, especialmente sus hijos más jóvenes, son enganchados para trabajar en narcopredios, con la promesa de recibir salarios de hasta 500 pesos diarios, pero después de unos meses nadie vuelve a saber de ellos.
“Desesperados por la crisis económica y la falta de un empleo y un salario justo, miles de jóvenes trabajadores agrícolas migrantes están laborando por temporadas en los campos de cultivo de marihuana establecidos en las cañadas de las sierras de San Pedro Mártir y Juárez”, escribió el periodista.
–¿Supiste de casos de jornaleros que hayan desaparecido luego de ser enganchados?
“De muchos casos”, comentó Cruz Aguirre, “los desaparecen para no pagarles el trabajo que realizan en las sierras. Y lo peor es que sus familiares no saben cómo buscarlos. Sospechan que fueron asesinados por los sicarios de los rancheros que los contratan para no pagarles por el trabajo que realizan en las sierras.
Los campesinos entrevistados, dijeron que la mayoría son “enganchados” en El Valle de La Trinidad, a 130 kilómetros de la ciudad de Ensenada.
Hace medio año, cuando confiaron sus testimonios al periodista pidieron que el Ejército Mexicano realizara recorridos por los poblados serranos de Leandro Valle, La Calentura, los Kiliwas, El Carrizo, Tepi, Valle Chico y El Borrego porque ahí existen entre 10 ó 12 ranchos “camuflajeados”, donde aparentemente siembran hortalizas como tomate, cebolla, calabaza y chile, pero el verdadero negocio es la marihuana.
También mencionaron los caminos serranos y cañadas que bajan de la Sierra de San Pedro Mártir al valle costero de San Vicente, así como predios y terracerías que se encuentran desde la Sierra de Juárez hasta los valles de Ojos Negros, de Guadalupe y El Sauzal, así como en la costa ensenadense del Pacífico.
–¿Prácticamente toda la Península está plagada de sembradíos de droga?
–De acuerdo con los testimonios de los lugareños y de los jornaleros agrícolas, esa es la realidad–, dijo el periodista y comentó el caso de Enrique, un jornalero que trabaja 10 meses al año en diversos campos de cultivo del municipio de Ensenada.
“Una noche –dijo Enrique– nos llegó a la cuartería, el lugar donde dormimos los jornaleros, una persona que dijo que venía de parte del patrón. Así nos soltó el jale:
“‘¿Quién quiere ir a trabajar a la sierra? Les ofrezco500 pesos diarios. ¡Vámonos! En una hora. Mañana. Ahorita si quieren. Es trabajo por cinco, siete días o más si quieren. ¿Cuántos quieren ir?’
“Cinco muchachos contestaron que sí, entre ellos mi primo, de 22 años.
“Le digo entonces al chamaco: -‘¡No te vayas, tú no conoces a esta gente!’ Me contestó: -‘Claro que me voy. ¡Es una feria que no saco en la cosecha de cebolla! por la que pagan nomás 100 pesos.
“Y por más que le insistí de todas maneras se arrancó y no lo veo desde hace dos meses. Ahora traigo mucha preocupación por él. No se qué hacer. Si voy a acercarme a esa gente mañosa, me dan un tiro por andar preguntando”.
Mujeres cargadas de niños, con los ojos enrojecidos de llanto, andan como ánimas en pena, aguantándose el miedo para preguntar en los ranchos, en los campos, por sus maridos, por sus hijos que fueron “enganchados” y a los que no han vuelto a ver.
“Se fue a trabajar con los mañosos y ya no bajó de la sierra”, dicen. Muertas de angustia enseñan el miedo. “Nos han dicho algunos de los jóvenes que regresan que con tal de no pagar, los malandros matan a los muchachos”.
La batalla en los medios
El General Duarte Mújica, de reconocida habilidad en el manejo mediático, organizó el traslado en dos autobuses de reporteros de los medios nacionales e internacionales, para que presenciaran el sábado 16 de julio la destrucción del plantío y el incendio de montañas de cannabis.
“Con la incineración de esta droga”, dijo el General, “resultan severamente afectados en forma directa los intereses de la delincuencia organizada”.
