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Rubén Martín

02/06/2024 - 12:03 am

El lado oscuro del turismo

En años recientes se ha ido popularizando entre académicos y prensa el término “turistificación” justo para llamar la atención sobre las externalidades y consecuencias no deseadas que deja esta actividad económica en diversas partes del mundo. 

Turismo en Isla Mujeres.
“Más llegada de turistas implica mucho más que la llegada de puestos de trabajo y la derrama económica. Hay un lado oscuro que implica también el despojo de tierras y recursos, la devastación ambiental, la destrucción de los modos tradicionales de reproducción de la vida, y la llegada de la inseguridad y la violencia”. Foto: Elizabeth Ruiz, Cuartoscuro

El turismo es una de las dinámicas de acumulación de capital más rentables en México. Para darnos una idea, sólo durante 2023 llegaron más de 42 millones de turistas internacionales, nueve millones de ellos en cruceros, para dejar una derrama de 30,809 millones de dólares. Junto con la industria automotriz, la electrónica, la llegada de remesas y las actividades petroleras, el turismo está entre las cinco ramas económicas que más divisas atraen a México. 

Desde mediados del siglo XX, el Estado mexicano ha impulsado la llegada de turistas a distintas partes del país, destacadamente a los destinos de playa con el impulso de Acapulco desde la década de 1940, a Puerto Vallarta a fines de la década de 1960 y Cancún en el Caribe mexicano en el sexenio de Luis Echeverría Álvarez (1970-1976). El Presidente Echeverría Álvarez creó el Fideicomiso Bahía de Banderas que dio inicio al turismo en lo que era conocido como Nuevo Vallarta en el estado de Nayarit. Se impulsó el turismo con el falso lema de que era la “industria sin chimeneas” al hacer creer que es una actividad económica que aparentemente no contamina y es benévola por los empleos y la derrama económica que genera. 

Esta actividad es muy importante en diversos estados, como Jalisco. La joya de la corona turística de este estado es Puerto Vallarta, hermosa localidad costera de poco más de 220 mil habitantes que sólo el año pasado albergó a más de seis millones de turistas y dejó una derrama de 41,322 millones de pesos.

Con esta derrama económica quién podría poner en duda las bondades de esta dinámica económica. Pero hay una cadena de externalidades que deja el turismo y que poco se ha tomado en cuenta. En años recientes se ha ido popularizando entre académicos y prensa el término “turistificación” justo para llamar la atención sobre las externalidades y consecuencias no deseadas que deja esta actividad económica en diversas partes del mundo. 

Globalmente el término se fue generando por las consecuencias indeseadas del turismo en ciudades como París, Barcelona o Venecia, agobiadas por las masas incesantes de turistas que no respetan la cultura local y provocan efectos indeseados como el desplazamiento de población local, el encarecimiento de rentas y viviendas, y el aumento de la carestía. 

Tan hay efectos no deseados de la actividad turística, que la Unesco emitió una recomendación para que Venecia sea incluida en la “lista del patrimonio en peligro debido al turismo masivo y los impactos del cambio climático”. En esta nota de la Deutsche Welle se recoge el testimonio de un veneciano que pide a los turistas no ir más a Venecia: “’Los que vienen ni siquiera saben lo que es un museo. No es turismo cultural’”, afirmó Claudio, un veneciano que no quiso dar su apellido. “¡Por favor no vengan más!” (https://cutt.ly/Dw8pQqrw).  

Pero los efectos de la turistificación, también están llegando a México, como en Puerto Vallarta, según me dijo la colega Alejandra Valenciano, tapatía que hace periodismo ambiental desde el portal Otra Marea. Debido a los nuevos patrones de consumo turístico e incluso de relocalización de puestos de trabajo, Alejandra Valenciano refiere que colonias céntricas de Puerto Vallarta, como Versalles o la llamada Zona Romántica, han ido llegando miles de extranjeros a rentar o comprar casas o los nuevos departamentos que han ido imperando en la ciudad en años recientes, provocando el encarecimiento de las viviendas y el desplazamiento de población local. No en balde el término turistificación también es conocido como gentrificación turística o “síndrome de Venecia”. De la mano de la llegada del turismo se imponen lógicas económicas, laborales y sociales que no siempre son benéficas para la población residente. A veces es lo contrario. 

En localidades de la Riviera Nayarita, como Bucerías, también están resintiendo los cambios negativos que deja el turismo, como la concentración de propiedades para extranjeros, por ejemplo, para canadienses que han llegado en masa a las nuevas torres de departamentos que se construyen frente a la playa. Además del encarecimiento de las propiedades, se tratan de imponer modos de vida distintos a las de los locales, según experiencia de un familiar. 

Las externalidades que dejan las actividades turísticas es una de las razones que esgrimen los pueblos y comunidades que se han opuesto sistemáticamente al megaproyecto estrella del Presidente Andrés Manuel López Obrador: el Tren Maya. 

Esta obra se ha impulsado desde el Gobierno como un proyecto para llevar desarrollo y progreso de la mano de la llegada masiva de turistas a través del Tren Maya. Pero desde las comunidades mayas se tiene otro punto de vista: “La mayor parte de las comunidades no quieren este tipo de desarrollo, no quieren más hoteles, centros comerciales, fraccionamientos en sus áreas. Se han expropiado más de 2,700 hectáreas, la mayoría de ejidos, en algunos casos hay quejas de que no les han pagado o no les han dado lo suficiente o han incumplido con lo que les habían prometido”, señaló Aracely Domínguez, presidenta del Grupo Ecologista del Mayab (Gema) en una nota para la agencia EFE (https://cutt.ly/TeuPAahQ). 

Más llegada de turistas implica mucho más que la llegada de puestos de trabajo y la derrama económica. Hay un lado oscuro que implica también el despojo de tierras y recursos, la devastación ambiental, la destrucción de los modos tradicionales de reproducción de la vida, y la llegada de la inseguridad y la violencia. Así que, a contracorriente del discurso estatal que subraya los beneficios del turismo, es pertinente también reflexionar sobre los males que deja la turistificación. 

Rubén Martín
Periodista desde 1991. Fundador del diario Siglo 21 de Guadalajara y colaborador de media docena de diarios locales y nacionales. Su columna Antipolítica se publica en el diario El Informador. Conduce el programa Cosa Pública 2.0 en Radio Universidad de Guadalajara. Es doctor en Ciencias Sociales. Twitter: @rmartinmar Correo: [email protected]

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