Benito Cerati, con Zero Kill: A veces te agobias de ti mismo y es fundamental el trabajo en banda

02/07/2017 - 12:05 am

Es el primer hijo de Gustavo Cerati y como tal tiene pinta del líder de Soda Stéreo –fallecido prematuramente en el 2014– e hijo de tigre también le dedica todo su tiempo a la música. Con su banda, fue el invitado de Reyno, un grupo mexicano que hace las cosas “sin pensar en el rock, en el negocio”.

Ciudad de México, 2 de julio (SinEmbargo).- Hay un video que circula en YouTube, un niño de no más de cuatro años recorre el escenario para ir a besar a su padre. Claro, había 150 mil personas en el público y hoy Benito no puede creer la tanta gente que asistió a su “invasión”.

“Él nació en una casa llena de instrumentos, pero no quiero forzar para nada en el futuro. Creo que inventé a un verdadero monstruito”, dice Gustavo en relación con su primogénito, que estrenó su primer tema –una serie de gritos- en el patio de su casa.

“Soy muy setentoso”, dice el admirador de David Bowie. Foto: Crisanto Rodríguez, SinEmbargo

Benito no tiene problemas en hablar de su padre, pero la vida sigue y hoy todo su futuro es Zero Kill, la banda que formó por un “concepto de ir juntos” en la música. Le gusta mucho David Bowie y cuando la charla gira hacia él trata de apartarse un poco, aunque le sale poco y todo su estilo es onda “setentista”, como Peter Gabriel, cuando se disfrazaba un poco al compás de Génesis.

Dice la madre de Benito, Cecilia Aménabar, que “un estudio es como una cocina para él, nació allí y desde chico estamos disfrutando de sus conciertos”.

Su música es suave, electrónica, intenta poner poesía a un rock que está bailando, ocupando su lugar más allá de los apellidos. En México fue invitado por Reyno, una banda de rock formada en el 2012 en la capital por Christian Jean (voz y guitarra) y Pablo Cantú (batería y coros). En su corta trayectoria ya han acompañado a Zoé abriendo los conciertos de la gira Prográmaton, a León Larregui en su gira solista Solstis y han publicado dos álbumes de estudio.

–¿Qué es Zero Kill?

–Tiene un origen bastante interesante, a partir de que quería un nuevo nombre. Había empezado con la pata equivocada y empezamos de Zero. Me acuerdo de una conversación por chat de Facebook, decían okey, que es una palabra muy usada, vamos a Japón te la entienden. Me pareció que era una buena idea tener una palabra que todos la entiendan y busqué el significado de Okey y que antes se usaba OK, que se utilizaba en la Segunda Guerra Mundial, pero era cuando las misiones habían sido exitosas y no había habido bajas, se decía Zero Kill, OK. Por eso Okey está todo bien. Ese significado nos gustó mucho, en cada disco nos renovamos, lo anterior ya no, ahora es esto, cobraba muchos sentidos por varios lados.

–Es interesante porque la música es bastante suave, bueno, en el sentido positivo

–Terminó siendo suave, que está todo bien, porque que vayamos diciendo bastantes cosas, siempre nuestra carrera es positiva.

–¿Cómo ves la evolución de Zero Kill?

–Uy, hay mucha evolución. Sigue evolucionando constantemente. Mi primer disco fue un proyecto solista, casi completamente yo, tenía 17 años, era mucho más chico, nacía de una necesidad de decir cosas, de expresar artísticamente algunos malestares. Recién con este segundo disco se armó una cosa de banda, ya era otra cosa, yo estaba parado en otro lugar, pasándola increíble en la vida y con un concepto mucho más claro de lo que quiero hacer. Sobre todo pensaba a lo largo de la carrera y no sólo en el momento. Zero Kill era un montón de cosas que no la podía plasmar en un solo disco y dije, bueno, para este segundo disco en lugar de poner todo al asador como hice con el primero, voy a explorar esta partecita. Y voy a decir estas cosas. El disco es más concreto, más sólido, tiene una estructura un poco más amigable, noto la evolución también como compositor, noto la evolución vocal…

Benito con su banda, Zero Kill. Foto: Especialito

–¿Qué conceptos le das tú a una banda, que a un proyecto en solitario?