Duarte comentó que existe una excelente coordinación con el gobierno de los Estados Unidos, para seguir combatiendo al narcotráfico con este tipo de operativos.
–Este es el plantío de marihuana más grande que se ha decomisado en la historia del país–, reiteró ante las cámaras
Sin embargo, al comparar su magnitud con otros decomisos históricos, el General mencionó datos erróneos.
Dijo:
“Es casi el doble del que fue localizado en Sinaloa en marzo del 2007, que tenía una superficie de 62 hectáreas; y es cuatro veces más grande que el sembradío de marihuana localizado en noviembre de 1984 en el Rancho El Búfalo, de Chihuahua”
Diversos medios de comunicación, nacionales y extranjeros, también han incurrido en errores extremos al respecto.
The Wall Street Journal, por ejemplo, menciona que el sembradío de marihuana del Rancho El Búfalo, era muy superior –539.85 hectáreas–; otros, como La Jornada, dicen que sembradío de El Búfalo rebasaba las 2 mil hectáreas; otros más aseguran que el predio de Caro Quintero era de sólo 34 hectáreas.
Ni siquiera el Ejército pudo manejar cifras acertadas y precisas para sostener el mérito de haber efectuado “el decomiso más grande de la historia”.
Felipe Calderón felicitó públicamente al general Guillermo Galván, secretario de la Defensa Nacional, “por el golpe dado a la delincuencia en Baja California”, pero se abstuvo de ponderar la magnitud del plantío calificado por el General Duarte Mújica como el más grande en la historia de México.
El gobernador José Guadalupe Osuna Millán, también ha sido cauto.
Una vez que el Ejército concluyó la incineración de la marihuana, prácticamente la única declaración a los medios que hizo Osuna Millán sobre este asunto, fue para informar que ya solicitó al gobierno federal que las 120 hectáreas donde se encontró el plantío de mariguana sean entregadas al gobierno del Estado para destinarlas en beneficio de la agricultura.
Del Búfalo hasta El Mármol
El Rancho El Búfalo, propiedad del famoso capo Rafael Caro Quintero, descubierto hace 27 años en el municipio de Jiménez, Chihuahua, tenía una superficie de 84 hectáreas sembradas de marihuana.
Sin embargo, a pesar de que esta plantación era de menor tamaño (34 hectáreas menos) al sembradío del Mármol, la alta tecnología instalada en su sistema de riego permitía que cosechara mayor tonelaje de yerba por hectárea.
En el operativo de El Búfalo participaron 300 militares y agentes federales que decomisaron 4 mil 600 toneladas de marihuana.
Caro Quintero tenía turnos de mil 500 hombres cada ocho horas, para cultivar, cosechar y empacar la yerba cuyo valor en el mercado negro alcanzaba los 2 mil millones de dólares.
De acuerdo con el expediente PGR 28/85 del proceso penal contra Caro Quintero, el Rancho El Búfalo era el pináculo en la organización de las fuerzas productivas para el cultivo de droga. Utilizaba todos los más avanzados recursos tecnológicos y humanos (tractores, silos, irrigación por dispersores, fertilizante y maquinaria de punta para cosecha y empacar la yerba.
En su momento, también causó honda extrañeza que ninguna autoridad se hubiera percatado de la existencia del mayúsculo sembradío de mariguana en tierras chihuahuenses.
Se recuerda, hasta la fecha, la histórica frase pronunciada por el entonces embajador de Estados Unidos en México, John Gavín, quien al sobrevolar el cielo de Chihuahua a principios de noviembre de 1984 dijo, sutilmente:
–¡Cómo está verde Chihuahua!
La frase del embajador disparó el operativo militar que destruyó esa obra maestra de la agricultura que fue para el narcotráfico el Rancho El Búfalo.
Búfalo II
Curiosamente, una década después del descubrimiento del predio marihuanero de Búfalo, ya en el gobierno del panista Francisco Barrio Terrazas, los ojos del entonces procurador Francisco Molina Ruiz tampoco lograron ver las 3 millones 600 mil matas de frondosa cannabis que crecían en un predio de 90 hectáreas en el ejido Acebuches, también del municipio de Jiménez.
