Por Edith Martínez*

Tras un periodo de campañas electorales marcadas por la violencia en distintos estados, tres debates entre los candidatos que buscaban el puesto y un sinfín de acusaciones que robaron cámara a las propuestas, este lunes México amanece con un virtual Presidente.

Esta “nueva era” del Gobierno mexicano pinta más complicada que la propia elección porque será momento de cumplir todas las promesas y responder a la voz de la sociedad que se expresó en las urnas; pero también es una oportunidad para el cambio de rumbo hacia un país más justo y sustentable.

A lo largo de este proceso electoral hemos señalado que en materia ambiental, detener el cambio climático y la pérdida de biodiversidad son temas de alta prioridad. Desde una perspectiva amplia, estos ejes abarcan muchos otros temas como el respeto a los derechos de las comunidades y pueblos indígenas, así como una revolución energética, en la movilidad y producción de
alimentos, al mismo tiempo que protegemos los recursos naturales.

Una de las medidas más urgentes para combatir el cambio climático es transformar la forma de trasladarnos en las zonas urbanas así como su planeación, dado que la quema de combustibles fósiles como las gasolinas para los vehículos, es la principal fuente de emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI), causantes del calentamiento global.

Necesitamos materializar la infraestructura necesaria para otras formas de transporte no motorizado como la bicicleta, apostar a la intermodalidad y al transporte más limpio y eficiente, donde lo eléctrico puede ser una opción si esa energía viene de fuentes renovables.

La forma de producir los alimentos también debe cambiar. Actualmente, la agricultura y ganadería, son fuente del 15 por ciento de los GEI en México, y primeras responsables de la pérdida de superficie boscosa, por lo que implementar modelos agroecológicos económicamente viables y justos con las personas, es la clave para proteger los recursos naturales y el patrimonio biocultural del país.

En ese mismo sentido, el nuevo Presidente deberá asegurar la sostenibilidad de la pesca en México, que requiere un cambio de modelo basado en la extracción desmedida de los recursos marinos y terminar con la pesca ilegal, una práctica que puede llevar al peligro de la extinción a numerosas especies como ocurre con la vaquita marina.

La experiencia ha demostrado también que proteger las Áreas Naturales no es una tarea de decretos sino de voluntad política, planes y recursos adecuados para conseguirlo, donde el involucramiento de las comunidades es vital, de lo contrario se convierten en decretos en papel que no cumplen con su objetivo.

La lista de retos y oportunidades es larga. El nuevo Presidente tendrá tarea que cumplir a los ojos de una sociedad participativa, crítica y dispuesta a exigirle que lo haga.

*Edith Martínez es coordinadora de Comunicación de Greenpeace México.

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