–Es muy loco, porque la verdad es que no volvería a hacer una cosa solista, por más que yo sea el que componga, él que hace los arreglos, etc. La parte social, la parte de hacer las cosas en grupo, es increíble. A veces uno se agobia de uno mismo y es fundamental el trabajo en banda. También está lo de compartir, es como estar yéndote de viajes todo el tiempo con amigos, venir acá a tocar, por ejemplo, me faltarían mis compañeros…

–Además, como compositor propones algo, pero el trabajo en grupo la lleva a otra cosa

–Eso es lo que pasa. Siempre cuando yo hago los demos les digo que sean libres en base a esto, ahí nace la magia. Ellos le dan vida a las canciones.

–¿Qué coincidencias encuentras con Reyno?

–Bueno, justamente una de las cosas que me gustó mucho cuando nos conocimos, fue que compartimos esa cosa que no es tan común en el mundo del rock, ese hacer las cosas por la música, por ahí suena un poco obvio lo que digo, pero hoy en día hay mucha plasticidad, mucho todo armado para el negocio y a Reyno los vi muy relajados como nosotros. Estamos bien donde estamos, seguro va a ir creciendo o no y esa realidad que yo mantengo con mi proyecto, con mis compañeros estoy feliz, Reyno tiene esa cosa. Creo que es lo más importante, más allá de si se parece musicalmente o no. Conectar musicalmente para mí viene de esa cosa natural del arte.

Un disco es un acto de impulsividad. Foto: Crisanto Rodríguez, SinEmbargo

–¿Cómo se hace un disco hoy, Benito?

–Depende mucho de cada artista, en mí es una impulsividad que no la puedo frenar. De repente bajó la información de no sé dónde y ahí vamos. El primer disco fue mucho más complicado, fue mi primera experiencia y estuve dándole vueltas a un montón de cosas. El segundo disco fue mucho más fácil, más fluido todo, también hice el papel de productor, pero siempre fue fruto de que apareció el disco. Yo no lo puedo frenar. No puedo no hacer nada con eso. De repente me encontré con que estoy armando un disco. Ahora mismo empezamos la semana pasada a armar otro nuevo disco.

­–Ahora bien, cada canción que tú sacas es una canción con un clip…pareciera ser que van las dos cosas juntas.

–Sí, es así. Mi banda tiene un gran espacio audiovisual y a partir de ahora quiero expandirlo más. Siempre me ha gustado escribir, me ha gustado guionar el videoclip, me ha gustado actuar en el video, antes de subir al escenario me pregunto: ¿Cuál soy hoy?

–Vuelven los 70, con el disfraz de los cantantes

–Yo soy muy “setentoso”. Estaba David Bowie, era todo conjunto, algo muy teatral, sin dejar de lado la música como oferta primaria. Esas cosas me encantan, no puedo quedarme quieto en un solo lugar.

–¿Qué hay en ti de Bowie?

–Bueno, hay mucho. Es como mi ídolo adolescente, sin barreras, superandrógino, como que no tiene ningún tipo de prejuicio, yo bebí mucho de eso. Crecí en un ambiente bastante libre, entonces no es para mí una casualidad…

–Tiene al mismo tiempo una cosa muy profunda…

–Sí, eso es verdad. Tampoco es como tomar algo virtual, tengo mi impronta establecida, ya la encontramos. Pero uno construye en base a lo que está, nada es nuevo en sí. Es como que soy que colecciono algo y que sale de la licuadora lo que soy en base a esas colecciones. Lo aplico a mi forma de hacer la música.

–Pienso en Zero Kill y pienso en poesía

–Bueno, es verdad, yo mamé mucho de eso. Mi primer disco fue bastante surreal en la forma de escribir, todo fue bastante encriptado, las canciones hablan de muchas cosas pero de ninguna a la vez. El segundo disco hablo del desamor, hay mucho humor, en las cosas graciosas que me fueron pasando, es como un absurdo, tengo ese humor, un tanto absurdo.

–¿Cómo está tomando el rock argentino tu proyecto?

–No lo sé, en el rock hay cosas que me encantan y otras no. Estamos por el costado, Latinoamérica tiene mucha cumbia, mucho reggaetón y aprendí que hay mucho trasfondo en eso. No puedo decir que hay un género que aborrezco. Lo que me choca es algún contenido misógino en las canciones. Esos temas que denigran a las mujeres. Con el rock argentino nos vamos cruzando, a medida que nos sentimos identificados con algo nos ponemos al lado.

“Es como mi ídolo adolescente, sin barreras, superandrógino, no tiene ningún tipo de prejuicio”, dice sobre Bowie. Foto: Cris Rodríguez, SinEmbargo

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
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