Los vigilantes ojos del procurador autonombrado “el incorruptible” tampoco pudieron ver el enorme narcopredio de 103 hectáreas en plena producción, en el Ejido El Cairo, ubicado a unos cuantos kilómetros en Valle de Allende, Chihuahua.
En agosto de 1994 fueron descubiertos estos gigantescos narcopredios, de dimensiones superiores a los campos de producción de Búfalo destruidos en 1984.
“Es la superficie más grande detectada en los últimos 15 años”, dijo el entonces delegado de la PGR, Alberto Jardí Alonso, al informar del hallazgo.
“Mucho narco y poco panismo”
Jesús Blancornelas, el respetado periodista bajacaliforniano, escribiría unos años después su artículo “Mucho narco y poco panismo”, publicado por la Revista Milenio el 26 de abril de 2004:
“Cuando los gobiernos panistas entraron presumieron: “Acabaremos con el narcotráfico”. Pero la mafia les encontró la medida. Incluyendo al federal. Nunca antes tanto policía estuvo revuelto con la mafia. Se superan los tiempos descarados de los años 90`s. En Nayarit sigue dominando Joaquín “El Chapo” Guzmán. Allí opera ante el gobernador Antonio Echavarría como si fuera su casa. El Cártel del Golfo y los Arellano entraron en Nuevo León fácilmente durante la administración panista de Canales Clariond. El Cártel de Juárez se afianzó cuando Pancho Barrio. La mafia abunda en Guanajuato desde tiempos de Fox…”
La macha de la sospecha
El “descubrimiento” del narcopredio en el sur del estado de Baja California, atrajo la atención de medios nacionales e internacionales que apenas un mes atrás criticaron al Ejército Mexicano y su comandante supremo Felipe Calderón, así como la Procuraduría General de la República por el desaseado e inconstitucional allanamiento y proceso que se siguió contra el empresario Jorge Hank Rhon.
El magnate de los casinos salió libre, en esta ocasión, dejando en ridículo a las autoridades.
Ahora, de nuevo, la acción del Ejército despertó suspicacias y críticas.
“Sin un esquema de protección y de corrupción no podría haber existido una plantación de estas dimensiones”, señaló incisivo Adolfo Miranda, director del Centro de Estudios de Seguridad Pública, con sede en Ciudad de México, en entrevista con la BBC Mundo.
Víctor Clark Alfaro, director del Centro Binacional de Derechos Humanos de Tijuana, también hizo ver a la BBC el pasado 16 de julio que el narcopredio fue localizado en una zona tradicionalmente operada por el cártel de la familia Arellano Félix, pero Cartel de Sinaloa tiene siete años asentando en el estado, por lo que ya “comparten la plaza”.
Más vigente que nunca, pareciera la respuesta que Jesús Robles Maloof, miembro de la Academia Mexicana de Derechos Humanos, dio a esta reportera, al concluir el “Diálogo Cívico-Militar”, convocado el viernes 23 de julio de 2010 por la Sedena y la AMDH en Mexicali.
–¿Coincide usted con lo que afirma el General Duarte, que ya no existen cárteles, que Baja California es el primer territorio libre de células criminales?
“¡Claro que no!”, respondió Robles Maloof.
“Este país no se ha liberado de los cárteles. El mejor indicador para saber si se ha reducido la presencia de los cárteles es el precio de la droga y éste se mantiene estable en las calles; incluso en algunos estados ha bajado, lo que significa que las estructuras de trasiego están intocadas y que todas esas muertes de civiles, de militares y de servidores públicos han sido completamente en vano, porque por más toneladas que capturen, si la violencia se incrementa y el precio de la droga se mantiene, quiere decir que se está perdiendo esa supuesta batalla”.
El representante de la AMDH concluyó reiterando que la solución debe venir con una estrategia que reduzca la violencia, se dirija a los pilares financieros de las organizaciones criminales y discuta abiertamente la legalización de las drogas.